viernes, 30 de diciembre de 2011

Bye bye 2011!

El 2011 ya agoniza, y aparecen por doquier actualizaciones en redes sociales y blogs haciendo balance del año que se acaba y formulando propósitos para el que comienza. Yo hoy quiero hacer algo similar aquí para hablar de lo que ha sido este 2011 para mí, pero en lo referente a la lectura. Porque, si bien creo que ha sido uno de los años que menos he leído (la mayor parte de las obras que he devorado se han concentrado en los meses de verano), ya que volver a dejarme los cuernos en estudiar ha pasado una enorme factura a mi tiempo de ocio, sí ha sido uno de los más enriquecedores.

¿Queréis saber por qué? Pues precisamente por aquello que ya comentaba en este post. Tener que rendirme al encanto de una saga que me ha adentrado en un género nunca antes explorado (o disfrutado, más bien) ha supuesto una experiencia muy interesante. Sigo defendiendo la postura de que, cuando una persona tiene cien mil obligaciones que le impiden disponer de todo el tiempo que le gustaría para leer, es preciso que se vuelva selectiva. Es el motivo por el que, durante años, he descartado sagas enteras por no pertenecer a mis géneros favoritos o, simplemente, por no llamarme la atención al primer vistazo. Sin embargo, este año he luchado contra la inicial repulsión hacia los megafenómenos de masas y me he rendido ante dos obras que, hace ahora un año, no me provocaban ni el más mínimo interés: Canción de Hielo y Fuego, por un lado, y Los Juegos del Hambre por otro. Las causas han sido muy diferentes. En el caso de la saga de George R. R. Martin, creo que jamás habría dado el paso de no ser por la maravillosa primera temporada de la serie de televisión. Y, en el segundo caso, tengo que darle las gracias a Ikima por habérmelo recomendado tan efusivamente, porque se merecía eso y más.

Todo esto tiene una parte mala, por supuesto, que no es otra que el haber tenido que aumentar mi lista de libros pendientes de leer y, por ende, la wish list de obras que espero que cualquier alma caritativa me regale por cualquier ocasión especial, porque si ya de por sí lo que peor llevo de una situación económica un poco precaria es no tener más dinero para comprar libros, ahora la cosa se ha puesto todavía peor ;)

Sin embargo, no sólo de sagas anteriormente repudiadas y posteriormente amadas ha vivido este 2011. He leído otras cosas que me han marcado y, resumiendo, voy a tratar de enumerar los momentos lectores que guardo con más cariño de este año que termina:

- Los ratitos culpables que le robé a mis obligaciones (es decir, el absorbente proyecto de fin de curso) para leer En el corazón del sueño, de Carmen Pacheco, y cómo me encantó su perfecta combinación de momentos emotivos y otros tantos de muchísimo mal rollo.

- Los primeros días de vacaciones de verano, tras terminar con el infernal fin de curso, leyendo Lunar Park. Ya escribí un post sobre el libro de Bret Easton Ellis y cómo me marcó su manera de retratar los demonios literarios que atormentan a todo escritor obsesivo que se precie :)

- Los largas mañanas de verano absorta en Juego de Tronos, y cómo los pasajes de Invernalia conseguían, en ocasiones, evadirme del abrasador calor de Valencia.

- La fría tarde de sábado, no hace ni dos semanas, que me apoltroné en el sofá con el firme propósito de no levantarme hasta que terminase Los Juegos del Hambre, cuya primera mitad había tenido que leer, tortuosamente, a pequeños ratitos, durante los últimos días de entrega de trabajos de clase antes de las vacaciones de Navidad.

- La tarde que, aunque me había propuesto leérmelo despacio y con tranquilidad, acabé devorando Let's Pacheco! Una semana en familia y terminé llorosa por las sensaciones tan familiares (valga la redundancia) que me hizo revivir, y absurdamente frustrada por lo cortísimo que se me hizo.

Seguramente habré leído algo más que me encantó, pero ahora mismo no soy capaz de recordarlo, así que imagino que no me marcaría tanto.

Para este año apocalíptico que está a punto de comenzar, tan sólo espero que sea igual de enriquecedor que el que se va. Eso, a nivel lector. A nivel personal no me cabe duda de que lo será, aunque sólo sea por la avalancha de situaciones nuevas que se me vienen encima. A nivel escritor, y ya que auguro varios meses de no tener nada de tiempo para escribir, me dedicaré a pensar en positivo y repetirme que la obra que presenté al BdV es maravillosa y podría ganar, y que la antología Aenigma Veneris se extenderá como la pólvora y se hará famosa. Porque, ¿acaso no se supone que el pensamiento positivo atrae hechos positivos? :)

¡Que paséis tod@s un feliz fin de año!

domingo, 18 de diciembre de 2011

Tráiler de Los Juegos del Hambre - Versión alternativa

Esta frikada no se puede dejar de compartir. He intentado resistirme, pero es imposible XD


Y de paso aquí tenéis el cartel promocional de la película. La de verdad.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Elipsis psicológica

He elegido llamar elipsis psicológica a esta entrada del mismo modo que podría haberla llamado: "cómo aprovecharse de los conocimientos y experiencias previos del lector para ahorrarnos palabras innecesarias" o bien "cómo sacar jugo de las imágenes de película". 

¿Que a qué me refiero? Bueno, a ver si me sé explicar. Para intentar ilustrarlo, os contaré cómo me dio por pensar en esto.

El otro día, en Ana Karenina, leí un pasaje en el que se desarrollaba un baile de la alta sociedad. Todavía tengo la imagen perfectamente formada en mi mente: el inmenso salón de altísimas paredes con molduras de escayola doradas combinadas con color crema; las columnas de mármol que salpicaban la sala; las espectaculares lámparas de araña cuyos cristales brillaban con los colores del arcoiris; los músicos de la orquesta vestidos de esmoquin negro; la multitud bailando, tan elegante, riendo; el jolgorio, las risas, la diversión... Pero después de tener esta imagen perfectamente elaborada en mi mente, me percaté, no sé cómo, de que ninguno de esos elementos que yo imagino es mencionado por Tolstói en la descripción que hace del baile. Releí con interés la escena. Lo más parecido a una descripción del lugar es esto:

"Acababa de empezar el baile cuando Kitty y su madre aparecieron en la escalera iluminada, llena de flores y con una serie de criados con pelucas empolvadas y uniformes rojos. Desde las salas llegaba un murmullo acompasado, semejante al de una colmena, y mientras se arreglaban delante del espejo los peinados y los trajes se oyeron distintamente los suaves sones de los violines que daban comienzo al primer vals".

A partir de aquí, describe con profusión el atavío de Kitty y también el de algunos invitados, así como su forma de bailar, pero no menciona en ningún momento la apariencia del salón y, de hecho, tampoco indica en ningún momento que haya una multitud bailando (quitado del ruido de colmena que se oye desde fuera); menciona a algunas personas o grupitos aislados, y nada más.

¿De dónde sale, pues, lo que yo he imaginado y que soy incapaz de olvidar? Está claro que se trata de una imagen previa que tengo dentro de la mente, con toda probabilidad procedente de alguna película o, si no, de alguna vivencia.

De modo que he pensado llamarle a esto "elipsis psicológica" (con mayor o menor acierto por mi parte, esto ya no lo sé) porque podemos usarlo, precisamente, para evitar (elidir) una descripción pesada y aburrida de un lugar del que cualquiera tiene ya una imagen preconcebida, a no ser que queramos mostrar que precisamente nuestro escenario es distinto a ese preconcepto. La idea es usar sólo una serie de palabras clave, que sacarán a flote la imagen, y evitar el resto, esperando que la propia imaginación del lector o sus vivencias previas rellenen los huecos que nuestra descripción deje vacíos. 

Por ejemplo, en el caso que yo comentaba, bastan algunas palabras como: baile, luz, encajes, vals, peinado, vestido, violín; yo lo aderezaría, para reforzar la imagen sin describirla, con mucho diálogo de los asistentes.

¿Qué tal la idea? ¿Os parece aplicable? Yo le veo como principal limitación la edad de los lectores, puesto que si escribimos un texto infantil las vivencias del público al que va dirigido están más limitadas.

viernes, 25 de noviembre de 2011

A mí también se me acerca el invierno

¡Por fin he acabado de leerme Juego de Tronos!

Me ha costado bastante, y no porque no me haya gustado, sino por dos motivos: el primero, que ahora tengo poquísimo tiempo, ya que me ha dado por volver a estudiar y es mucho más absorbente de lo que esperaba (o mi cerebro está un poco oxidado); el segundo, porque había visto la serie, y leer un libro sabiendo en todo momento lo que va a suceder resta aliciente.

Eso sí, estoy deseando que algún buen samaritano le pida Choque de Reyes en la carta a los Reyes Magos… Y ahí sí que voy a disfrutar como una enana, considerando lo absorbente que es la saga y que no sabré lo que va a suceder en las páginas siguientes.

Pero bueno, no me enrollo más y a lo que voy, que es a comentar algunos aspectos literarios del libro.

La estructura de la obra me ha hecho pensar. Para los que no lo hayáis leído, se podría decir, en cuanto a la perspectiva de los personajes, que en cierto modo está estructurado como Los pilares de la tierra. La acción se va moviendo de la mente de un personaje protagonista a otro y se narra según sus pensamientos, sentimientos y hechos. Sin embargo, a diferencia de Los pilares de la tierra, el tiempo no se superpone. Es decir, cada período de tiempo es narrado desde el punto de vista de un único personaje, no hay simultaneidad (o al menos no es la tónica general, quizá suceda una o dos veces).

Esta narración por personajes (como todas, claro) tiene ventajas e inconvenientes.

Las ventajas que yo le veo son dos:
-         Se trata de un enfoque muy cinematográfico y eso suele gustar, es ágil. Temporalmente es lineal y sólo se cambia de perspectiva, de cámara, podríamos decir. El cambio de cámara resta monotonía, muchísima monotonía.
-       Y, sobretodo, la mayor ventaja es, sin duda, que permite un control mucho mayor de la trama (un control brutal de la trama, en verdad). Cambiando de personaje todo puede ser mucho más intrincado e intrigante, dado que permite ver el punto de vista de todos ellos, amigos o enemigos. Unos personajes saben unas cosas determinantes que otros no saben, y esto estira la lectura, engancha al lector en una telaraña de ardides, intrigas y traiciones. El lector ya sabe un hecho, pero está deseando que otros personajes se enteren y ver la reacción que tendrán ante tales revelaciones.

Y, como inconvenientes, sólo uno:
-         El cambio de cámara es un arma de doble filo. Sí, ya he comentado que en mi opinión le resta monotonía a la lectura, pero también tiene algo malo, y es que resulta inevitable que unos personajes te gusten mucho más que otros. Si no he contado mal, Juego de Tronos tiene el enfoque de nueve protagonistas (para mí, algo excesivo). Si tienes un gran favorito, y estás deseando leer las cosas que le suceden, normalmente has de leer un montón de capítulos antes de llegar a él (Violet, ¡me encanta Danaerys!). Y, cuando al fin le alcanzas, te fastidia que se acabe su enfoque. A veces, si no tienes favorito, el cambio en sí te fastidia, porque es como si cada vez que cambias rompieras un poquito el sueño de la ficción. A mí personalmente me descoloca un poco cada cambio de personaje, como un chasquido delante de los ojos.

Sin embargo, creo que las ventajas pesan muchísimo más que el inconveniente, precisamente porque Martin les saca mucho partido, especialmente a la de crear una trama apasionante y bien construida en la que absolutamente todos los detalles encajan, todos. No hay ni un solo cabo suelto, y para crear algo así no queda más remedio que emplear la estructura que ha elegido él y que, por otra parte, me parece profundamente difícil y muy meritoria. A ver si alguna vez, cuando tenga más experiencia, me atrevo con algo así.

¡Voy corriendo a puntuarlo a entrelectores!

sábado, 19 de noviembre de 2011

Tráiler de Los Juegos del Hambre

Os dejo el nuevo tráiler de la película de "Los Juegos del Hambre". La verdad es que no tiene mala pinta, estoy deseando verla para comparar.

http://video.es.msn.com/watch/video/exclusiva-msn-los-juegos-del-hambre/4pkvx85y

martes, 4 de octubre de 2011

Aenigma Veneris

Antes que nada: soy un desastre. Llevo un par de días rumiando un nuevo post, y todo menos caer en la cuenta de que tenía uno pendiente, y nada más y nada menos que desde el día 21, que es cuando Albis Off hizo pública la lista de escritoras seleccionadas para la antología Aenigma Veneris.

Mi relato, La playa del faro (aunque no me gusta nada la autopromoción), ha sido seleccionado, por lo que si, cuando se publique la antología (de lo cual seguiré informando), le echáis un ojo, podréis venir luego por aquí a contarme qué os ha parecido, o a tirarme piedras o lo que sea ;)

Me quedé sin saber si alguna lectora del blog se decidió al fin a participar (y sigo sin saberlo, ya que desconozco vuestros nombres reales, en la mayor parte de los casos), e imagino que, si alguna lo hizo, ya habrá estado al tanto y conocerá la lista. ¿Alguna compañera de antología entre las presentes? :)

Bueno, poco más. A pesar de que comencé las clases hace un par de semanas y voy escasa de tiempo para casi todo, intentaré sacar otro ratito durante esta semana para el post que me rondaba por la cabeza.

¡Saludos!

jueves, 15 de septiembre de 2011

Personajeando

Os propongo un juego-cuestionario sobre los personajes de los libros que habéis leído. Cada pregunta se debe responder con el nombre de uno o varios personajes, indicando la obra de procedencia.

Cuál es el personaje...

  1. que más has odiado.
  2. que te ha enamorado.
  3. que representa la pureza.
  4. que representa la maldad.
  5. más plano y mal construido.
  6. más complejo.
  7. que te ha engañado (es decir, que te ha hecho creer que era algo y ha resultado ser muy distinto)
  8. más acorde con tu propia personalidad.
  9. que tiene mejor corazón.
  10. más mezquino.
  11. más inteligente.
  12. más tonto.
  13. que te ha dado más pena.
  14. más hipócrita.
  15. más mágico/maravilloso.
  16. más luchador.
Ahora mismo no se me ocurren más cosas, así que la entrada se puede ir editando y, por supuesto, se aceptan más propuestas para hacerlo más completo. 

A ver si coincidimos en algunos de ellos. ¡Animaos! 

sábado, 27 de agosto de 2011

Se acerca el invierno

Supongo que a todos os habrá pasado alguna vez eso de estar absolutamente convencidos que algo no os iba a gustar, y al final tener que reconocer que estabais equivocados. No voy a mentir: a mí me ha pasado varias veces. Pero hoy estoy aquí para hablar del caso más alucinante, y el que más está provocando que tenga que tragarme mis propias palabras.

Suele sucederme una cosa, y es que cuando todo el mundo comienza a hablar de algo, cuando una obra (libro, película, videojuego...) se hace popular y allá donde voy no puedo evitar escuchar comentarios exaltados (y, luego, también comentarios de casi despectiva sorpresa cuando se me ocurre afirmar que no comparto las mismas impresiones, o que simplemente no me interesa demasiado), se me genera una especie de repulsión hacia la obra en sí. No puedo evitar pensar que, si bien una obra puede ser buenísima y ganarse genuinamente su legión de fans, en todo esto también juega mucho el boca a boca y, más allá de eso, el efecto borreguil. Porque, no nos engañemos, ese efecto está ahí. Es el que provoca que sigamos una serie o comencemos una saga sólo porque nuestros amigos y conocidos también lo hacen, y no porque verdaderamente haya despertado nuestro interés. Pues bien, suele darme rabia. Le suelo coger una cierta manía a la obra en cuestión, y si antes no la abordaba porque no me interesaba, después sigo sin hacerlo ya por principios, por cabezonería.

Hace ya años que varios amigos comenzaron a contarme maravillas de Canción de Hielo y Fuego, de George R. R. Martin. Y ya entonces no puse mucho interés, pero fue por una causa muy sencilla: no me gusta la fantasía épica, por norma general. Leí El Señor de los Anillos más por ser algo que tenía que hacer, que por desearlo realmente. Me gustó, sí, y disfruté muchísimo con las películas, pero reconozco que no es lo mío. Sólo lo he leído una vez y dudo mucho que lo relea, cuando conozco gente, sin embargo, que se lo lee todos los años, en un ritual idéntico al que yo practico con libros muy, muy diferentes, y que no son para nada míticos. Pues eso, no me gusta la fantasía épica. Las razas y criaturas extrañas, la magia, las hadas y los elfos... Todo suele parecerme tan irreal, que no consigo meterme en situación y sentirme cómoda. Me gusta la fantasía, sí, pero muy mezclada con la realidad, de forma que me resulte algo cotidiano y que podría sucederme a mí (es el motivo por el que me divierte la saga Southern Vampires, por ejemplo, en la que se basa la serie True Blood). No sé, no voy a intentar que se me entienda ni voy a iniciar un debate sobre la fantasía épica. Todos tenemos géneros favoritos y otros que no nos atrapan y, en mi caso, la fantasía épica nunca me había atraído.

Y, en realidad, creo que sigue sin hacerlo, porque considero a Canción de Hielo y Fuego una obra muy diferente a lo que se suele encontrar dentro de la fantasía épica.

Total, que comencé a ver Juego de Tronos, la serie. Lo hice con escepticismo, más que nada porque mi novio estaba interesado en verla y se empeñó en que, al menos, la viese empezar. Vi el primer capítulo y me quedé más o menos igual. Vi el segundo y ocurrió lo mismo. No sé muy bien cuál fue el que marcó la diferencia, pero para cuando llegué al sexto o séptimo ya estaba enganchada. Los dos últimos terminaron de obsesionarme: creo que hacía muchísimo tiempo que no me emocionaba tanto con una serie. Y, ¿cuál es el resultado de todo esto? Pues, naturalmente, que enseguida comencé a engullir mis propias palabras y decidí que quería leerme los libros. Tuve la fortuna de recibir el primero como regalo, por lo que no tuve que pasar por la ignominia de ir a la tienda a comprar, yo, la persona a la que nunca le gustó la fantasía épica, el volumen.

¿Qué decir? He leído sus casi 800 páginas no sólo sin aburrirme, sino obsesionándome cada vez más. La serie, por cierto, creo que es la mejor adaptación de una obra literaria que he visto jamás, pero no me voy a extender con ello ahora. Tenía pensado hacer una pausa entre el primer libro y el segundo, que me han prestado, para no agobiarme ni sufrir de sobredosis, y para continuar con otra obra que me está obsesionando, que es el cómic Predicador. También me planteé la posibilidad de dejar el segundo pendiente, ya que me atraía la idea de llegar a la segunda temporada de la serie sin saber de antemano lo que va a suceder. Pero, sencillamente, no he podido hacerlo. He acabado abordándolo, y lo estoy devorando con ansia. Para gran regocijo de todos mis amigos fans de la saga, he de añadir, que por fin ven que les doy la razón.

No voy a seguir hablando de las maravillas de Canción de Hielo y Fuego, como la fan enferma en la que me he convertido. Simplemente quería hablar de ese fenómeno, de cuando algo no nos gusta, o, más bien, nos empeñamos en que no nos guste, y luego nos vemos obligados a cambiar de opinión. ¿Os ha sucedido alguna o muchas veces? ¿Con qué obras?

He de decir que, cuando sucumbo a algo, me suele dar rabia tener que acabar dándole la razón a toda esa horda de gente que cantaba maravillas sobre la obra en sí. Pero, la verdad, ahora no puedo indignarme: lo estoy pasando demasiado bien :)

Saludos!

miércoles, 24 de agosto de 2011

De nuevo en la cara A

Bueno, si os habéis pasado por aquí estos últimos dos días, habréis visto que he eliminado una entrada titulada "La cara B". Ante todo quisiera pedir disculpas por ello, en especial a tres de vosotros que habíais dejado un comentario en la misma: Míriam, Rafa y Violet. Es algo de muy mala educación eliminar una entrada que tiene comentarios, de modo que pasaré a exponer las razones de tan desagradable comportamiento. 

La entrada en cuestión no sufrió ningún proceso de edición ni de meditación. La escribí porque tengo cierto problema personal y alguien me aconsejó que escribiera al respecto, de modo que se podría decir que escribí como liberación. He aquí una primera contradicción de lo que digo en el texto, donde rechazo la catarsis de la literatura de plano. Creo que escribí el texto convencida de que no podría ayudarme en absoluto con mi problema, y por eso lo generalicé a cualquier texto y afirmé que escribir no libera; de hecho, siempre he pensado lo contrario.

No es la única contradicción. Si lo medito profundamente, como intentaré hacer, es probable que no piense muchas de las cosas que dije, pues me dejé llevar al buen tuntún; yo diría que prácticamente escribí en trance. Por otra parte, el problema personal del que hablo no tiene nada que ver con la literatura a pesar de que yo lo hubiese intentado enfocar de forma literaria. Vamos, que me he metido el zapato con calzador. 

En verdad, los demonios a los que hacía referencia en el texto no son literarios, ni mucho menos. Son, como digo, algo personal (psicológico), algo que no había contado a nadie hasta hace muy poco, por lo que siento que publicando ese texto escrito a bocajarro me he traicionado a mí misma, he atentado contra mi intimidad, y me arrepiento. Guardaré el texto en la carpeta íntima de los textos extraños, de donde nunca debería haber salido.

Aunque lo haya hecho, no era mi intención generalizar en el proceso de creación de otros escritores (ni siquiera en el mío, que es tan distinto a lo que dije en la entrada). Cada cual siente y crea como sabe y como le impulsa su propia naturaleza. 

Así pues, estas son mis razones que espero comprendáis. 

(Nota a Violet: he guardado tu extenso comentario porque me ha parecido muy importante comentar algunas cosas interesantes y porque te debe haber llevado tu tiempo redactarlo. Siento mucho haberlo borrado del blog. Si no te importa, te mandaré un mail. Besos). 

lunes, 15 de agosto de 2011

Ortografía en la red

Navegando por Menéame he encontrado esta noticia del Xornal de Galicia:


Google penalizará las páginas que contengan faltas de ortografía

Leyendo el artículo parece que será aplicable esencialmente a los medios de comunicación, de modo que no sé si afecta a los blogs o no. Por lo que entiendo se trata de una penalización a nivel de posicionamiento en las búsquedas no sólo por la presencia de faltas de ortografía en el texto sino también estilísticas, o por incoherencias, redundancias y falta de calidad general en los textos escritos. 

Particularmente me parece bien siempre y cuando los criterios de Google estén bien estipulados. Supongo que necesitarán una recua de correctores y redactores capaces de evaluar estos detalles y decidir en consecuencia, aunque a mí me da que lo dejarán en manos de una máquina. 

viernes, 12 de agosto de 2011

Campanita del lugar

Tengo una de esas semanas de crisis existencial en las que estoy como un charco en mitad de un camino de tierra. Estoy marrón y turbia, y todo el tiempo me siento pisoteada. Y parte de este sentimiento lo tiene la lectura. Sí, sí, tal como lo leéis: la lectura. Voy a explicarme mejor. Ya comenté unas cuantas entradas atrás que me había agenciado una serie de afamados clásicos para ver si merecían su fama universal (bastante presuntuoso por mi parte leer una obra maestra para eso en lugar de por tener la certeza de que voy a disfrutarla, lo sé). El caso es que sí, sin duda, merecen su fama, son obras geniales escritas por genios. Por eso he disfrutado mucho, muchísimo, como lectora. Esas obras geniales se disfrutan la primera vez que las lees, y luego siempre te queda en el corazón la pena de que ya nunca las volverás a descubrir (la sorpresa, la intriga, la emoción, la intensidad) igual que en el amor no se vuelve a las mieles del principio. 

Pero el disfrute como lectora y el dolor como proyecto de escritora han sido directamente proporcionales. Me han dejado hecha polvo. Yo jamás escribiré de este modo. Jamás seré capaz de recrear así una historia, de envolver, de llegar al alma, de entender tan profundamente el alma humana, y un largo etcétera. Y la frase final, la que más mella me hace: no sé qué pinto en esto, si yo no tengo talento. Esta es verdaderamente devastadora.

El caso es que le cuento estos sentimientos a mi pareja, que intenta consolarme como puede, diciéndome que bueno, que no me preocupe, que aunque no tenga talento he escrito la historia X, que a él le gusta mucho y que es muy entretenida (X = obra infantil que no me publican ni por asomo). El comentario acabó de hundirme del todo, y le digo:

"Eso es como si yo aspiro a escribir sinfonías como Mozart y tú me consuelas diciendo que he compuesto Campanita del lugar". Do-do-sol-sol-la-la-sol (Cam-pa-ni-ta-del-lu-gar). 

El caso es que hoy se ha dedicado a documentarse un poco, y me dice: "Pues que sepas que Mozart versionó esa canción 12 veces".Creo que mejor me dedico a leer y olvido de una vez las ínfulas de escribir. Lo peor de todo es que no puedo dejar de tararear la canción dentro de mi cabeza, es como un estribillo obsesivo que me persigue. Seguramente me estoy volviendo loca.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Antología de escritoras

Emerjo de la apatía veraniega para hablaros de un proyecto cercano del que he tenido noticias recientemente. Se trata de la Antología de Autoras, de Albis Ebooks.

Como su propio nombre indica, se trata de una antología para escritoras. Se pueden aportar relatos de cualquier temática dirigidos a público adulto. Podéis consultar las bases aquí. Tenéis hasta el día 10 de septiembre para aportar vuestras obras. Los relatos seleccionados serán publicados en formato ebook gratuito, que será promocionado por diversos medios.

La finalidad de Albis Off es mantener una publicación estable y regular que tenga su propio lugar y personalidad en la red, así como otros objetivos editoriales que surjan con el tiempo.

Por mi parte, sólo me queda animaros a que participéis :)

jueves, 28 de julio de 2011

¡Enhorabuena!

Cuando el grupito de desencantados no ganadores del Premio Barco de Vapor empezamos a compartir palabras y opiniones en este blog, Anabel me pareció una de las que se sentían más desencantadas. No cejó en su empeño, sin embargo, y el 22 de julio de este año anunció oficialmente en su blog que, por fin, tras múltiples intentos y no menos decepciones, iban a publicarle su primer libro.

Aquí tenéis el enlace:

http://laventanadeloslibros.blogspot.com/2011/07/un-sueno-que-se-cumple-me-publican.html

¡Desde aquí un inmenso enhorabuena!

Seguiremos el ejemplo de tu empeño para no rendirnos nunca hasta conseguirlo.

domingo, 10 de julio de 2011

Demonios literarios

Hoy, siguiendo un poco la estela de Ikima en el último post, y con la excusa de haber terminado recientemente Lunar Park, de Bret Easton Ellis, quiero hablaros de los demonios literarios. Y no me refiero a los demonios que aparecen en las obras literarias, sino a aquellos que atormentan a los escritores.

Hasta hace poco no tenía ninguna opinión fundada sobre Bret Easton Ellis. Le conocía básicamente por ser el autor de American Psycho, pero, si bien había visto la película, no había leído ninguna de sus novelas. También conocía su fama de enfant terrible de la literatura norteamericana, esa posición de autor que sólo puede ser adorado u odiado, como suele suceder con todos los artistas, digamos, extremos.

En un corto espacio de tiempo (pocos meses), he leído Menos que cero y Lunar Park, y creo que no podría haber escogido dos obras más contrastadas. Me hace gracia, después de haber leído varias reseñas de novelas suyas, que aún a día de hoy mucha gente siga considerando a Easton Ellis como el típico escritor cuya fama radica únicamente en la polémica y en tocar temas prohibidos, cuando, en mi opinión, su trayectoria y evolución como escritor no podrían resultar más ascendentes, además de impresionantes. Pero no me voy a embarcar en un discurso sobre la obra, en conjunto, de Easton Ellis. Tal vez más adelante, cuando haya leído más obras suyas.

Lunar Park, además de poseer un capítulo final que se ha convertido en uno lo de los textos más impresionantes, escalofriantes y bellos que he leído en mi vida, y además también de ser una novela que me mantuvo en tensión e incapaz de pensar en otra cosa desde la primera a la última página, trata un tema que creo que nos toca de lleno a todos los escritores: los personajes que se vuelven tan importantes que casi ganan autonomía propia, que nos obsesionan como si de personas reales se tratasen.

Y es que creo que, si tuviese que definirme como escritora con una palabra, creo que ésta sería obsesiva. Y sé que Ikima me entenderá a la perfección, porque a ella le sucede igual (tal y como ha comentado en varias ocasiones).

Cuando escribo, a veces me sumerjo de un modo tan absoluto en la historia, que casi pierdo de vista mi propia vida. No se trata sólo de pasar la mayor parte del día pensando en el argumento del relato / novela, devanándome los sesos sobre qué debe venir a continuación, o repasando mentalmente lo ya escrito, o recreando futuros diálogos. No es sólo eso. Es que, literalmente, casi dejo de ser yo. Empiezo a pensar como el / la protagonista de la obra, y lo observo todo desde sus ojos. Este proceso no suele pasar de inofensivo cuando se trata de un relato corto, o cuando el argumento de la obra no posee demasiada carga emocional. Pero si el relato es muy personal, o toca temas más complicados o incómodos para mí, todo esto puede llegar a ser realmente agotador.

Los demonios que atormentan al protagonista (es decir, el propio Bret Easton Ellis) en Lunar Park no se limitan a este fenómeno, ni son estrictamente literarios. De hecho, abarcan otros muchos campos y se manifiestan de modos verdaderamente terribles. Pero me he sentido identificada con buena parte de la novela, especialmente con cómo a veces nuestros personajes ya creados y, en teoría, finiquitados, se niegan a guardar silencio y continúan atormentándonos.

Es algo que he experimentado, aunque, por suerte, no con todos mis personajes. En ocasiones, y por muy agotador que haya sido el proceso de creación de la obra, todo se queda ahí: la termino y la obsesión desaparece, me libera. Así ocurrió en mi última novela terminada, que me agotó muchísimo emocionalmente, pero que una vez terminada me dejó tranquila y en paz. En otras ocasiones, en cambio, los personajes se niegan a irse a dormir y continúan ahí, observándome ceñudos como si no estuviesen de acuerdo con mis decisiones. Supongo que, tal vez, todo esto obedece a una premisa bastante simple: lo conforme o no que me haya quedado con el resultado final. Y por eso siempre suelen atormentarme los personajes de obras inconclusas, o de aquellas obras terminadas con las que no estoy del todo contenta, y que por ahora se encuentran en una especie de limbo, a la espera de que algún días las retome y decida qué demonios hacer con ellas.
Lo terrible de todo esto, según mi punto de vista, es que es imposible dejar de lado a esos personajes descontentos: no puedo excusarme en el hecho de que, a veces, vale más la pena descartar una idea y concentrarse en otra, en lugar de dar vueltas a lo mismo una y otra vez. No es posible, y lo sé porque lo he intentado. He intentado dejar de pensar en una obra que no me convence y concentrarme en otras. Y no funciona. Puedo trabajar en otras obras, terminarlas, concentrar mi esfuerzo en ellas, pero las antiguas, ya sean inconclusas o marginadas, permanecen ahí, observándome con una interrogación en la mirada. Tiene algo de terrorífico que siga atormentándome una obra cuya primera versión terminé en el año 2000, y cuya segunda (que creía definitiva) finiquité en el 2005. Ninguna de las versiones existentes me convence como para hacer nada con ellas, y sé que, más tarde o más temprano, tendré que volver a centrarme y ajustar cuentas con ellos.

Al margen de todo esto, sólo puedo recomendaros (por si todavía no ha quedado clara mi opinión al respecto) que leáis Lunar Park.

Y, ahora sí, os dejo ya.

¡Saludos!

miércoles, 6 de julio de 2011

Aterrada

Se habla con frecuencia en los foros de escritura del miedo al papel en blanco. Yo nunca lo he sentido porque normalmente me enfrento al papel en blanco cuando ya tengo una frase en la cabeza con la que emborronarlo. Sin embargo, sí que hay un miedo que me paraliza y que al fin he decidido enfrentar: la lectura de un primer borrador muy concreto.

En febrero de 2010 di por finalizada la obra que me ha llevado más tiempo y más esfuerzo, y también la que me ha tocado más profundamente. Se titula La gran obsesión de Eduard Codín, y en verdad que fue mi propia obsesión durante mucho tiempo. No podía dejar de pensar en la trama, en los giros, en los escenarios y, naturalmente, en los protagonistas. De vez en cuando aún pienso en los personajes, los siento como si existieran, como si vivieran en un mundo paralelo, y el argumento me atrapa por completo. Y ahora he decidido que, después de año y medio acumulando polvo, ya es momento de empezar a leer el primer borrador y de hacerle los primeros cambios. 

Estoy muerta de miedo, tal vez, precisamente, porque la historia me apasiona. ¿Y si no he sabido transmitir esta pasión en el escrito? ¿Y si la historia que está plasmada en mi cabeza no se plasma del mismo modo en el papel? ¿Y si el lector no comprende a Eduard, le juzga, le condena?

En fin... sólo de pensarlo me entra vértigo y un cosquilleo en la boca del estómago. Si la decepción resulta mayúscula tendré que plantearme muchas cosas.

jueves, 30 de junio de 2011

Verano de clásicos

No sé si es que estoy en plan cultureta repelente o ha sido casualidad, pero hace dos días estuve en casa de una tía mía y me encontré una estantería plagada de clásicos, todos ellos bien dispuestos a serme prestados. Había al menos cincuenta obras (¡cómo no lo había descubierto antes!) y empecé por elegir los cinco siguientes:

- Crimen y castigo, de F. Dostoievski
- Madame Bovary, de G. Flaubert
- El ruido y la furia, de W. Faulkner (éste estaba repetido, en uno de ellos ponía como título El ruido y la furia y en otro El sonido y la furia).
- Ana Karenina, de L. Tolstoi
- El retrato de Dorian Gray, de O. Wilde

La verdad es que hacía tiempo que me decía a mí misma que debía leerlos y ha sido una especie de bendición o de buena fortuna encontrármelos así, tan colocaditos en una estantería olvidada. 

El motivo de querer leerlos no es sólo que suelan estar en las listas de lecturas obligadas de todo lector que se precie (en teoría, al menos), sino que todos los manuales de teoría literaria y de técnicas narrativas ponen a estos autores como ejemplo, y a decir verdad, a no muchos más. Si los teóricos y expertos de la narratalogía los usan para ilustrar el qué y el cómo, digo yo que por algo será...

En fin, seguro que aprendo cosas interesantes de ellos y que podré compartirlas aquí con vosotros. 

De momento me quedo con el famoso principio de Ana Karenina:

"Todas las familias felices se parecen unas a otras; cada familia desdichada lo es a su manera". 

martes, 7 de junio de 2011

De la literatura a la fama y viceversa... Sobretodo viceversa

Hace un par de días acabé de leer un libro de Boris Izaguirre titulado Villa Diamante

A modo de aperitivo, os diré que la puntuación que me ha merecido en la red Entrelectores ha sido un cinco. Así pues, ¿por qué molestarme en comentarlo aquí si es un libro que ni me va ni me viene? ¿Por qué tratar sobre éste en concreto, si he leído muchos libros desde que nació la parrilla y no los he comentado?

Pues, evidentemente, por el nombre de su autor. 

Lo cierto es que no fue éste el motivo de que yo lo comprara, sino que estaba colocado en esa jugosa estantería de "todos los libros a cinco euros". Generalmente prefiero llevarme 4 libros a 5 euros que 1 a 20, y en ocasiones he encontrado en esos saldos algunas joyitas. Yo no suelo hacerle ascos a casi nada en lo que a libros se refiere y el hecho de que su autor fuese un personaje tan mediático no me tiró para atrás, si acaso, bien al contrario, me produjo cierta curiosidad. 

El caso es que todo fue una acumulación de infortunios. Primero, comprarlo. Después que, puesto que lo había comprado, tenía que empezar a leerlo. Y, finalmente, puesto que lo había empezado a leer, tenía que acabarlo. Esto último me ha costado sangre, sudor y no lágrimas, pero casi.

Es posible que os preguntéis a qué tanta tortura por 500 paginitas de nada, que a cuento de qué a mí me ha parecido un mamotreto de 2000. ¿Está mal escrito, acaso? No, lo cierto es que no se puede decir que esté mal escrito. ¿La historia no te estira desde el principio hasta el final? Bueno, no te absorbe frenéticamente, pero sí que te genera la curiosidad de querer saber cómo acaba. 

¿Entonces? ¿Qué le pasa al libro? No sé, tengo la sospecha, casi certeza, de que Boris Izaguirre jamás hubiese decidido escribir un libro si no fuese un personaje mediático. Digamos que deja la sensación absoluta de "aprovechar el tirón". Es posible que me equivoque, pero hay demasiados ejemplos previos de famosillos que se tiran al libro, al cine o a la televisión para ponerse algún diente de oro. Y no me gusta nada. No me gusta que algunas editoriales les abran a ellos las puertas, que se establezcan de ese modo en la mediocridad.

Pero claro, luego llegan tontos como yo a la mesa de los 5 euros, y se lo llevan en un lote de cuatro libritos infumables. Al fin y al cabo le estoy dando la razón a la editorial mediocre. Publicar a famosillos es un buen negocio, y publicarnos a nosotros tirar su dinero a la basura. 

miércoles, 1 de junio de 2011

Feria del libro de Palma


Desde el 27 de mayo ya está en Palma la Feria del Libro, situada en el Paseo del Borne. Estará allí hasta el día 5 de junio, por si queréis dar una vuelta, algo muy recomendable que yo todavía no he tenido tiempo de hacer. Haré un hueco para pasar por allí el fin de semana. Para ir abriendo boca, os dejo el siguiente vídeo:


Si queréis más información, en teoría podéis verla también en http://llibreterpalma.blogspot.com/, aunque por el momento no está muy completa.

Ya colgaré algunas fotos si me acuerdo de hacerlas y comentaré por aquí algunas de mis impresiones.

Un saludo a todos.

Edito: me ha sido imposible acudir a la feria. Primero, por la lluvia, que no cesó en toda la semana hasta el sábado tarde. Segundo, porque el domingo, único día que quedó libre de las inclemencias del tiempo, me fue imposible. De modo que no he podido echar un buen vistazo por las novedades. Si alguno de vosotros se ha pasado por la Feria del Libro de su ciudad, por favor, ¡compartidlo en los comentarios! Os estaré eternamente agradecida, y si hay fotos, ¡más que más!

viernes, 27 de mayo de 2011

Los nuevos caminos de la literatura

Hablaba hace un ratito con un vecino mío acerca de los e-books. Yo le he dicho lo que suelo decir siempre: "De momento soy reacia". Él también lo era hasta que lo probó; según cuenta, ahora está tan convencido que cuando se absorbe leyendo, se olvida tanto de que se trata de un aparato electrónico que se humedece el dedo en la boca para pasar página. 

Parece que las ventajas son principalmente dos: no cansa la vista y en la propia memoria del e-book, sin tarjetas adicionales, le caben 12 libros de 1000 páginas cada uno. Hay que admitir que si, por ejemplo, te vas de viaje por mucho tiempo, no tiene comparación la comodidad de llevar el e-book con la incomodidad de tener que cargar con los tochos. 

Pero hay una ventaja más: a la pregunta de "¿Los compras?", la respuesta ha sido una carcajada. No se compra ninguno, simplemente los descarga de la red. 

¿Que dónde está la ventaja, si se supone que muchos de nosotros lo que queremos es llegar a publicar?

Pues aquí es donde he enlazado esta respuesta con un post que leí ayer de Elsa Aguiar:


Las conclusiones a las que llega Elsa en esta entrada son sorprendentes, muy distintas a las que uno se espera cuando empieza a leer. 

A lo mejor ya va siendo hora de asumir que Internet va a cambiar para siempre el modo de consumir literatura, y que hay que adaptarse a ello si no queremos que nos consuma a nosotros.Yo, para un futuro a medio plazo, ya me estoy planteando seriamente arreglar algunos de mis libros y distribuirlos gratuitamente a través de la red.

domingo, 22 de mayo de 2011

Entrelectores

Dando vueltas por ahí he descubierto hoy esta página:

Entrelectores

Yo me he registrado enseguida. Se trata de una comunidad de recomendación de libros por usuarios, que siempre son opiniones a tener más en cuenta que las que te puedan dar desde una editorial (sin ánimo de ofender a nadie, pero la desvinculación total me parece que hace las opiniones más sinceras).

Se pueden votar y comentar libros y aparece una recopilación del top 5 de la semana.

Mi defecto es que en lugar de ir a la búsqueda de libros nuevos es que me dedico a mirar los que ya he leído para saber qué opinan otros lectores de ellos, como es el caso de Los Juegos del Hambre (que tiene un 8,51, por cierto :-D).

Lo que me ha resultado más gracioso es que en los comentarios hay una etiqueta que te advierte "Atención: este comentario contiene spoiler", de modo que puedes decidir no leerlo para que no te chafe el libro.

Una buena opción para llegar a libros que tal vez desconozcamos, porque no hay mejor forma de descubrir joyitas que a través del boca a boca.

sábado, 21 de mayo de 2011

El Mundo a la Parrilla

Bueno, hace tiempo que quería crear un nuevo blog en el que hablar de temas que están lejos del contenido inicialmente pensado para Literatura a la Parrilla. Desde aquí quiero presentarlo en sociedad. Se llama:


En él podéis ya encontrar la primera entrada y una explicación algo más elaborada.

Espero que os guste.

lunes, 16 de mayo de 2011

Bendita indignación

Ayer pasé gran parte de la tarde con la piel de gallina.

Mientras avanzaba pasito a pasito por la avenida desierta, en dirección a la Plaza de España, mi yo más pesimista presentía una decepción mayúscula. Me curaba en salud: “Ya verás, no va a haber nadie”; “habrá cuatro gatos desperdigados y tendremos que irnos por donde hemos venido”. Pero cuando llegué a la plaza el corazón empezó a latirme con fuerza y los ojos se me pusieron como platos. No me lo podía creer. El llamamiento a través de la red de los indignados y los desencantados había cuajado más allá de cualquier expectativa.

Como soy una idealista incurable, me permití el lujo de soltar un par de lágrimas detrás de mis gafas de sol y de sentirme orgullosa de toda la gente que había alrededor de mí. Hasta llegué a plantearme seriamente que hay ESPERANZA, que el país “donde nadie se mueve” se está moviendo desde las entrañas y hasta las puntas del pelo. ¡Qué bonito!

Gracias a todos los españoles que ayer salieron a la calle para exigir un mundo mejor, el mundo que tendrán nuestros hijos, más allá de ideologías, creencias y política.

Hace un par de días vi en los informativos un prototipo de avioneta que funcionaba únicamente con energía solar. Cuando le preguntaron al ingeniero que la había diseñado sobre su aplicación a la aviación comercial, dijo algo así como: “Sería de locos decir que es posible, pero sería de idiotas decir que es imposible”.

Esta frase que tanto me llamó la atención fue el preludio perfecto de lo que sentí ayer.

Seamos locos. Es infinitamente mejor que ser idiotas.

http://democraciarealya.es/


martes, 26 de abril de 2011

De vuelta

¿Hola? Llevo tantísimo tiempo sin pasar por aquí que ya casi me da vergüeza asomar la cabecita :)

En fin, creo que hay tantas cosas de las que quiero hablar, que o escribiré un post de dos kilómetros o acabaré resumiendo tanto que no diré nada.

Bueno, como ya dije en varios comentarios por ahí abajo, he estado muy muy perdida debido a mis estudios. El año pasado decidí dar un enorme paso y ponerme de nuevo a estudiar, después de muchísimas dudas y muchísimo vértigo. Quería estudiar algo relacionado con el Diseño Gráfico, que me encanta, pero el caso es que, a nivel público, lo más parecido (si exceptuamos estudios abiertamente artísticos como Bellas Artes) es Diseño y Producción Editorial. Muchos de mis compañeros de clase se tiraron de los pelos en cuanto se dieron cuenta de que este ciclo se centra mucho más en la actividad editorial que en el diseño, pero en fin... Yo no me puedo quejar :)

Creo que lo más importante que me ha sucedido en los últimos meses, además de estar disfrutando con los estudios, es que he recuperado la motivación para volver a escribir. Y no es que ahora vea la quimera de publicar como algo más cercano o posible (más bien al contrario: conocer más de cerca el negocio editorial me está haciendo comprender hasta qué punto son importantes los beneficios y asegurarse de que una obra, ante todo, se venda bien, por lo que no es fácil apostar por proyectos arriesgados), sino porque estoy redescubriendo el encanto (que últimamente se me había hecho un poco difuso) de contar historias, sobretodo porque ahora no sólo me fijo en el contenido sino en el continente: cómo hacer que un libro no sólo sea bueno en lo que cuenta, sino que vaya acompañado de un formato, materiales, ilustraciones, maniobras de marketing que se adapten a sus características. Y es que todo forma parte de lo mismo: darle forma a las historias, hacerlas accesibles y atrayentes. No sé si alguna vez lograré publicar, pero de momento me encuentro con el proyecto de fin de curso entre manos: tengo que producir, de principio a fin, una obra literaria, y he optado por una de mis novelas infantiles. He tenido que realizar un estudio de la competencia, voy a tener que decidir materiales y formato, y estoy supervisando la creación, por parte de un artistazo en potencia muy cercano, de las ilustraciones. Y no, no es lo mismo que escribir, pero me parece otra faceta apasionante del proceso creativo.

También me gustaría hablar de cuánto estoy alucinando en los nuevos modos de contar historias, y es que últimamente la LIJ me está maravillando en ese sentido hasta el punto de hacerme sentir aún más criaja de lo que a veces soy :P. Cada vez son más las novelas interactivas que no sólo ofrecen una historia en formato libro, sino que complementan la misma a través de vídeos y pistas rastreables por la red, creando una confusa sensación de no saber dónde termina la realidad y comienza la ficción. Dentro de este estilo he terminado de leer recientemente Proyecto Amanda: Invisible, y no sólo he disfrutado con la historia, sino que estoy ahora disfrutando con todo lo que hay montado en la página web, pero no voy a extenderme con esto porque creo que podría escribir un post entero dedicado a ello.

Por lo demás, vuelvo a tener inspiración por primera vez en mucho tiempo. Dudo que pueda dedicarme mucho a escribir hasta que termine el curso, porque ahora me queda un mes y medio para terminar y voy a estar ocupadísima (bueno, como he estado desde octubre: en este ciclo no dan tregua), pero espero poder aprovechar en verano e ir dándole forma al nuevo proyecto. Tal vez me encuentro más animada porque hace tiempo que no me presento a ningún certamen y se ha ido diluyendo en el tiempo la sensación de desazón que supone no lograr nunca nada, pero, sea como sea, me alegro de volver a tener ganas de escribir.

Y por ahora poco más, que por mucho tiempo que llevase sin aparecer por aquí, no se trata ahora de hacerme cansina.

Hasta luego!

viernes, 4 de marzo de 2011

Amnesia

Alguna vez he defendido por aquí que poseer memoria de pez es una gran ventaja. Para convencerme a mí misma de que esto era más cualidad que defecto, me basaba en el siguiente hecho demostrable: como olvido, puedo leerme un libro varias veces sintiendo la misma intriga porque, salvo honrosas excepciones que me han marcado muy profundamente (en el alma, supongo), no recuerdo, como quien dice, ni quién era el asesino. Mi mente tiene la particularidad de diluir recuerdos —buenos y malos—, lecturas, conocimientos y hasta hechos de considerable trascendencia en mi vida.

Conmigo no sirve eso de “mecanismo de defensa para olvidar lo negativo”. Yo lo olvido todo, sin discriminar. El monstruo comerrecuerdos que vive en mi cerebro es completamente ecuánime.

Ya sé que todos olvidamos, que el olvido es algo normal, que nuestra memoria tiene capas y se dedica a borrar los datos superfluos mientras dormimos… pero tengo que admitir que llevo un tiempo en el que mis lagunas mentales han pasado de ser una especie de cháchara eterna —releo felizmente, no guardo rencor a nadie, el sufrimiento no se eterniza— a alcanzar extremos verdaderamente preocupantes.

Ahora, en ocasiones ofendo a la gente quedándome completamente en blanco en mitad de una conversación y preguntando a mi interlocutor con cara de susto: “Perdona… ¿de qué estábamos hablando?”. Y cuando digo “en mitad de la conversación” es algo literal, ¡ocurre en una fracción de segundo! Naturalmente, todos lo achacan a mi falta de atención o a mi considerable capacidad de enmimismamiento, pero prometo que no es así. Yo estoy poniendo los seis sentidos en mantener esa conversación y, de pronto, la tierra bajo mis pies se convierte en un precipicio. Y me caigo. Por más que intento recuperar el control, recordar de qué hablábamos… ¡Qué angustia, por favor! Es como cuando te aprendes la lista de la compra de memoria pensando que no te faltará nada y al final sabes que te dejas algo pero no logras recordar el qué hasta que llegas a casa.

Desde aquí mis disculpas a todos esos interlocutores ofendidos o simplemente sorprendidos, que no pueden creerse que una persona de mi edad y que se pasa la vida estudiando esté perdiendo sus conexiones neuronales por quién sabe qué misteriosos entresijos de la mente humana.

En realidad tener mala memoria (situación estática), o lo que es verdaderamente alarmante, ver que no para de empeorar (situación dinámica y cuesta abajo), es una muy mala noticia para mis tímidas aspiraciones literarias. Pero bueno… no es, desde luego, el único obstáculo que hay que saltar en estas lides. Y los saltaré. Vaya si los saltaré. Siempre y cuando, claro, que no se me olvide.

jueves, 10 de febrero de 2011

Vocación y felicidad

Eduard Punset -abogado, economista, divulgador científico y un largo etcétera, aunque yo simplemente le definiría como pensador con todo lo que esto conlleva- dijo ayer en la UIB, entre otras cosas, que:

"El secreto de la felicidad es saber elegir la vocación, nuestro elemento, lo que nos estremece y, luego, controlar esa vocación, profundizando en este conocimiento, esforzándose hasta lo indecible".

Me satisface mucho esta afirmación, porque yo soy una gran defensora tanto de las vocaciones como del placer del esfuerzo personal. De hecho, no creo que haya mayor satisfacción para alguien que proponerse metas que parecen inalcanzables, y alcanzarlas.

Como yo, muchos de los que entráis habitualmente en este blog ya habéis encontrado vuestra vocación y os esforzáis lo indecible por llevarla a cabo y profundizar en ella.

Es una buena noticia, ¿no? Significa, ni más ni menos, que estamos en el auténtico camino de la felicidad. Y eso, hoy por hoy, es un auténtico privilegio.

viernes, 28 de enero de 2011

Nu-e-va/es-cla-vi-tud

Un día pulsaré un botón (o daré una orden de voz) y un artilugio de nombre impronunciable (siglas y muchos números, pongamos por caso TSW-8100) me pondrá el pijama, me traerá una comida recién hecha a mi elección y después me lavará los dientes; elegiré un libro en la pantalla táctil de su barriga y él me lo leerá con voz robótica: “En/un/lu-gar/de/la/Man-cha/de/cu-yo…”. Quién sabe, quizá el fantástico e inigualable TSW-8100 hasta me arrope con mimo y me dé un beso de buenas noches.

Todo esto sucederá mientras, dos calles más allá, hay un hombre entre cartones muriendo de hambre, o de frío, que es más devastador. No me cabe la menor duda de que dentro de dos o tres siglos seguirá habiendo cartones y portales (o en su defecto bancos de parque o cajeros automáticos) en los que pueda dormir un paria en las noches de invierno. Y cada vez más.

Yo no duermo en ningún banco, y por ello parece que tengo que levantarme cada mañana dando las gracias a un ente imaginario: por tener trabajo, por tener ropa, por dormir bajo techo, por comer comida caliente. Y seguramente sea así, pero hasta cierto punto. Será así si establecemos la vida como algo comparativo, algo relativo a la existencia de otros y, por supuesto, mirando en todo momento hacia abajo. ¿Cómo tengo la desfachatez de quejarme cuando hay otros que están tanto peor que yo?

Pues me quejo porque aplico una visión global, es decir, por lo siguiente: ya es bastante con ver gente que lo pasa mal como para tener que vivir con la certeza de que en los años venideros habrá aún más gente que lo pasará mal; y que la que hoy lo pasa mal, mañana lo pasará peor.

Hoy tengo techo, hoy como, pero… ¿quién me garantiza que, tal y como están las cosas, no sea mañana una de esas personas que mueren entre cartones mientras, dos calles más allá, el TSW-8100 le lee El Quijote a mi “vecino”?

El sistema nos está empobreciendo para enriquecerse, y nuestro empobrecimiento nos hace esclavos. No sólo está mermando nuestros bolsillos: también nuestra cultura, nuestra educación, nuestros cuestionamientos. Nos está esclavizando de la peor manera posible: la psicológica, convirtiéndonos en rostros de boca abierta y baba colgando que miran sin saber qué.

¡Bienvenidos a la nueva esclavitud! Trabajad más horas, consumid, producid, consumid, producid, sacad el ocio del tiempo de sueño… Y seguid impasibles, no sea cosa que mañana no haya con qué comprarse el TSW-8100, que me han dicho que está a punto de salir al mercado.

Decía Einstein que el mundo es muy peligroso, no por las personas malvadas, sino por las que se quedan sentadas sin hacer nada.

Yo os insto a hacer algo: escribir. Tal vez toda esta reflexión no sea muy literaria; pero no hay nada que deje más huella en la literatura que el desencanto. Yo, que no sé de economía, ni de leyes, ni tampoco de armas, no conozco ninguna otra forma de rebeldía.

martes, 25 de enero de 2011

Dialogando

Creo que los diálogos no se me dan del todo mal. No sé por qué no los uso con mayor profusión y dejo que le coman un poco de terreno a la narración “pura y dura”. Cuando leo algo con bastante diálogo, si éste convence, noto dos efectos fundamentales:

1.- Los personajes se vuelven más tridimensionales (si es que esto es posible pues, en verdad, o lo son o no lo son), se hacen más reales o, al menos, más creíbles. Mediante los diálogos su carácter queda patente y se les pone en situaciones habituales, lo cual confiere veracidad y también ayuda a que, como lectora (o como ser humano, simplemente), conecte más con ellos. Hasta mis personajes me caen mejor cuando hablan, me los creo más, empiezo a entenderles.

2.- El texto resulta fluido y fácil de seguir, la carga textual se aligera. Esto, claro está, siempre y cuando no sea un diálogo megaculto requeteprofundo que habla sobre el origen de la humanidad y cosas por el estilo. Las páginas con diálogos bien trabajados, que se asemejen a las conversaciones reales, pasan volando.

Así pues, os propongo trabajarlo con el siguiente ejercicio que yo estoy llevando a cabo: coger un texto en forma narrativa en el que sucedan cosas entre varios personajes y convertirlo a “diálogo puro”, como si se tratase de una obra de teatro pensada para una representación.

Y hasta aquí el post de hoy.

Como veis, un poco corto, pero quiero intentar dar señales de vida con más frecuencia y por algún sitio hay que empezar a sangrar.

viernes, 14 de enero de 2011

Influencias peligrosas

Sé que un libro me ha marcado de por vida cuando, después de leerlo, paso semanas librando una lucha a muerte contra el demonio de la imitación. Una cosa es aprender con la lectura de un libro y otra muy distinta tratar de clonarlo. Pero cuando una obra me impacta, me llena, me hierve en la sangre, es como si embruteciera mi faceta de escritora. Tardo cierto tiempo en recuperar mi propia voz narrativa y siento palpitando en mis sienes una impotencia terrible: la de saber que yo jamás seré capaz de escribir algo así. Algo que te marca una letra a fuego como a una res de su propiedad y que te atrapa y te posee más allá del momento mismo de la lectura.

Lucho como puedo contra esa vocecita que habla en mi mente de una forma tan semejante al libro recién leído. Pero no tengo éxito. Llevo unos días en que todas las frases que me salen son en presente, en primera persona y están manchadas de sangre. De modo que he tenido que darle un respiro al libro que estoy escribiendo ahora mismo, dejarlo enfriar antes de que se contagie de las ideas de otro. Lo continuaré cuando hable yo y no la burda imitadora.

Porque –y los que la hayáis leído probablemente ya sepáis a qué me refiero– la obra que está escrita en primera persona y en presente es la trilogía de Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins.

Desde entonces sigo dentro de la arena y todavía no he conseguido salir. Jamás había leído un libro con semejante voracidad. Sabía que me dejaba llevar por una obsesión que rozaba lo insano, pero no deseaba ponerle freno. La historia es brutal en todos los sentidos de la palabra (aunque también hay amor, ternura, lucha, rebeldía…). Pero, sobretodo, es INTENSA. Asusta un poco el poder que puede alcanzar la literatura, lo hondo que puede llegar… Hasta puede trastocar nuestros puntos de vista.

Se habla con frecuencia de cuáles son los temas adecuados en literatura juvenil. Se menciona la sangre, y la muerte, y la violencia, y se debate durante líneas y líneas sobre si es o no es adecuado, y se habla de valores, y de protagonistas de buen corazón que lo dan todo por los demás y nunca se comportan de forma inadecuada, y más sangre, y más violencia… que si sí, que si no… La monserga de siempre, hasta que llega un libro brutal y violento que acierta de lleno en la diana del instinto y nos cierra la boca a todos. Ahí va un consejo influenciado por el demonio del que antes hablaba: olvidad por completo lo políticamente correcto. El ser humano no es más que un animal y elegirá al que necesite para sobrevivir.