Hola a todos!
Estoy leyendo A la izquierda de la escalera, de Maria Halasi. No tenía ni la menor idea de que tenía ese libro en mi casa, pero resulta que mi chico se trajo unos cuantos libros de cuando era peque y me lo encontré en la estantería :) Me está gustando mucho, pero sobretodo me ha hecho reflexionar bastante sobre el tipo de libros que leíamos los de mi quinta cuando éramos pequeños (nací en el 83, para que os hagáis una idea...).
El libro, publicado si no me equivoco en el 87, aunque es anterior (la autora ya había fallecido cuando SM lo publicó) cuenta la historia de Susi, una niña de diez años que vive sola con su madre. El padre las abandonó y la madre tiene que trabajar de sol a sol para poder mantenerla, y la niña pasa mucho tiempo sola. La verdad es que es una historia bastante triste (por ahora, imagino que se irá arreglando conforme me acerque al final :P), y me ha hecho pensar en la que tal vez sea la más alta representante de las historias agridulces para niños, Maria Gripe. Recordando todo lo que leí de niña de Maria Gripe (y eso que me quedan varios por leer, que por cierto quiero conseguir para poder hacerlo), no he podido evitar alucinar con cómo disfrutaba con esas historias tan raras, grises y bastante tristes, protagonizadas casi todas por niños solitarios casi siempre bastante ignorados por sus padres o familia en general. O completamente abandonados, como es el caso de Loella en La hija del espantapájaros.
Esto me ha hecho pensar en que realmente a los niños tal vez les guste leer sobre cosas reales o cotidianas, o al menos así era hace unos años. Supongo que por culpa de este tipo de libros es por lo que nunca he sido muy aficionada a la fantasía. Me refiero a la fantasía pura y dura, ésa de mundos alternativos de luz y de color, por decirlo de modo resumido y radical. Porque creo que demasiada fantasía puede crearle al niño una visión demasiado lejana respecto a lo que es la realidad, y evadirse es algo que está bien, pero en su justa medida. O así lo veo yo. En mi caso, cuando escribo fantasía, siempre lo hago incluyéndola en un contexto de realidad pura y dura, y ésa es también la fantasía que me gusta leer. Sin embargo, tampoco me gusta, especialmente si hablamos de literatura para niños, que la realidad sea demasiado cruda. Veo cierta tendencia a querer concienciar a veces a los niños de una realidad que les queda muy lejos. No creo que un niño pequeño deba crecer leyendo sobre desempleo, inmigración o guerras. Ya aprenderá de todos esos asuntos más adelante, sobretodo porque no le quedará más remedio.
Pero lo que en realidad quiero decir es que me maravilla cómo la literatura como la de Maria Gripe, y en este caso concreto, también la de Maria Halasi, que encuentro que es muy parecida, crea un equilibrio perfecto entre la realidad y el ambiente de cuento clásico. Porque habla de problemas reales, como son las familias desestructuradas, por ejemplo, pero lo hace en todo momento desde la óptica de un niño, no desde la óptica de verdadero problema social. En A la izquierda de la escalera se ve claramente que Susi sufre por la situación de su madre, pero no porque su madre, la pobre, trabaje más horas que un reloj y para colmo haya sido abandonada por su marido, sino simple y llanamente porque no tiene tiempo de hacerle caso, cocinar para ella y escuchar sus historias de la escuela. De algún modo, se tratan los problemas de forma que sí resultan muy cercanos a los niños, a todo tipo de niños, incluidos todos aquellos que jamás, por suerte para ellos, vayan a conocer situaciones parecidas.
Además, sí contienen, o así lo veo yo, una cierta porción de fantasía. Porque siempre acaban bien, y las situaciones se arreglan de una manera que jamás se daría en la vida real. En la vida real, los problemas están ahí y a veces se solucionan, pero muchas veces no. Sin embargo, el hecho de combinar una situación muy amarga con un final esperanzador les da a estas historias un rollo de cuento de hadas que me parece adorable, por no decir totalmente adictivo, porque de pequeña acababa alucinando con ese tipo de libros aunque las dos primeras páginas nunca fuesen muy divertidas :)
En fin, todo esto viene, básicamente, a que leer este libro me está despertando una nostalgia inmensa hacia libros que leí de peque y que tenía casi olvidados. Pero aparte de eso quería crear un poco de debate. ¿Qué opináis de las historias agridulces? ¿Os gustaban de peques?
Y os dejo ya, que ando mal de tiempo (como siempre!). Hasta luego!
Muy interesante pregunta.
ResponderEliminarYo, como ya dejé claro en mi post polémico de SM, soy muy poco partidario (en general) de mundos puramente fantásticos, tal vez porque se ha abusado de ellos y a la sombra de Tolkien y de Michael Ende se han publicado un montón de cosas que para mí son pura basura. Por otro lado, pese a mi lado "polémico", reconozco que en la literatura las reglas generales no funcionan, y que cualquier día me encontraré con un libro estupendo de hadas y duendes. De momento me repele bastante, sobre todo porque la gente tiende a repetir el mismo esquema una y otra vez y, lo que es peor, a abundar en los tópicos (hadas buenas, bosques espesos, duendes traviesos...)
A mí también me gusta mezclar la fantasía con la realidad pura y dura, y cada vez me decanto más por una fantasía más "posible". Es decir, fantasía en el sentido de que las situaciones llegan a extremos que son impensables en la realidad, pero no imposibles. Nada de magia, ni poderes, ni nada. Bueno, tengo en mente uno en el que mezclo la magia con la electrónica, pero no sé si voy a ser a capaz.
Respecto a lo de agridulce: La verdad es que lo poco que he leído de María Gripe me ha aburrido mortalmente, fíjate lo que son las cosas (he leído Agnes Cecilia, La hija del espantapájaros y ¿El reino de más allá?). Sin embargo, también soy muy partidario de presentarle al niño realidades muy duras, pero si puede ser de la manera más natural posible. Y sí, de pequeño me gustaban, incluso me gustaba pasarlo mal leyendo.
Ahora, más que por la tristeza, cada vez me tiro más por la perversidad. Por libros gamberros con los que el niño pueda "protegerse" de las tonterías de los mayores. Un poco de mala leche, vamos.
Ufff, tengo que irme a comer. Luego diré algo más.
Saludos
Creo que nos estamos complicando la vida.Sinceramente he pensado que lo de escribir historias para que luego nos comentemos los unos a los otros no va a ser factible puesto que todos tenemos muy limitado el tiempo.Pero eso sí,no hay que rendirse tan pronto.Sería una buena idea por ejemplo, colgar recursos literarios o técnicas que se empleen en una descripción o cualquier cosa que pueda ser de interés para todos.
ResponderEliminarBueno, en este asunto, creo que se nos escapa algo esencial: los niños jamás verán la realidad como la vemos nosotros. Tienen un filtro, un cristal de colores delante de los ojos (o gris, o de cualquier color, pero no la ven como nosotros). Cuando yo era niña vivía en un barrio marginal, por decirlo de alguna manera. Para colmo, mi madre tenía una cafetería (desde que yo tenía 4 años hasta que tuve 18), y allí pasábamos las tardes mi hermano y yo. A mí me gustaba sentarme en una mesa de clientes y hacer allí los deberes del colegio. Bueno, no podéis imaginar las situaciones que vi y que viví: drogodependientes, familias con problemas de malos tratos... Lo veía, estaban todos los detalles ante mis ojos, todas las piezas del puzle... pero yo no podía encajarlas. Esos problemas siguen ahí, seguramente intactos e idénticos, pero yo no los veo ni podré volver a verlos como los vi desde esa mesa de mármol.
ResponderEliminarA veces recapacito sobre situaciones vividas, cosas que me impactaron o me marcaron, y es ahora cuando estoy en disposición de juzgar, o de aprender. Es como si me hubiera pasado la infancia presenciando una historia gris de esas que comentáis, sólo que cuando yo cerraba el libro (subía a casa) todo era normal.
De niña no me hicieron ni mal ni bien, sólo me sorprendían, me asombraban... Ha sido ahora cuando me han ayudado.
Tal vez a los niños les ocurra lo mismo con lo que leen. Lo leen en la infancia, se esconde en algún lugar muy recóndito, y sale cuando creces. Un instante, un segundo, una imagen que te hace pensar: "Yo leí algo como esto en un libro".
Presentar un panorama crudo no me parece malo para un niño. Para mçi el problema radicaría en que no hubiera un final feliz. Los niños necestitan evadirse de la triste realidad que les toca vivir, que al final puede haber un rayo de esperanza para ellos. A veces, cuando actú para los niños veo casos terribles y me da por pensar que el tiempo que an estado viendo la obra se les han pasado todas las preocupaciones. Sus caras reflejan felicidad por unos instantes. Yo en los cuentos que represento lo tengo muy claro. Me gustan que acaben bien. A los niños les gusta mucho más. No he leído a estas autoras que decís, pero si las encuentro las leeré.
ResponderEliminarY yo soy soy una apasionada de la fantasía, aunque también me gusten las historias crudas. Pero sobre gustos no hay nada escrito, está claro.
Saludos desde La ventana de los sueños.
¡Hola a todos! Siento poner esto aquí, pero no sé dónde incluirlo. He encontrado las bases de este concurso literario: http://www.escritores.org/recursos/oe30709.htm, espero que salga bien el link. Se llama As de Picas, es para una novela juvenil de más de 120 páginas y el premio es de 30.000 euros. Muy buena pinta.
ResponderEliminarSaludos.
Está interesante lo del premio, pero da rabia porque no voy a poder presentarme!! No tengo ninguna novela terminada ahora mismo que esté lo suficientemente pulida como para ello, y estoy liada con la que estoy terminando, que quiero presentar al GA (la presentaría a éste, pero no me da tiempo antes de que finalice el plazo!), y con otra de infantil que quiero empezar en cuanto pueda... Qué rabia no disponer de más tiempo! :( Gracias de todas formas por la info, tendré en cuenta el concurso para futuras convocatorias...
ResponderEliminarPor cierto, sobre vuestras opiniones sobre el tema del post, decir que me parecen muy interesantes :) Por partes...
ResponderEliminar47, lo cierto es que Maria Gripe resultaba al principio un poco aburrida, pero por algún motivo terminaba enganchándome! Sobre los libros perversos, estoy de acuerdo contigo, también disfruto con ellos! Aunque casi todos los libros más retorcidos que tengo son de temática adolescente, me puedes recomendar algo de ese rollo para niños?
Ikima, ciertamente ahí está la clave, en cómo ven las cosas los niños. Y todo lo que has contado de lo que hacías de pequeña me ha recordado muchísimo a los libros de Andreu Martín y Jaume Ribera sobre el detective Flanagan, que en verdad es un crío y vive en un barrio muy conflictivo... Si no los has leído te los recomiendo, son de mis favoritos de rollo juvenil :)
Anabel, lo de los finales felices es a lo que me refería, es lo que les da a estas historias el toque de cuento de hadas, es el toque de fantasía que sabemos que en la realidad no sucedería, pero creo que son necesarios.
Enrique, a ti no te digo nada porque lo tuyo alude al taller y ya comento sobre eso en el otro post :P
Saludos!
Violet:
ResponderEliminarAunque supongo que no te descubro nada, creo que el maestro de la perversidad es Roald Dahl. Si te fijas, casi todos sus personajes adultos son negativos y representan, deformados, los vicios y corrupciones de las personas mayores (suele haber también un adulto bueno que ayuda al niño).
Me gustan Las Brujas, La maravillosa medicina de Jorge, Los cretinos, Matilda... En poesía, supongo que conocerás Cuentos en verso para niños perversos, también de Dahl. La bomba.
También Gianni Rodari es bastante gamberro y "políticamente incorrecto". De él conozco sobre todo los Cuentos escritos a máquina, Cuentos para jugar, Cuentos por teléfono... A veces me cuesta un poco pillarle el punto, porque tiene bromas muy localistas (sobre la política y la sociedad italianas) que no entiendo (figúrate los propios niños!).
Quizá la diferencia entre Dahl y Rodari es que el primero es más cómplice de los niños, mientras que el segundo se permite a veces mirar por encima de sus cabezas y hacer guiños a los adultos.
En fin, si se me ocurre algo más ya te lo cuento.
Yo reconozco que María Gripe tenía su punto (un ambiente melancólico que a veces incluso daba miedo), pero cuando digo que no me gustaba solo es una opinión personal, no digo que escribiera mal ni mucho menos. Recuerdo que sus descripciones a veces me parecían muy lentas y repetitivas. Supongo que era un niño con poca paciencia.
Saludos
47: No tengo perdón! Cuando te pedí que me recomendases algo, realmente había pasado totalmente por alto a Roald Dahl! La verdad es que no he leído demasiado de su obra, pero Las brujas es uno de mis libros favoritos desde que lo leí con unos 8 ó 9 años y me morí de miedo (sí, incluso tuve pesadillas durante varias noches!). De Las brujas aún me sigue impresionando la absoluta mala leche de las brujas en sí y sobretodo de la Gran Bruja. La canción que cantan durante la reunión en el hotel, por ejemplo, es muy retorcida. Tengo mucho pendiente de Dahl, a ver si me pongo y me hago con sus libros que me faltan. No he leído Cuentos en verso para niños perversos y es otra cosa que tengo pendiente...
ResponderEliminarDe Gianni Rodari resulta que también he leído cosas y apenas lo recordaba, mi hermana mayor tenía en la colección Biblioteca Juvenil de Alfaguara unos cuantos, como el de Cuentos escritos a máquina y Cuentos para jugar, pero de ésos sí que no recuerdo casi nada, tendré que releer.
Gracias!
Qué envidia, me encantaría leerme algunos de Roald Dahl por primera vez. Bueno, la verdad es que hay algunos que aún no he leido, pero no me he molestado mucho en buscarlos, porque ni siquiera sé si se siguen editando en español. creo que hay uno que se llama EISO TROT (TORTOISE al revés, jeje, qué loco estaba este Roald). Si alguno habéis oído hablar de él, me gustaría que me dijéseis algo.
ResponderEliminarBueno, pues a cambio de Rodari y Dahl te pido, Violet (y a los demás, claro), que me hagas alguna recomendación de algún autor de literatura infantil actual, que la verdad es que no estoy muy puesto. A veces voy a Crisol (que por cierto debe de estar a punto de cerrar), a la sección infantil, pero encuentro pocas cosas que de primeras me llamen la atención. Me suelo volver con tres libros: uno me gusta mucho, otro regular, y el tercero lo uso para envolver el bocadillo. No falla.
Bueno, saludos, y animáos a escribir.
Algún autor de literatura infantil actual? Eso sí lo veo difícil! Supongo que haberlos, los habrá muy buenos, pero yo casi todo lo que leo y releo suele ser de cuando era peque, así que no estoy demasiado puesta... Tal vez el único libro infantil reciente que haya gustado mucho sea Coraline, de Neil Gaiman (claro que Gaiman no es un autor de infantil, sino... alguien muy polifacético xD), que ya mencionó Anabel.
ResponderEliminarSi se me ocurre alguien ya te diré, que además ahora ando falta de inspiración :s
Recojo la opinión de Ikima, con la que tengo mucho en común, aparte de haber compartido facultad, aunque yo no acabara la carrera de Químicas.
ResponderEliminarYo también tuve una infancia complicada, aunque si os digo la verdad era más feliz que un regaliz.
Cuando eres niño no te das cuenta de muchas cosas, vives como en una especie de recinto cerrado donde sólo caben lo que vas aprendiendo o selecciona tu memoria para ser feliz.
No es que lo haya descubierto yo, no.Resulta que el cerebro humano es así, y va integrando dentro de sus conexiones, elementos nuevos que va uniendo y comprendiendo con el tiempo.
Es el proceso de aprendizaje humano lo que más me maravilla, y quizá por eso doy clases desde que tenía uso de razón(en el cole ya me sacaba la profesora para cuidar la clase cuando apenas levantaba dos palmos, para que ella pudiera irse al cigarro o a hablar con otras profes).
Por eso, estoy con Ikima, en que el niño no se dá perfecta cuenta de lo que está presenciando, del todo, y eso es lo que yo creo que falla en los cuentos escritos por los adultos para los niños.
El niño del cuento de Se vende mamá, por ejemplo, razona como un adulto, dice cosas de adulto, cosa que un niño de ocho años no tiene ni idea de que existen.
Vives una realidad, y encima si es cotidiana más, que es completamente familiar. Y si ves drogadictos todos los días, lo integras en tu cerebro, si ves discusiones constantes en casa, como era mi caso, y una familia rota, para ti es el modelo de familia normal y corriente.
Y no sufres como nos imaginamos que sufre una persona viendo eso, en realidad la integras como parte de tu rutina y cuando seas mayor, la irás entendiendo, la irás odiando, la irás repitiendo o rechazando hasta huir de ella.
Pero no hay finales felices o no, sobre todo a corto plazo en el mundo para niños.
Cuando yo era pequeña, me escondía para leer libros prohibidos. A mi padre no le gustaba que yo fuera tan fantasiosa y que contara tantas trolas.
Era en ese choque con la realidad, en ese mundo de fantasía creado por mi mente, donde yo era feliz, donde yo aprendía a reconstruir la parte de fealdad que no entendía, para darle forma en un universo que sí me era familiar, y sobre todo posible.
No existían en ese mundo fantástico mío, ni hadas cursilonas, ni duendes traviesos, ni siquiera estaba Gandalf. A esos los conocí más tarde, 47, y si te preguntas por qué siempre cumplen los mismos perfiles en los cuentos, plantéate si es que algunos los hemos visto y sabemos ya que existen...
Lo que quiero decir, resumiendo, es que poca literatura para niños es para niños. Al menos de la que yo he leído, que si es así, acepto sugerencias.
Mirad, recuerdo bien un libro que me impactó y sigue impactándome por lo poco que ha olvidado su autor lo que pensaba de niño.
No sé si habéis leído MI FAMILIA Y OTROS ANIMALES, de Gerard Durrell, (el hermano de Laurence, el autor inglés famoso por sus cuartetos y quintetos, por cierto maravillosas también, que os recomiendo encarecidamente pero a vosotros).
Gerard habla como un niño, nos muestra lo que ve de niño, y eso es lo que yo veía, lo que yo entendía, lo que yo quiero decir cuando os digo que hasta las cosas más absurdas, el niño las transforma en cosas conocidas.
Leedlo y hablamos, si queréis, pero yo me sigo partiendo de risa cuando cuenta cómo veía a sus hermanos, mayores, actuando normalmente, y para él eran universos lejanos que describe y en los que se siente incapaz de participar.
Así que queda dicho, me parece que lo que es realmente dificil es ESCRIBIR COMO UN NIÑO, que sería a la postre, lo que deberíamos hacer.
El tema, de fantasía o no, el mundo que creemos o que le acerquemos una realidad, no debería importar, lo importante es que el niño entienda que ha entrado leyendo lo que le mostramos, en un universo conocido, y que él es uno de ellos.
P.D. Roal Dalh, 47, es uno de mis autores favoritos, y si los cuentos para niños son buenos, los de los adultos, son para morirse. No dejéis de leer, MI TÍO OSWAL, no he leído cosa igual...
Azaria: yo sí he leído Mi tío Oswald, es lo único que he leído de Dahl para adultos, y es genial :)
ResponderEliminar(Por cierto, no comento más sobre el larguísimo comentario de Azaria porque ahora no tengo tiempo, pero me parece interesante y ya matizaré cosas más tarde.)
ResponderEliminarHola Azaria:
ResponderEliminarBueno, hablas de tantas cosas que es difícil referirse a todas.
En realidad, como he dicho en algún otro post, inferir reglas generales sobre cualquier forma de arte, y entre ellas la literatura, no tiene mucho sentido. Creo que, precisamente, una de las condiciones del arte es la de no fijar normas, la de sorprender, la esperar una cosa y encontrar otra. Por eso todo lo que opinemos tiene un valor relativo.
Precisamente por eso tampoco creo que se pueda juzgar un libro por su temática o por su crudeza a priori. Lo realmente importante de la literatura no es el contenido sino la voz del autor, y se puede hacer una historia para niños y niñas a partir de un bosque encantado, del accidente de Chernóbil, o de la vida del Marqués de Sade.
Lo importante para mí es, por tanto, la innovación y la originalidad, y por eso estoy tan en contra de la fantasía estandarizada. ¿De qué sirve contarle a un niño cosas sobre las hadas y los duendes que ya conoce o ya ha oído? Creo que entonces la literatura deja de ser literatura para convertirse en mera imitación. Naturalmente, la originalidad de una obra solo puede juzgarse en relación al canon literario de su tiempo. Algo que era original en el siglo XIX puede no serlo hoy en día. Tal vez las hadas vuelvan a ser originales.
Respecto a esto: “A esos los conocí más tarde, 47, y si te preguntas por qué siempre cumplen los mismos perfiles en los cuentos, plantéate si es que algunos los hemos visto y sabemos ya que existen...”, no sé muy bien si te entiendo, pero me suena a encuentros en la tercera fase :))) Si has tenido ese tipo de experiencias, molaría que las compartieses (yo de visiones místicas o paranormales, cero).
Termino diciendo que, curiosamente, Mi familia y otros animales es uno de mis libros favoritos, pero creo de niño hubiera sido demasiado pa mi, sobre todo por las abundantes y detalladísimas descripciones naturalistas, además de que seguramente no hubiera pillado ni la mitad de las bromas (yo con Fray Perico ya era feliz). Por cierto, no sé si sabes que forma parte de una trilogía, que está editada en español. Son todos un poco repetitivos, pero te ríes mucho.
También me gusta Mi tío Oswald. Hay se ve que, definitivamente, R.Dahl era un peazo pervertío.
Saludos.
Si, me he leído los tres, pero no me acordaba de los títulos de los otros. Es verdad que repetitivos, pero bueno, me gustó mucho ver desde otro punto de vista por ejemplo a Laurence, el hermano serio, que ese sí que es un autor que busca otro punto de vista para contar una historia, que no deja de maravillarme.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con usted, caballero, y eso que tú y yo empezamos con mal pie.
Y es cierto que el amigo Dahl era un pervertido, un cachondo y también que captó la sensibilidad humana en su tendencia más masoca o más real, según se mire.
Aún recuerdo la historia de aquellos dos viejecitos que se iban a la casa de la hija a pasar el verano entero y dejaban su mansión cerrada, y el marido se quedaba encerrado por accidente en el ascensor...
De las experiencias en la tercera fase, te hablaré en otra ocasión, pero ya veo que he creado un halo de misterio, que te ha interesado, ¡eh!.
Sólo añadiré, que las hadas, los duendes y las meigas haberlas, hailas, que dirían por ahí.
Pues verdaderamente sí que me ha interesado, porque soy del club de los escépticos. No es que me interese mucho que alguien vea alienígenas o apariciones marianas, pero duendes... eso ya me mola más.
ResponderEliminarXD
Algún que otro alumno mio, 47, los ha visto con setas alucinógenas en algún que otro fiestorro de esos que se montan ahora los adolescentes. Yo no los he visto, porque se esconden bien, ahora, que convivo con ellos desde que tengo uso de razón, te lo garantizo yo.
ResponderEliminarY que me esconden las tijeras, las cosas más importantes y lo que más necesito y me lo devuelven cuando menos caso les hago, los muy granujas, vamos, como que hay Dios...
Aparezco para decir que yo sí creo en los encuentros en la tercera fase xD Suelo pensar que no porque no hayamos visto algo quiere decir necesariamente que no existe... pero como lo de los duendes y las hadas y eso no me va demasiado (me gustan a nivel decorativo, la verdad, pero no me gusta escribir sobre ello), lo mío va hacia terrenos más oscuros, como todo lo relacionado con el espiritismo... Y me callo antes de que alguien piense que estoy como una cabra xD
ResponderEliminarYo ya tuve mi fase espiritista y la dejé atrás. Eso sí, jamás la mezclé ni la mezclaré con la literatura. Creo que mi literatura suele ir por derroteros inclasificables. No obstante, eso que dices, 47, de que lo que prima para ti es la originalidad, yo lo veo complicado, porque en realidad prácticamente todo está inventado. Se puden modificar detalles, pero siempre, toda obra que escribas, alguien la comparará con alguna otra, aunque luego resulte que no se parece ni de lejos.
ResponderEliminarMmmhhh... yo creo que la originalidad sí existe, sobre todo en un mundo tan cambiante como el nuestro. Sólo hay que saber agarrar la oportunidad. No creo que haya muchos libros de niños que venden a sus madres en E-Bay, por ejemplo.
ResponderEliminarEn cualquier caso, ciertamente lo que uno escribe estará plagado de referencias a todo lo que ha leído, pero la cuestión es filtrarlo, creo yo, a través de tu propia voz. No se trata exactamente de nuevos contenidos, sino de tu propia estrategia narrativa y formal. ¿De qué sirve, a estas alturas, comparar los dientes con perlas? Los recursos manidos eliminan la posibilidad de asombro para el lector, porque son tácticas que han pasado a formar parte del lenguaje coloquial y, por lo tanto, ya no son puramente literarias.
No sé si me explico. En esencia, que el lenguaje literario debe pillar desprevenido al lector, sorprenderle en lugar de acostumbrarle. Lamentablemente, gran parte de las obras publicadas buscan precisamente "fidelizar" al lector en un género o un estilo: el lector las compra precisamente porque sabe exactamente lo que va a encontrar, y no busca otra cosa (novela romántica, novela de vampiros, novela gótica...). Para mí, eso no es verdadera literatura. Te pongo el ejemplo de Agatha Christie, que repitió cientos de veces (con variaciones) la misma novela porque era lo que el público pedía.
El que otros comparen otras obras con la tuyo, lo veo inevitable. Letras sólo hay 29, y palabras unas cuantas más :)
Saludos.
PD: No quiero decir que las novelas romántica, de vampiros o góticas no sean literatura, sólo que a menudo se han convertido en géneros "estándar" que se repiten y se copian como churros siguiendo una y otra vezlas mismas reglas. En ese caso sí son subproductos literarios.
ResponderEliminarNo me habléis de novelas de vampiros, que a mí me encanta escribir sobre ellos y ahora odio llegar a las tiendas y encontrarme con 1000 sagas idénticas para quinceañeras siniestras xDD (que conste que mis vampiros tienen algo de original, al menos los del último relato que escribí, pero no pienso contar qué xD).
ResponderEliminarIkima: yo siempre suelo mezclar lo que me obsesiona en un momento determinado con la literatura. Creo que, sencillamente, soy incapaz de escribir sobre algo que no me fascine/obsesione/preocupe, supongo que porque para mí escribir siempre tiene mucho de terapéutico y exorcizante. Sin embargo, sobre fantasmas/espíritus no he escrito demasiado, sólo algunos relatos cortos. Lo que más he tocado a nivel fantástico/oscuro ha sido el vampirismo y en parte odio que así sea porque me siento ridícula con todo el boom que hay ahora xD
47: estoy de acuerdo con lo de la originalidad. Ésta no tiene por qué radicar en que la historia que cuentes sea totalmente innovadora, porque eso es tremendamente difícil. Pero se puede lograr un punto de vista o un lenguaje, un modo de expresión, innovador. Yo no sé hasta qué punto lo que escribo es original, pero sí sé que (desgraciadamente, sí) escribí una novela antes de publicarse Crepúsculo cuyo argumento básico es muy parecido (amor, humana, vampiro xD) pero sin embargo es tremendamente diferente (por suerte... he dicho alguna vez que odio Crepúsculo? :P).
Iba a decir algo más pero este comentario ha sufrido tantas interrupciones que lo dejo ya! Saludos.
Yo la verdad que no puedo decir sobre qué suelo escribir, porque siempre tengo tantos libros en marcha (estoy intentando aplacar este defecto)que todos son muy distintos entre sí, de temáticas diversas y dirigidos a públicos distintos. No sé si soy o no soy original, aunque sí pienso que en el ámbito juvenil-infantil, que he empezado a tocar hace relativamente poco tiempo, tengo que desprenderme de ciertos tópicos. En cambio, a nivel adulto, tengo ahora mismo una novela a punto de terminar que se ha desprendido tanto -pero tanto tanto- de los tópicos, que creo que ninguna editorial querrá publicarla... Es algo grotesca y transgresora, y en muchos fragmentos, escandaliza. Pero a mí me encanta... Si alguno de vosotros conoce alguna editorial o concurso que guste de libros de contenido un tanto profanador, ¡avisadme!
ResponderEliminarIkima: Ojalá conociese una editorial así, porque creo que yo también peco de ser un poco bruta escribiendo xD De hecho antes lo consideraba mi mayor virtud, pero ahora casi lo veo como un defecto, siendo que luego no sé dónde enviar las cosas...
ResponderEliminarLLevo algunos días qe este blog me daba problemas para entrar, y el último comentario que escribí no sabía si me lo había publicado. Me parece muy interesante todas estas cuestiones. Yo suelo leer más literatura juvenil y toco muy poco la infantil pero como comenté hace algunos días, me leí Coraline, y como novela es estupenda. Y me da igual que haya personajes siniestros, porque al final hay un canto hacia el coraje y el valor.
ResponderEliminar47, no sabía que te dedicaras a esto profesionalmente. Te felicito porque es un camino difícil.
Saludos desde La ventana de los sueños.
Estáis hablando de algo que yo siempre me he planteado y que me gustaría hacer y ser ¿Cómo ser original en los tiempos que corren hoy en día? ¿De qué hablar y/o escribir si todas las temáticas están tocadas? Se puede decir que todo está totalmente inventado y es por ello que el que sobresalga un poquito en cuanto a este tema se refiere seguro que triunfa.La similitud podemos encontrarla en la música.Ya está todo inventado o eso es lo que pensamos los músicos.Pero es cuando una guitarra suena distinta en su rasgueo, cuando una voz desgarradora rompe con el estilo nasal de mucho de los cantantes pop, un redoble de batería te zarandea hasta el corazón, que hablas que hay algo distinto que puede llenar tu alma cansada de tantas experiencias repetitivas.Eso es lo que debemos de encontrar en nuestros textos: una pluma que escriba la frase del siglo, una mente que pueda dilucidar el mejor momento de nuestro personaje, una experiencia que traspase el alma de nuestros lectores y que haga que nunca nos olviden. Seamos originales en nuestros pensamientos, en nuestra forma de decir las cosas.Seamos tan sutiles como el punteo de una guitarra o tan profundos como la voz impresionante de un cantante de ópera.Seamos nosotros mismos.
ResponderEliminarSer o no ser original, ahí está la cuestión, y el gran dilema del escritor.
ResponderEliminar¿Escribimos por el deseo irrefrenable de comunicar algo sublime, nuevo, original y que debe ser rescatado del olvido, o simplemente para tratar de poner en comunicación el alma con otra alma?.
Difícil cuestión, pues a la mayoría de nosotros, con que nos lea alguien vamos que nos matamos, y desde luego, nos parece que todo lo que decimos surge de algún lugar desconocido de nosotros mismos, que debe brotar de los miedos, de los deseos, como decían por ahí, o de ese hemisferio del cerebro, que dicen los entendidos que nos induce a la creación.
NO sé si os pasa, pero con la gente que he hablado, siempre coincidimos que, al principio, todos solemos pensar que lo que escribimos es único, diferente a lo que ya hemos leído y que debe ser apreciado, por eso corremos a enseñarlo, publicarlo, darlo a conocer.
Igual nos pasa que somos demasiado benévolos con nostros mismos o quizá condescendientes, porque seguramente todo está inventado ya, y las voces se repiten, las historias son consabidas, y parece que o lo hemos vivido, o lo hemos soñado o lo hemos leído ya en otra parte.
Difícil cuestión entonces, aprender a ser original, escribir sólo si la historia merece la pena, o inventarse un talento que igual no desarrollaremos nunca si no escribimos antes muchos bodrios, no, 47?.
YO, por mi parte, defiendo el escribir por escribir, para vivir, para dar sentido a la vida, para que las Musas nos pillen trabajando, o para al final crear algo que después de muchos borradores, sea de verdad único.
Y si al final no pasa nada de eso, al menos, lo habremos pasado bien, ¿no?
Pues a mí me ocurre algo absolutamente contrario a lo que mencionas: me da terror mostrar lo que escribo. Sé que parece un contrasentido que, queriendo dedicarme profesionalmente al oficio de escritor -es lo que más deseo- me cueste tanto que otras personas lean mis escritos.
ResponderEliminarCreo que en realidad lo que me asusta es que lo lea gente de mi entorno, y que sus críticas positivas se deban a que no quieren herir mis sentimientos. En cambio, cuando lo mando a un concurso, es como si me olvidara de que alguien va a leerlo, a invadir una parte de mi intimidad, porque no me imagino su cara, ni sé quién es, ni tampoco en qué preciso momento lo está leyendo.
No obstante me apunté una vez a un taller literario de novela, y recibí buenas críticas de otros compañeros y también de la profesora, que tampoco tenía miedo de indicar los puntos negativos.
EN esto de la escritura, Ikima, o eres un poco exhibicionista, o te quedas sin probar bocado, y claro, las críticas de otros, las impresiones, o que puedan llegar a calarte, están ahí, pero oye, en el fondo, fondo, ¿para qué escribimos sino para otros?.
ResponderEliminarPorque para nosotros mismos, existen los diarios...
¡Así que nada, a lanzarse a la piscina!
Yo nunca he tenido problemas en dejar que mi familia y amigos lean mis cosas, el problema es que creo que eso no sirve de mucho, porque desgraciadamente siempre flotará la duda acerca de su objetividad, y además, aunque sean totalmente sinceros, sus opiniones no nos ayudarán a dedicarnos profesionalmente a esto. Por suerte o por desgracia, los que tienen que decidir si servimos o no para escribir (aunque ya sabemos que no sólo se trata de servir o no servir, sino de escribir lo que en un momento dado está buscando una editorial) son personas que están muy lejos de nuestro entorno directo. Eso sí, como dice Ikima, adoro la sensación de enviar una obra a un concurso y saber que no voy a tener que enfrentarme cara a cara con mi lector, aunque eso signifique no tener ni idea de hasta qué punto he causado buena o mala impresión...
ResponderEliminarPor cierto Ikima, me ha entrado una curiosidad enorme sobre la novela de la que has hablado y que estás terminando, espero poder leerla algún día!
Por cierto, se me había pasado por alto el comentario de Enrique. Estoy muy de acuerdo contigo. Lo importante es encontrar nuestro estilo, aquel en el que nos sintamos cómodos y tengamos algo que expresar. A decir verdad, yo nunca he considerado mis historias especialmente originales, pero siempre he considerado un punto fuerte el modo de decir las cosas o el punto de vista bajo el que cuento algo. Para mí es casi más importante todo eso que la historia en sí, tal vez también porque los libros que más me han impresionado en mi vida nunca lo han hecho por lo que contaban, sino por cómo lo contaban. Sin embargo, a veces tener un modo muy particular de escribir puede suponer un problema para que te publiquen, si es que tu estilo va por lo transgresor...
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