Sé que todo el mundo tiene poco tiempo para escribir cosas que no sean sus propios libros, pero os propongo un ejercicio de composición infantil-juvenil en el que aparezcan las siguientes palabras que no tienen, en principio, ningún tipo de relación entre ellas (si queréis proponer otras palabras o ampliar la lista, adelante):
- Manzana
- Pecas
- Algodón
- Calendario
- Rencor
- Fiesta
- Tabaco
- Cacerola
- Mármol
- Anciano
- Horizonte
- Acidez
A ver qué tal sale... que conste que las acabo de escribir según me han ido saliendo, y que yo tampoco tengo ningún texto escrito que cumpla estos requisitos.
¡Un saludo!
Ikima, creo que son muchas plabras, pero veré a ver si se me ocurre algo.
ResponderEliminarQuería comentaros que he abierto un nuevo blog de reseñas. A ver qué tal va.
Anabel, me he estado leyendo la reseña del libro de Laura Gallego y he intentado hacer un comentario, pero no me ha dejado. ¿Sabes a qué puede deberse? Un saludo!
ResponderEliminarIkima, estoy todavía haciendo modificaciones, pero lo veré. Muchas gracias por decírmelo.
ResponderEliminarYa lo tenía todo preparado: los globos, las velas, los algodones de azúcar, los pasteles de chocolate y las tartas de manzana, aunque faltaban al menos dos horas para que llegaran los primeros invitados. Estaba emocionada. Iba a ser la primera fiesta que ofrecía desde que se mudó. Se sentó en una mecedora frente a la ventana y se limitó, pacientemente, a mirar al horizonte limpio y azul de aquel día de verano: no veía nada más que el cielo y la colina y los pájaros que volaban aquí y allá.
ResponderEliminarNo llevaría sentada ni diez minutos cuando vio a alguien asomar al fondo del camino. Se levantó, nerviosa, y se sacudió la ropa. Después se miró al espejo y comprobó que todo estaba en orden. Atusó ligeramente su media melena, volvió a asomarse a la ventana abierta y apoyó los codos en el marco. ¡Por fin llegaba un invitado! ¡Tan pronto! ¿Quién sería? Quizás fuera Klaus que había decidido llegar antes de la hora prevista... ¡oh! ¡Si fuera Klaus! Volvió a mirarse al espejo de reojo y se pellizcó las mejillas, odiando una vez más sus pecas rebeldes.
Tardó todavía un rato en comprobar, decepcionada, que no se trataba del muchacho. Ni mucho menos. Un anciano encorvado se aproximaba lentamente por el camino blanco. Esperó a que el hombre llegara a la puerta principal y tocara el timbre.
—Buenos días, Diana –le dijo el hombre.
—Buenos días –respondió, sorprendida. Él conocía su nombre, pero ella no había visto a ese hombre en su vida. Le observó detenidamente durante los segundos de silencio que siguieron al saludo. El hombre iba fumando un tabaco de olor nefasto. En la otra mano sostenía una especie de cacerola vacía, y atado al cuello, sobre el pecho, un calendario de veinte años atrás, con los días tachados con equis rojas. Su rostro era tan blanco como el mármol, y Diana tuvo la súbita sensación de que no era de este mundo. ¿Qué era aquel hombre? ¿Un ángel? ¿Un fantasma? Un escalofrío le congeló la garganta, y no supo qué decir.
—¿Qué desea? —logró articular, al fin.
—Vengo de parte de Klaus —sentenció.
—De… ¿de parte de Klaus? —preguntó Diana, entre emocionada y asustada.
—Me ha pedido que te diga que no le guardes rencor —sentenció el anciano.
—¿Cómo? Pero… ¿Por qué? ¿Por qué habría de guardarle rencor? No le guardo rencor a Klaus, todo lo contrario, yo…
El anciano sonrió ligeramente.
—Ya. Yo sólo puedo decirte esto, Diana. No tengo más mensajes ni, por supuesto, tengo respuestas.
Dicho esto, el hombre se dio media vuelta y comenzó a andar de nuevo por el camino, alejándose de la joven. Ésta observó que, a la espalda, también llevaba un calendario, aunque de veinte años más adelante, y con los números sin tachar.
Un regusto amargo, una ligera acidez desagradable, le invadió la boca mientras le veía marcharse, y tuvo la certeza de que Klaus no iría esa tarde a su fiesta, y que estaba lejos, terriblemente lejos de allí.
Disculpad los fallos y las repeticiones que hay en el texto, no lo he editado adecuadamente, pero bueno, sólo es un ejercicio. ¡Espero los vuestros! Un saludo.
ResponderEliminarA ver si mañana lo hago! Ikima, me ha encantado tu composición :)
ResponderEliminarYa me has dejado otra vez intrigada por saber cómo sigue. Espero que con el siguiente ejercicio uses las palabras para seguir la historia.. :)
ResponderEliminar¡Qué va! ¡Esto se queda así!
ResponderEliminarChicas, siento no haber colgado nada, pero estoy bastante liada con mi nuevo blog (problemas resueltos), y preparando la campaña de Navidad (cosiendo). A ver si me pongo en un rato...
ResponderEliminarAnabel, ¿qué coses para Navidad?
ResponderEliminarYo en cuanto pueda entraré a tu nuevo blog de nuevo a ver si ya me deja hacer comentarios.
Holaaaaaa (estoy viendo si esto funciona, que llevo un buen rato intentando colgar mi texto y no me deja!)
ResponderEliminarNo hay manera, no sé por qué me deja comentar, y sin embargo no puedo colgar el texto! :( Al principio me decía que era por exceso de caracteres, pero una vez solucionado sigue sin funcionar... En fin, mañana lo intentaré!
ResponderEliminarViolet, edita el post y lo cuelgas ahí, si te parece, y así podrás colgarlo!
ResponderEliminarMe senté en uno de los bancos de mármol de la estación, entre una mujer sepultada en bolsas de El Corte Inglés y un anciano que emanaba un olor a tabaco tan penetrante que estuvo cerca de marearme. Estaba cansada, y me molestaba el estómago. Siempre me entraba acidez en épocas de nervios. El hecho de haber comido sólo una manzana y un par de galletas en todo el día no ayudaba gran cosa a sentirme mejor, pero había sido incapaz de ingerir nada más.
ResponderEliminarMenudo imbécil. ¿Por qué había tenido que venir otra vez a esperarme al trabajo? Claro, sabía que cuando hacía eso yo no tenía escapatoria, tenía que escucharle sí o sí. La excusa, esta vez, había sido invitarme a su fiesta de cumpleaños. Como si yo tuviese algún interés en ir. Rencorosa, me había llamado. No se trataba de rencor. Se trataba de decepción. Jamás podría perdonarle lo que había hecho, porque mi confianza en él se había hecho añicos. Eso era peor que el rencor. Y, además, irreversible.
El metro llegó. Me puse en pie y me dirigí al último vagón, como siempre.
Me separaban ocho estaciones hasta llegar a casa, dos de ellas subterráneas y las demás al descubierto. Casi todas las estaciones de los pueblos de las afueras de la ciudad eran descubiertas, y me encantaba que fuesen así. Las subterráneas siempre me habían parecido un poco deprimentes.
Clavé la mirada en la ventana de enfrente, que me devolvía mi propio reflejo, un poco distorsionado. Observé mi rostro salpicado de esas pecas que todos decían que me daban un aire de niña pequeña, aún a mis casi veintiocho años.
La luz del día me sobresaltó. No me había dado cuenta de que habíamos pasado las dos primeras estaciones. Observé con extrañeza que el cielo se mostraba gris y plomizo. No hacía ni media hora, el sol brillaba con todo el ardor de una tarde de julio.
Fue entonces cuando reparé en que no había nadie en mi vagón. Algo raro, pues el metro solía ir bastante lleno a esas horas. Me dispuse a echar un vistazo al resto de los vagones.
No había nadie.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Me sentí helada, como si mi camiseta de algodón no bastase para abrigarme en una calurosa tarde veraniega. Para alimentar más mis nervios, advertí también que, de hecho, el metro no se había detenido desde que había entrado en él. Había viajado tan absorta en mis pensamientos durante el tramo subterráneo, que ni me había dado cuenta.
Miré a través de las ventanas, y comprobé que el paisaje no me resultaba familiar. Tan sólo observaba áridas llanuras que se perdían en el horizonte, extensiones grisáceas salpicadas por algún que otro árbol solitario.
Todo empezó a dar vueltas a mi alrededor. ¿Qué diablos ocurría?
Me dirigí rápidamente a la cabina del conductor, atravesando, tambaleante, todo el metro vacío. Golpeé la puerta con brusquedad.
-¡Por favor! ¿Qué ocurre? ¿A dónde vamos? ¿Por qué no hay nadie?
La puerta se abrió. Me encontré con un señor de rostro severo, ataviado con el uniforme de la compañía ferroviaria.
-¿Por qué no paramos en ninguna parte? ¿Dónde estamos?
El hombre, sin abrir la boca y sin prestarme la menor atención, se dio la vuelta y volvió a entrar en la cabina. Fui tras él, negándome a permanecer fuera, sola y sin respuestas.
En cuanto entré, me horroricé. Dentro de la cabina, sentado ante los controles del vehículo, se encontraba un hombre con una cacerola en la cabeza, como una especie de casco absurdo. Advertí que, a su izquierda, había colgado un calendario, y casi me desmayé al comprobar que éste no era más que una sucesión de ceros. Año cero, días cero. Todo cero.
Ninguno de los dos hombres dijo nada, ni movió un sólo músculo. Salí de la cabina, mareada, trastornada, y me dejé caer en uno de los múltiples asientos vacíos.
Y entonces, sólo entonces, busqué con la mirada el panel indicativo del destino del metro: “Fuera de Servicio”.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAl fin he podido! Creo que he violado un poco la norma de que la composición sea infantil-juvenil, pero es lo que me ha venido a la cabeza con estas palabras! :P (tenía ya ganas de escribir algo sobre esos metros inquietantes que vienen con el cartelito de "sin servicio")
ResponderEliminarJajaja, yo también tenía esa sensación! Aún no he podido leérmelo, a ver si encuentro un hueco a lo largo de la mañana!
ResponderEliminarViolet ya me lo he leído, ¡he sido rápida! Me ha encantado... vamos he pasado miedo, incluso. Lo bueno de forzar a escribir un texto con unas palabras prefijadas es que pueden surgir cosas surrealistas bastante consistentes...
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado! El tuyo también me encantó, y, de hecho, me gusta cada vez más conforme más lo leo, me parece súper inquietante. Con ejercicios como éstos al final haremos una antología de terror absurdo, o algo así xD
ResponderEliminarA ver quién se anima ahora :)
Jajaja, a mí el absurdo y el surrealismo me encanta. Leí hace poco, aunque no recuerdo dónde, que según un estudio, las obras absurdas como las de Kafka (aunque aún no he leído ninguna obra suya, lo tengo pendiente) enganchan al lector y le marcan por presentar situaciones distintas a las que éste podría esperar, y la sorpresa hace que te deje una huella en el subconsciente, o algo así. No sé si es cierto pero a mí simplemente me encanta, y me gustaría cultivarlo.
ResponderEliminar¡Cuando quieras propón un nuevo ejercicio!
Oye y digo yo… por qué no os proponéis algo así como una historia en cadena?? También sería un ejercicio interesante. Uno publica un fragmento, otro lo ha de seguir y así sucesivamente… nunca jugasteis cuando erais niños?? Al final salía una historia de lo más emocionante!!!
ResponderEliminar¡Es una gran idea! ¿Lo llevamos a cabo? ¿Qué os parece?
ResponderEliminarPodemos intentarlo a ver qué sale ;) (con nuestras propuestas, algo terrorífico seguro! :D).
ResponderEliminarPor cierto, para los que se animen a participar, ¿cómo lo hacemos? ¿Se postean los siguientes fragmentos en comentarios? (Imagino que así sería lo mejor, para que nadie se pierda con la historia, en caso de que al final se continúe con más de una).
Sigo sin saber nada del premio Leer es Vivir, así que ya me doy por no finalista. La putada es que la editorial no informa de los pasos, así que no sé si realmente han llamado ya a gente o no, pero teniendo en cuenta que ya se acaba el mes, imagino que estará ya todo en marcha :s
Hola Ikima, estoy cosiendo unos telones para unos cuentos infantiles y escribeindo los cuentos, preparando la producción.
ResponderEliminarMe gusta la idea de hacer un relato en cadena, a ver qué pasa, pero como digo estoy un pock liada. A mi blog nuevo le estoy echando horas para añadir elementos y gadget. Ahí tenéis una relación de editoriales juveniles para mandar vuestras obras.
http://laventanadeloslibros.blogspot.com
Violet, ¿qué editorial es?
Es la editorial Everest, pero en la web no aclaran nada. No hay ninguna nota de prensa nueva. He visto que, en la sección del premio, aparece como premiado "Los O.T.R.O.S." en el 2009, pero en realidad ese libro ganó en la pasada edición, así que de este año no sé nada aún :s
ResponderEliminarSuena bien lo que estás preparando para Navidades! He visitado tu nuevo blog, en cuanto tenga más tiempo lo veré con más detalle :)
Suerte, Violet. De verdad, te deseo mucha suerte. En esto hay que tener mucha suerte, pero no nos desanimemos si no ganamos.
ResponderEliminarSi estás en Valencia estaremos trabajando en el CC El Saler haciendo cuentos cortitos.
En breve convocaré un concurso en mi blog con de los dos mejores libros que se han publicado en literatura fantástica (al menos para mí). Ya os diré algo.