viernes, 12 de junio de 2009

Típico, tópico y clicheniano

Mientras hacemos tiempo para que todos podamos comentar el texto de Azaria y continuar así con los demás participantes, os dejo aquí un post de “reflexión”, por llamarlo de algún modo.

A raíz de los comentarios realizados sobre los textos de la primera propuesta, se me ha ocurrido escribir acerca de los clichés literarios. Son un tema que nos preocupa. En especial, 47 ha remarcado bastante este “vicio” o “defecto” de algunos escritores. Y es cierto: los clichés, los tópicos, están ahí, y tal vez sea conveniente huir de ellos, no dejarse engatusar por frases que nos suenan bien por el simple hecho de haberlas leído una y otra vez.

Es algo así como esa persona que, al conocerla, nos choca por algún rasgo de su físico o de su carácter. Y al final, cuando hace mucho tiempo que la conocemos, nos pasa inadvertido. O decimos: “Pues a mí ya no me parece tan… X”. ¿Significa que ha dejado de ser o de tener lo que nos desagradó en un principio? Seguramente no. Pero nos hemos acostumbrado.

Por ello, el cliché y el tópico rozan la costumbre, y como todo lo rutinario y lo costumbrista, requiere de innovación para romperlo. Desgarrar los clichés, hacerlos añicos, es algo positivo para la evolución en todos los campos de la vida.

Pero la evolución siempre va en un sentido o en otro, y podemos elegir el camino incorrecto: no todas las formas de romper clichés mejoran el propio cliché. A veces, lo empeoran. Perdernos en metáforas complicadas y extrañas sólo para que nuestra escritura tenga un estilo propio, o para que nadie nos pueda acusar de típicos y tópicos, también hace mucho mal.

Cuando para describir una situación o un sentimiento no se nos ocurren más que metáforas manidas y requeteutilizadas, lo mejor es recurrir al lenguaje simple y sencillo, a la concreción, y olvidar el uso de metáforas. Ya llegará en otro punto del texto el momento de utilizar una que sea completamente nueva y sorprendente. Esto, la concreción y la metáfora ambas en su justa medida, equilibrarán nuestro texto.

Quiero decir que “los dientes como perlas” pueden ser simplemente “dientes blancos”, que "el sol que brillaba sobre sus cabellos" puede ser simplemente “atardecer”, y que unas “lágrimas que empiezan a surcar sus mejillas” pueden ser simplemente “echarse a llorar”. Es más, una mujer de dientes blancos que se echa a llorar al atardecer puede tener otros detalles igualmente concretos que llamen nuestra atención, y que nada tengan que ver con todo esto. A lo mejor tiene más sentido hablar de la cicatriz de su rodilla, o de la uña del dedo meñique extrañamente más larga que las demás. O de que llora ácido sulfúrico y se le desprende la retina.

Otra forma de romper clichés, huir de ellos, es, sencillamente, un cambio de enfoque. Pero lo que pasa en muchas ocasiones es que los usamos porque deseamos que el texto avance, porque lo que de verdad queremos decir, lo importante, está tres líneas más adelante, y mientras tanto metemos un poquito de paja que ni nosotros mismos sabemos qué pinta ahí. Seguramente, errores de principiante, siempre pulibles.

Bueno, este es mi punto de vista en este tema. Seguramente mucha gente no lo comparta, al menos en algunas consideraciones. Para eso estamos, para debatir.

Para acabar, recomiendo la lectura de este post de Sergio Parra:

Aunque considero (y que me disculpe) que mezcla un tanto la frase hecha con el cliché, y en eso no estoy muy de acuerdo. No es lo mismo. Una frase hecha, a veces, puede venirnos al pelo.

15 comentarios:

  1. Realmente, Ikima, has escrito un post con tal concreción y sensatez que poco más se puede añadir.

    Para mí, que de vez en cuando tengo que leer y dar opinión sobre textos ajenos, el vicio del cliché es uno de los más extendidos, y que más rápidamente pueden arruinar una lectura (incluso lecturas potencialmente buenas). Y no es que los buenos escritores no recurran involuntariamente al tópico, pero en sus revisiones deben ser capaces de detectarlos y corregirlos. Por eso el cliché siempre me da la impresión de una labor descuidada y poco concienzuda.

    La teoría del extrañamiento del formalista Victor Shklovsky sostenía (yo creo que con mucho acierto), que el lenguaje cotidiano hace que nuestra percepción de la realidad pierda frescura, transformándose en un código hueco y funcional. La literatura (o al menos algún tipo de literatura) debería ser capaz de llamar la atención nuevamente sobre el lenguaje, sobre sí misma, renovando la percepción. Debe ser “extraña”, y una cosa siempre es extraña en comparación a lo que, en un momento y un canon, se considera “normal”. Por eso, por muy potente que sea la imagen de un cielo “que arde en llamas a la puesta del sol”, una vez que se ha estandarizado resulta tan efectiva como “atardecía”. O peor.

    En fin, estoy “repitiéndote”.

    Solo insistir en que, ciertamente, buscar un lenguaje rebuscado sólo por resultar originales tampoco suele funcionar. No si ese lenguaje no sale, de algún modo, de nuestra propia percepción, de un gusto personal por utilizar el lenguaje, de una diversión.

    Menudo rollo he metido. Gracias por el link. A cambio te dejo esta pequeña lista de clichés de expresión. Sería divertido que los demás aportaran otros:

    -Sus cuerpos se fundieron en uno solo.

    -Un grito desgarró la oscuridad (o la noche, o la medianoche, o las tinieblas...)

    -El sol le acariciaba las mejillas.

    -Su pecho estaba oprimido por el dolor (el pobre verbo "oprimir" solo se usa para esto y para hablar de "los pobres y oprimidos")

    -Ah, y un cliché cinematográfico que odio: el del escritor delante de su máquina de escribir que arruga una hoja, y al rato... ¡primer plano de su papelera llena de hojas arrugadas! Grandioso. ¿Quién lo usaría por primera vez?

    ¿Alguien nos dice los suyos?

    Saludos.

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  2. Creo que el primer cliché del escritor que arruga hojas y las tira a la papelera salía en "Se ha escrito un crimen", donde Jessica Fletcher escribía novelas de misterio y resolvía crímenes. Al menos yo recuerdo eso: ella ante la máquina de escribir, tirando papeles. Pero igual me juega una mala pasada mi memoria, que a veces ocurre.

    Se me ocurren otros clichés, como por ejemplo:

    - Le temblaban las piernas de emoción/miedo...

    - Un escalofrío le recorrió la espalda.

    - El corazón le latía fuertemente en el pecho.

    Ahora mismo no se me ocurren más. He puesto estos tres porque yo tengo tendencia a usarlos en distintas variantes, y me gustaría saber qué puedo hacer para sustituirlos o suprimirlos sin dejar de decir lo que quiero decir. Siempre es más fácil aconsejar y mejorar un texto ajeno que el propio...

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  3. Por cierto, reflexionando respecto de lo que has dicho de la máquina de escribir, me he dado cuenta de que los clichés no son sólo palabras. Quiero decir, que no sólo una frase hecha puede recibir este nombre, sino también las acciones. O sea, si yo en mi novela describo a un escritor en su máquina de escribir tirando hojas y hojas que no le convencen a la papelera, aunque lo diga con palabras muy novedosas y diferentes, seguirá siendo un tópico.

    Otros errores que se me ocurren del mismo estilo son las generalizaciones: el poner cualidades a todo un grupo basadas en prejuicios que circulan por la sociedad.

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  4. Estoy de acuerdo con 47, muy interesante el post :) No he tenido mucho tiempo estos últimos días para pasarme por aquí, y ahora sigo sin tenerlo, pero comento para que no se me acumule la faena!

    Sí que es cierto que hay que huir de lo que otros tantos han escrito. Hay que encontrar nuestra propia voz, y en cierta manera aprender a expresarnos cuando escribimos como haríamos cuando hablamos (aunque obviamente nunca puede ser igual). No tiene sentido recurrir a una determinada expresión que jamás utilizaríamos en nuestro lenguaje hablado, tan sólo por pensar que queda bonito literariamente, especialmente si ya lo hemos leído en mil obras.

    Sin embargo, a veces dudo mucho de que los críticos, en general, valoren la capacidad de innovación. En el informe literario que me hicieron hace poco, por ejemplo (y quedé muy contenta en general, no quiero desmerecerlo), me corrigieron en un momento en que yo me refería a un color "rojo como las entrañas", indicándome que quedaba demasiado brusco y que era mejor utilizar un símil como la sangre. Por supuesto que el símil de la sangre es adecuado, pero también está más visto, y además yo quise utilizar lo de las entrañas (que además he usado alguna vez hablando xD) porque pensaba que quedaría gracioso dado que la historia, en general, tiene un trasfondo tenebroso. De igual modo me corrigieron algunas expresiones que, por muchas vueltas que les di, no encontré motivo para suprimirlas. Así que no sé.

    Realmente estoy un poco espesa, así que no sé si me estoy explicando muy bien xD Ando unos días un poco desanimada, porque a veces dudo muchísimo de mi capacidad de prestar atención a todo lo que se considera importante a la hora de escribir. Me he dado cuenta estos días leyendo vuestros textos: creo que en mi caso, cuando un texto me gusta o no me gusta, es algo más bien visceral. Pocas veces me siento capaz de hacer notar errores gramaticales, a menos que sean muy evidentes. Y me alegro de que en mi informe literario hayan puesto de relieve algunos de mis defectos que yo ya conocía y que estoy intentando subsanar. Pero me da la impresión de que, en general, escribo dejándome llevar por lo que pienso o siento, y no me detengo lo suficiente en la presunta corrección o no del texto. Y creo que eso no es bueno :S

    Así que, en definitiva, sí, me da la impresión de que hay que encontrar la voz de cada cual... el problema es que a la vez hay que ser terriblemente correcto, y eso es lo que no llevo tan bien.

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  5. Violet, si te sirve de "consuelo", yo escribo a mano, prácticamente siempre a mano. No suelo forzarme a escribir, sino que más bien espero a necesitarlo. (Todavía tengo una visión muy romántica de la literatura). Cuando empiezo a escribir lo hago muy deprisa, sin fijarme demasiado en la corrección. Simplemente escribo la escena que se ha plasmado en mi mente, sin parar, porque si paro siento que pierdo detalles importantes. Cuando acabo siempre me duele la muñeca (la izquierda). Y me quedo muy satisfecha. Después cojo el texto de mi cuadernito y empiezo a pasarlo al ordenador. Ahí, claro está, me doy cuenta de muchos errores que he cometido. Mientras voy pasando a limpio el texto hago algunas correcciones, sabiendo que todavía no tengo más que un borrador. Continúo con mi historia del mismo modo, y cuando está acabada (aunque de vez en cuando leo texto pasado para que todo encaje) entonces es cuando la leo de principio a fin. Para ese entonces ya ha pasado tiempo suficiente, hay bastante distancia con el texto que leo, como para poder ver los fallos de forma más evidente. El texto necesita reposo. No recomiendo una corrección exhaustiva en el mismo momento de escribirlo (o al menos a mí no me funciona). Y sobretodo, cuando corregimos, conviene ser muy críticos y muy exigentes, corregir sin piedad. Si después de hacer esto a conciencia hay un informe literario que te dice cosas con las que no estás de acuerdo, plantéate si es sólo algo subjetivo, y no hagas caso. Personalmente, me gusta mucho más "rojo como las entrañas". ¡Esa palabra me encanta! A lo mejor la persona que te ha dicho que sonaba "demasiado brusco" es una apasionada de las historias de amor... No somos infalibles.

    En fin, te he soltado un buen rollo jeje. Espero haberte animado. Yo también estoy en época de vacas flacas.

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  6. LLevaba días sin aparecer por aquí. Con respecto a los clichés, utilizo algunos, pero por qué no utilizarlos. Si a alguien le tiemblan las piernas de puro miedo, qué puedo poner. En ocasiones me gusta leer esas cosas en las novelas. Igual no soy muy originla, pero quién lo es. Hay autores que suelen innova mucho con su escritura, pero sus historias no me llegan o suelen repetirse hasta la saciedad. Me sorprenden la primera vez que un escritor haga giros inesperados, pero cuando los repite una y otra vez se le ve el plumero. Los informes suelen ser subjetivos. Lo que me gusta a mí no le puede gustar a todo el mundo.
    Saludos desde La ventana de los sueños.

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  7. Bueno, el porqué no usarlos... Yo creo que para diferenciarnos. No hace falta ser absolutamente originales, pero tampoco clones. Estamos en un mundo muy competitivo. Hay mucha gente que desea publicar, dedicarse profesionalmente a ello. El otro día estuve en la sección de libros del Corte Inglés (admito que no suelo ir mucho ni a centros comerciales, ni a librerías... más bien voy a la biblioteca o compro libros por internet). Empecé a ver obras, y obras, y más obras... Me entraron ganas de llorar. Pensé: ¿cómo voy a lograr alguna vez publicar un libro con tantísimos libros como hay ya? Y si lo logro... ¿cómo voy a lograr que mi libro se venda entre esta marabunta de ofertas?

    Ya es difícil diferenciarte aún siendo original. Todo lector, cuando va a comprar, ve simplemente libros, con ilustraciones de portada, títulos y sinopsis más o menos atractivos.

    Si nada nos diferencia del resto... ¿quién apostará por nosotros? ¿Quién nos comprará? También podrías decirme: por lo que se desmarca tampoco apuesta nadie. Pues puede ser.

    Seguro que todos utilizamos clichés en mayor o menor medida, pero si abusamos de lo típico argumentando que nadie hoy en día es original, podemos convertirnos en clones. Y eso no es literatura.

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  8. Hola a todos,
    Ikima, yo voy mucho a librerías grandes, tipo la del Corte Inglés, porque puedo ojear muchos libros de todo tipo. Y normalmente me sorprende que haya publicadas tantas cosas malas. Sinceramente, no creo que haya más de un quince o un veinte por ciento realmente bueno entre todo lo que se publica.
    Cualquiera de los principios que habéis escrito me parecen mucho más atractivos, frescos y originales que los que hay en muchos libros ya editados. Y entonces a mí me da por pensar que si ese libro está publicado ¿por qué no uno mío? Ya os he dicho alguna vez que en general soy bastante optimista…
    En cuanto a la originalidad, también creo que es relativa, en el sentido de que lo que puede hacer que una historia sea original es el enfoque. Harry Potter o Crepúsculo tocan temas manidos hasta la saciedad (magos buenos y malos, y vampiros), pero lo hacen con un enfoque diferente y eso es lo que les hace ser originales. Seguro que podríamos encontrar unas cuantas expresiones tópicas como las que comentáis en cualquiera de ellos, pero su enfoque es tan original, que no importa.
    Además, para mí hay algo fundamental para identificar un buen libro, y es que te intrigue, te atrape, casi te obsesione. Que estés deseando llegar a casa para seguir leyendo, que no puedas hacer otra cosa. Me llama mucho la atención que haya gente que se lea un libro y se lo termine casi por obligación, aunque le aburra. Yo al menos soy incapaz.
    Y una última reflexión. Alguna vez he mencionado no voy a presentar lo que estoy escribiendo a ningún concurso. Sin embargo, me he propuesto terminarlo antes del 15 de octubre, fecha tope de presentación para los concursos de SM. Trabajo mejor con presión. Tengo días malos y semanas malas en las que apenas avanzo. Pero si tengo un objetivo marcado, me obliga a trabajar aunque no esté muy animada. Y tarde o temprano las cosas se enderezan y me vuelven a salir bien…hasta que tengo un nuevo bache. Empiezo a pensar que esto es así y lo he asumido como parte del proceso creativo. Recordarlo en los días malos me ayuda a no desanimarme tanto.
    He leído poco sobre lo que habéis escrito, pero creo que tenéis talento, ilusión y si me permitís la expresión, también un buen poso literario. Seguramente merecéis publicar tanto como muchos que ya lo han conseguido, pero sólo lo conseguiréis perseverando. Cuando leo que tenéis libros sin acabar, me dan escalofríos. Seguramente son historias originales, en la que habéis puesto un montón de tiempo, esfuerzo e ilusión. Dejarlas paradas creo que sólo ayuda a crear desánimo y algo de frustración. Hay veces que es mejor un no por respuesta, que quedarte con la duda de si lo hubieras conseguido.
    Ikima, es verdad que hay mucha gente muy buena (y muy mala), luchando por dedicarse a esto, por publicar, y también por vender. Pero ¿por qué no podemos conseguirlo nosotros? No creo que haya recetas para hacer las cosas bien, aunque sí muchas para no hacerlas mal. Tal vez sean las únicas que debamos tener en cuenta, y para lo demás, ser nosotros mismos, tanto como nos sea posible.
    Bueno creo que he escrito un post larguíiiiisimo, y ya no sé si digo algo con sentido o divago. Ánimo a todos y saludos.
    María

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  9. Hola! Estoy de acuerdo, en parte, con lo que decís todos. Sobre lo que dice Anabel; está claro que un modo innovador de escribir no va a hacer que la obra, argumentalmente, sea genial. Si la historia no te interesa, no te llegará, porque siempre hay cosas que nos atraen más que otras y hacia las que estamos más receptivos. Sin embargo, el modo de escribir, innovador o no, más correcto o menos, o más personal, o más transgresor, sí influye. En mi caso, creo que lo que suele provocar que una obra me obsesione suelen ser dos cosas: lo cercana que me siento hacia lo que me están contando, y la personalidad de los personajes. Eso, por lo tanto, significa que si un argumento no me llega, no me interesa, tanto da que la escritura me guste más o menos. Pero sí es cierto que me han llegado a obsesionar libros con arcos argumentales muy básicos, muy simples, totalmente faltos de original, sólo por la forma de contarme la historia o los personajes incluidos en ella.

    Sobre lo de conseguir publicar y vender... No sé, tal vez esté muy equivocada, pero siempre he pensado que lo que escribo tiene su público. No dudo que alguien se interesaría en mis obras si éstas se encontrasen en las librerías; tal vez porque cuando yo voy a comprar libros, nunca me fijo en lo que se fija todo el mundo. De hecho, pocas veces opto por libros que se han convertido en best sellers o de los que media humanidad me ha hablado bien. Es una manía, pero suelo desconfiar. Prefiero mirar mucho, leer argumentos y optar por lo que más me llama, y poco me importa si se trata de un escritor desconocido o de una editorial de la que no he oído hablar en mi vida. Por eso tengo la esperanza de que exista mucho público así y de que una obra mía pueda vender, aunque sea poco. El problema es el de siempre, que desgraciadamente la persona que tiene que decidir que nuestra obra llegue a ver la luz es alguien muy lejano, alguien que no nos conoce, que simplemente sabe de nosotros y de nuestra obra lo que tiene delante, y que seguramente la acabará juzgando con un alto grado de subjetividad, lo que por otra parte es inevitable.

    Lo que más me desanima es lo que ya comenté ayer, que muchas veces dudo de ser capaz de escribir todo lo correctamente que se requiere. Y no me refiero a que me guste cometer errores o ignorar toda regla ortográfica o gramatical. Nada más lejos. Pero creo que la literatura no es algo tan simple como "esto está bien escrito y esto no". Hay muchas formas diferentes de expresarse, de expresar nuestra impresión sobre una misma realidad, y de todas esas formas no sólo una tiene que ser correcta.

    Ikima, gracias por contarme cómo sueles trabajar. Yo, siempre que puedo, también prefiero escribir primero a mano. Lo que pasa es que al final sólo lo hago con las historias de extensión corta o media, porque si voy a escribir una novela muy larga, pierdo mucho tiempo escribiéndolo todo dos veces (tal vez de disponer más tiempo sí lo haría así en todos los casos). Estoy de acuerdo en que hay que dejar reposar lo que se escribe; yo, aunque estoy escribiendo mi novela a ordenador, también evito corregir inmediatamente. Si lo intento, soy incapaz de localizar los errores, mientras que si dejo la obra descansar, es como si saliesen solos. Pero, claro, igual de todos modos los errores que soy capaz de detectar por mí misma no son suficientes.

    María, yo tengo bastantes historias inacabadas. Sin embargo, no suelo deshacerme de ellas, sino que las dejo aparcadas hasta que llega el momento de retomarlas. A algunas no les llega nunca ese momento, pero a otras sí. Hace poco precisamente estuve releyendo los últimos capítulos de una novela que comencé hace un par de años y dejé incompleta, y aunque en su momento no supe qué hacer con ella, no descarto retomarla. Creo que, si no encuentras el camino para continuar con una historia, está bien dejarla aparcada. Pero descartarla por completo, eso sí que no.

    Hoy estoy un poco más animada, el fin de semana me ha cundido mucho y estoy a punto de terminar mi novela, y sólo eso ya me alegra :)

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  10. Por cierto, yo sí encontré el otro día, en la librería París-Valencia, "Se vende mamá". Y estaba bastante visible. No lo compré porque le había echado ya el ojo a varios libros, pero lo tengo pendiente para cogerlo más adelante.

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  11. El otro día fui a una libería que hay detrás de mi casa y pregunté por El salvaje. Curiosamente no la tenían, por lo que la dueña llamó a la editorial o al distribuidor, no sé muy bien, para reclamarles la novela y preguntarles el por qué no les había llegado. Según esta señora le llega casi todos los días un montón de libros de Sm que tiene que devolver, porque si los profesrores no lo recomendaban no los solían vender, quedaban muertos de risa en la estanteria. Esta mujer me comentó que algunos eran insustanciales y plagados de tópicos, pero como los había publicado esta editorial, los profesores lo recomendaban a su vez a sus alumnos. Según ella hay profesores que no se quieren comer la cabeza en buscar temas atractivo para sus alumnos.

    No sé cuánta verdad hay en esto, pero me da por pensar que cada editorial quiere ua cosa diferente. Hay editores que prefieren lecturas fáciles, otras que quieren temas más románticos u otras que quieren temas más sociales. Así que yo seguiré escribiendo lo que me gusta, así como si un editor me propone algún cambio, yo lo aceptaré. Creo que es importante saber qué temas busca una editorial para lueg no llevarnos estos disgustos.
    Saludos desde La ventana de los sueños.

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  12. Creo que al profesorado le damos demasiada importancia, y son personas normales. Yo creo que seguro que es completamente cierto todo lo que te dijo esta mujer, Anabel. Sin duda. Yo he estado dentro del mundo de la enseñanza. Bueno, desde que estudié la carrera y había compañeros convencidos de dedicarse a ello, hasta que hice el curso de aptitud pedagógica (que lo hacíamos prácticamente todos, por si acaso). Vale que estamos hablando de la rama química y científica en general, pero estoy segura de que ocurre a todos los niveles: muchos de mis compañeros son profesores porque no tienen otra cosa. No hay vocación, ni deseos... es lógico que si los alumnos se encuentran con un profesor de Lengua y Literatura que se lo es por este motivo, tenga pocos deseos de transmitir ilusión a sus alumnos. Después, cuando di clases, comprendí que había allí dentro profesores para ganar un sueldo, y punto (cuando más pronto y con menos problemas acabe la clase, mejor) y otros con verdadera vocación didáctica. Estos, por supuesto, los menos. Leerse gran cantidad de libros y analizarlos según la preferencia y el posible gusto de los alumnos es un esfuerzo considerable que sólo se puede hacer por gusto, no por obligación.

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  13. Lo tengo que decir:¡Coño, cómo ha avanzado ésto! Me desconecto el fin de semana y caray qué cantidad de comentarios.Me da muchísima alegría.

    Bueno, ya sabéis que a mi me encanta el refranero español así que voy a hacer uso de él: "En el término medio está la virtud".Ni hay que exagerar usando clichés ni hay que dejarlos de lado.Puede ser tan malo usarlos en exceso pero creo que un desuso de elos no nos llevará a ningún lado.La literatura tiene eso.Si usamos un lenguaje demasiado sencillo pecaremos de escribir coloquialmente y a lo mejor eso nos puede llevar a la tumba literaria.

    Según lo que exponéis algunos no podríamos entonces hablar de nada: vampiros, amor... son temas muy tocados ya en literatura y pueden considerarse temas muy rutinarios pero os pregunto ¿sobre qué escribir? Ya os lo expliqué en otro post.Tenemos que ser originales dentro de los clichés y triunfaremos.

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  14. A ver, ser original, o no serlo..
    Tema que estamos tratando de desmenuzar desde que creamos este blog, no.
    Pues, sigamos. Hablando de cliches, yo opino que a veces es tan inevitable como todos esas coletillas que cometemos al hablar o que decimos sin parar para ilustrar sensaciones, movimientos o caras de los demás.

    Es normal que al contar una historia, digas, a mi se me quedaron los ojos como platos, o me meaba de la risa, por ejemplo, sin que nadie te diga, hija, qué poco original eres. Y desde luego, te entiendan perfectamente, e incluso se rían a carcajadas.

    A veces al escribir no podemos evitar soltar lindezas de ese tipo. Temblar como un flan o rechinar de dientes, por ejemplo, porque lo decimos sin pensar.

    NO digo nada de los temas, de las descripciones de personajes o de las historias, que casi todas parecen sacadas de otra historia, de otro libro o como si te las supieras ya.
    En la tele, y las películas pasa exactamente lo mismo. Se repiten tanto los recursos, que yo, por ejemplo, siempre suelo adivinar los finales, por cómo los plantean o cómo va discurriendo la historia. Aún recuerdo cómo se ponía malo mi hermano, porque siempre destripaba el final, y él pensaba que era porque la había visto ya.

    Cuando se enteró, finalmente, que era que yo la adivinaba, pensaba que era yo bruja o algo así, y yo nunca le saqué de su error. Porque oye, no todo los días la gente cree que tienes poderes mágicos.

    El hecho es que yo creo que son inevitables, pero en exceso, pues eso, que resultan monótonos, aburridos e incluso consabidos. Sobre todo, no invitan a seguir imaginando, a hacer imágenes mentales nuevas o a la improvisación del lector.
    Supongo que es mejor decir: "los ojos de huevo duro de fulano traspasaron la barrera de lo razonable y no pude evitar dar un paso atrás", que fulato tenía los ojos saltones.
    Pero, yo creo, chicos, que todo eso forma parte del talento de cada uno, que cuando raya ya el virtuosismo, toca con los dedos el aura de la genialidad.
    Y sinceramente, me parece que es empezar la casa por el tejado, que mucho antes de eso, hay muchos temas que deberíamos pulir o tratar de mejorar en lo posible.
    Porque digamos lo que digamos, todo eso,tristemente, no puede aprenderse.

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  15. EN cuanto a lo de los profesores, doy fé, somos HUMANOS.
    Somos imperfectos, pasamos muchas veces de muchos temas e incluso ni leemos los libros que mandamos como obligatorios, simple y llanamente, porque no los hemos elegido, precisamente, nosotros.
    Quiero decir que los suele elegir el colegio de entre todas las editoriales que se ofertan, y sobre todos sobre las que ofrecen más, no sé si me entendéis.
    SUpongo que sí que me entendéis...

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