viernes, 25 de junio de 2010

Vuelta a la carga

Bueno, ante todo, disculparme por mi presencia silenciosa en el blog durante los últimos días. He estado aquí, pero no me he hecho leer. Por supuesto he leído con gran interés el último post de Violet, que es de los más enriquecedores que se han posteado en este blog y que nos ayuda a no desanimarnos. Eso de que los jurados no son monstruos sin corazón me ha hecho mucha mella :)

Por lo demás, las obligaciones y la vida en general me están ahogando bastante. Siento que no tengo minutos para nada de lo que deseo hacer y, además, estoy corrigiendo dos obras infantiles que tenía un tanto olvidadas con la intención de enviarlas al Barco de Vapor. Si me da tiempo, claro está, de tenerlas a mi gusto para entonces (de ahí el título del post), cosa poco probable considerando que este año han adelantado el día de finalización del plazo. Por si no os habéis mirado las bases con detenimiento y pensáis presentaros, observad que en esta convocatoria acaba el 1 de septiembre. ¿Qué motivos habrán impulsado a la editorial SM a tomar esta decisión? Los ignoro, pero intuyo que se trata de una cuestión de tiempo. Con tantos originales como reciben, tener los finalistas y el fallo del jurado listos para el mes de marzo con la Navidad de por medio debe de ser un trabajo titánico…

En fin, sigo por aquí, aunque un tanto desaparecida… Esperemos que mi salud mental me dé una tregua para seguir escribiendo en el blog y fuera de él.

¡Feliz verano!

martes, 8 de junio de 2010

En el otro lado

No, no voy a hablar de la vida después de la muerte :P Estoy aquí para hablaros de mi experiencia como jurado en un concurso de literatura, de ámbito provincial, que viene convocando un importante centro educativo de Valencia desde hace años. Ya comenté algo el año pasado, ya que también formé parte del jurado, y, al igual que entonces, me reservo la información más concreta sobre el concurso, ya que no quiero destripar demasiados detalles.

Ya el año pasado me di cuenta de que tratar de valorar un conjunto de obras de la forma más justa no es tan sencillo como parece. Me resultó fácil localizar las obras más flojas, pero la cosa iba haciéndose más complicada a medida que aumentaba la calidad. Especialmente cuando me quedé con dos o tres relatos de calidad bastante similar, y sabía que tan sólo podía elegir a un finalista y un ganador. Al final puntué como mejor me pareció, y terminé contenta, pues mis dos obras elegidas (que no valoraba yo en exclusiva) quedaron finalista y ganadora (aunque a la inversa, mi finalista quedó ganadora y mi ganadora finalista), lo que me llevó a pensar que, después de todo, no tengo muy mal criterio :)

De todas formas, la cosa se quedó ahí. No pude llevarme más impresiones sobre el concurso porque me fue imposible acudir a la entrega de premios. Pero este año sí he podido. Ventajas de estar en el paro, supongo.

Este año debía valorar tres categorías en lugar de una, y también he quedado satisfecha, pues mis predicciones resultaron bastante acertadas, exceptuando pequeños cambios, tal y como sucedió el año pasado. Parece que soy especialista en elegir finalistas que luego quedan ganadores, y a la inversa :P

La entrega de premios me pareció muy emocionante. De hecho, ¡lo pasé fatal! Yo no tenía que hacer nada en particular, excepto estar ahí, pero creo que estaba igual de nerviosa que si hubiese estado esperando un premio para mí. Pero, al margen del aspecto emocional, me he llevado un par de conclusiones interesantes:

- Los miembros del jurado no son monstruos sin corazón. Me explico. Siempre me ha parecido un tanto injusto que una misma persona pueda alzarse con gran cantidad de premios, o ganar repetidamente uno en concreto. Es algo que hemos tratado mucho en el blog. ¿Hasta qué punto es normal que una misma persona gane muchas veces, negándole la posibilidad de ganar a un autor desconocido, nuevo? Pues bien, debo retractarme, en cierto modo, de mis quejas. En una de las categorías que tuve que valorar, fue elegida como ganadora la misma persona que había ganado el año pasado. Como no es posible que una misma persona gane durante dos convocatorias seguidas, no pudo llevarse el premio. Conclusión: valoré positivamente a la misma persona que el año pasado. Y no, no reconocí su mismo estilo, ni lo hice a propósito, ni había nada amañado. Valoré positivamente su obra porque, objetivamente, de todas las presentadas, me pareció la mejor. Esto me ha hecho darme cuenta de que no hay que buscarle tres pies al gato: es perfectamente posible que en un mismo concurso acabe destacando la misma persona. Es perfectamente posible que no se haya presentado ninguna obra de más calidad. Y es perfectamente posible valorar esa obra sin darte cuenta de que está escrita por la misma persona. Es decir, tal vez si la volviese a leer ahora, vería similitudes con la obra del año anterior, tal vez en la forma de expresión, tal vez en el estilo, pero lo cierto es que mientras estaba leyendo todas las obras no se me pasó por la cabeza que pudiese estar leyendo a los mismos autores, o alguno de ellos. Simplemente, no lo pensé, y valoré la mejor obra, a mi juicio. Desde luego que éste es un concurso mucho más pequeño que el BdV, por ejemplo. Tal vez sea más complicado considerar estas cosas en el ámbito de un concurso donde se presentan cientos de obras y donde, por mera estadística, siempre nos parece muy poco probable que, por medios justos, pueda destacar repetidamente un mismo autor. Pero ahora veo que es algo que sucede, y que, de hecho, he podido experimentar.

- En igualdad de condiciones, se valora la temática. Y me duele un poco reconocer que en eso suelo discrepar. Tal vez por eso tiendo a elegir finalistas que luego son ganadores, y a la inversa. Reconozco que, ante dos obras de calidad similar, me suelo decantar por la más extraña, la más inusual. Igual es porque me veo más reflejada, desde mi posición de Escribo cosas que luego no sé dónde demonios enviar. Creo que me parece más justo. Si leo una obra muy buena pero me da la impresión de que está contando algo más visto, más manido, me siento en cierto modo incapaz de elegirla como ganadora. Para mí es como si le faltase algo. Pues bien, he podido comprobar que suele suceder justo al contrario. Ante dos obras de calidad similar, se suele descartar la más extraña. Y, por contra, se elige la más bonita o emotiva, que en la mayor parte de los casos suele ser la más convencional. Esto me resulta un poco frustrante, pues viene a confirmarme la idea de que casi nunca se apuesta por lo diferente. Pero bueno, tampoco puedo quejarme, porque estamos hablando de obras buenas. De obras que, al fin y al cabo, fueron mis finalistas :)

Podría extenderme más, pero, en esencia, esto es lo más interesante y lo que más me ha hecho pensar. Lo que más me ha abierto los ojos, a nivel de comprender cómo funciona ese grupo de personas malvadas y terribles que deciden quién se lleva el ansiado premio.

Saludos!