Hola a todos! Después de varios días un poco inactiva por el blog (tengo mucho trabajo estos días, también voy a tope con mi novela, que está llegando a su fin; y por si fuera poco, el calor me deja hecha polvo), decido pasarme por aquí para dar señales de vida.
Hace poco tuve la oportunidad de participar como jurado en un premio de narrativa organizado por un centro educativo. Y permitid que guarde el secreto sobre cuál: yo no formo parte de la organización del mismo y no me gustaría hablar de ello sin contar con su permiso. El caso es que me ha encantado la experiencia: tuve que valorar una serie de relatos escritos por chicos y chicas de unos 17-18 años. La temática era libre.
Estoy contenta porque, de los dos relatos que valoré mejor, uno de ellos ha sido el ganador y el otro ha recibido el segundo premio. Eso sí, en orden inverso: el que ha quedado segundo es el que yo valoré como el mejor. Pero en cualquier caso, eran mis dos favoritos y al final han quedado ganadores (porque para mí son ganadores ambos), y me alegra mucho.
Lo que quería comentaros es una cosa que me llamó mucho la atención de casi todos los relatos que leí, y es la obsesión que se observa últimamente por tocar temas muy bien vistos. Temas que sabes que, si los tocas, todo el mundo pensará que eres una persona sensible y concienciada con la situación del mundo, con los problemas de nuestra sociedad. Y se me ha ocurrido comentarlo a raíz del post anterior sobre la originalidad y los clichés.
En general, no puedo quejarme del nivel de los relatos. La mayoría, a mi juicio, estaban bastante bien escritos. A nivel puramente formal, creo que sólo hubo un par de ellos que me chirriaron, uno más que otro. Sin embargo, me sorprendió la abundancia de temáticas, digamos, típicas: la historia de una mujer a la que se le diagnostica un cáncer, los problemas de una madre soltera y su hija... No lo digo en tono despectivo, que conste. Más bien me preocupa, o me alucina, que unos chicos de 17-18 años puedan escribir relatos así. Porque tal vez haya uno que lo haga con verdadero conocimiento de causa (por una situación que haya vivido en sus carnes, que haya presenciado en su familia...), pero apostaría a que no es el caso de todos ellos. Y apostaría, también, a que muchos han elegido esas temáticas por considerarlas bien vistas, interesantes, adultas. No sé cómo explicarlo: todas esas historias nos pueden interesar, y desgraciadamente podríamos llegar a vivirlas. Pero yo con 17 años no pensaba en esas cosas. Y, es más, consideraba esas cosas como algo muy lejano, algo en lo que nunca tendría que pensar. O, al menos, no tendría que pensar hasta dentro de mucho tiempo.
Esto podría resultar contradictorio respecto al último post que escribí, sobre las historias agridulces. Pero ahí ya hice un matiz sobre lo que creo que caracteriza a los libros infantiles con temática más social: están escritos desde el punto de vista del niño, de ese niño que sufre la situación pero sin llegar a entenderla, sólo experimentando las consecuencias directas para él. En el caso de estos relatos, están escritos por jóvenes pero tratando de adoptar el punto de vista del adulto en esa situación. De ese adulto que ellos todavía no son, y que por lo tanto no puede juzgar la situación en condiciones.
Supongo que todo esto lleva al consabido tema de que, en general, a la gente le suele gustar las historias con moraleja, con conciencia social. Y eso no tiene por qué ser malo, pero se convierte en algo malo cuando alguien escribe sobre esos temas porque sabe que está bien visto, y además lo hace recurriendo a mil clichés.
El relato que yo valoré como mi favorito no es que esté libre de mensaje positivo. Habla de la violencia. De que la violencia nunca es un camino válido para llegar a nada. Pero transmite el mensaje de un modo innovador, de un modo crudo pero que extrañamente también resulta divertido, fresco. Y me da la impresión, aunque, claro, es algo que pienso yo y que puede perfectamente no ser así, de que su autor es de los pocos que ha escrito lo que ha querido. Que he empezado a escribir y ha sentido cómo fluía el texto, que no se ha preocupado sólo de que quede bonito, de agradar, de ser correcto. Para mí, es el único que se ha dejado la piel en el relato. Y ya digo que puedo estar equivocada, pero al menos es la sensación que me ha quedado.
Con todo esto no quiero decir que los otros participantes lo hayan hecho mal. Como he dicho, a nivel formal todos los relatos me han parecido bastante correctos, pero me dio cierta lástima no ser capaz de sentir lo mismo con los otros. No ser capaz de adivinar la esencia de los autores en ninguno de los otros casos. Y pongo la mano en el fuego a que todos aquellos que apostaron por una historia típica lo hicieron convencidos de que eso estaría bien visto y les daría puntos. Y lo peor es que, seguramente, en muchos concursos hubiese sucedido así.
Esto me lleva a algo que quería tocar, que es lo que yo llamo (así porque sí) la visceralidad de un texto. Eso que hace que, cuando lees algo, te enganche, te encante, no te deje indiferente. Creo que es algo que va más allá del aspecto literario del texto (y con esto no estoy ni mucho defendiendo el escribir mal!), más allá, incluso, de lo que te están contando. Más allá de su corrección, de si suena más bonito o menos, de si su historia es original o la has oído mil veces. Supongo que no digo nada nuevo porque todos habréis experimentado algo así.
Pero hoy ya no me extiendo más, que no tengo tiempo y tengo que ir cortando. Creo que ha salido un post terriblemente caótico! Si es así, disculpadme: la próxima vez intentaré tener la cabeza más en su sitio :)
No creo que haya sido un post caótico, es más, he entendido lo que has querido decir.
ResponderEliminarCon lo que tú dices, yo me maravillo, en ocasiones, de lo bien que escriben los chavales de 13 y 14 años, y los temas que les preocupan. Si no hubiera conocido el mundo de la blogosfera no conocería estos escritos que pensaba que eran temas de más adultos. Muchos editores deberían darse una vueltecita por estos blogs, porque son un reflejo de lo que piensan, de sus sentimientos y emociones. De momento, sólo me he encontrado con la temática que preocupa a todo adolescente. Amor, el miedo a ser rechazado, el no ser aceptado, pero nada de temática social, que no está mal que la haya. Pero seamos realistas, para un adolescente, que cualquier problema se le presenta como un mundo, leer algo que no les afecta realmente se le hace un poco cuesta arriba. No es que no sean solidarios ni participen de la sociedad, pero ellos están buscando su propio hueco en este mundo, una identidad con la que encarar sus propios miedos. Necesitan tener un referente de lo que están sintiendo, de empatizar con el protagonista, y de ser los héroes que los padres nos negamos a aceptar. Les cuesta aceptar que tienen cada vez más responsabilidades, y hay novelas que lo reflejan muy bien. Por eso triunfan, porque los chicos se ven reflejados en sus protagonistas.
Espero haberme explicado bien.
Saludos desde La ventana de los sueños.
Pues yo creo que he vivido esa situación que comentas en carne propia. Cuando era más joven, escribía dos tipos de cosas: lo que de verdad sentía o pensaba (mis textos viscerales) sin importarme el cómo ni el cuándo... como un desahogo; y las cosas que permitía que leyeran los demás. Eso lo hacía porque en ocasiones, lo que de verdad había dentro de mí era demasiado tabú. Un tabú que temía expresar, que temía mostrar al mundo, como si sintiera miedo de que pensaran que no era la chica (políticamente) correcta que aparentaba. Seguramente, en el concurso del que tú fuiste jurado, yo habría sido de esas que habrían escrito uno de esos relatos de temática generalmente aceptada (o que se dice que generalmente se acepta, por quedar bien) y después habría guardado en el cajón (que nadie lo vea, ¡por Dios!) aquellos en los que me dejaba la piel.
ResponderEliminarAhora, por suerte, cada vez estoy más lejos de eso, cada vez temo menos, porque voy dándome cuenta de que todos tenemos nuestros propios demonios, y el que se escandaliza seguramente es el peor de todos, aunque sólo de sonrisa para dentro.
Ya madurarán y comprenderán que para gustar a los demás no tienen que ser estandartes de la lucha social ni cosas por el estilo, sino simple y llanamente ellos mismos. Fluir, dejarse llevar. Y al que no le guste, que mire para otro lado.
¿Acaso no debió escandalizar Cien Años de Soledad a todos los editores que la rechazaron antes de que fuera publicada?
oye, IKIMA, me has dejado con la intriga, qué demonios son eso, qué es eso tan tabú que no te atreves a compartir. Eso es lo que mola de verdad, hombre, lo que hace de verdad interesante leer una historia.
ResponderEliminarQue sea prohibida o políticamente incorrecta...
Anabel: Totalmente de acuerdo, en parte es admirable que sean capaces de escribir ese tipo de cosas, pero por otro, y eso es lo que quería expresar, me parece tan impropio de su edad que alucino.
ResponderEliminarIkima: Por todo lo que has mencionado sobre lo que te gusta escribir, creo que me encantaría leer todas tus obras! Me siento totalmente identificada con lo de escribir cosas que te apartan de la imagen de chica correcta, aunque en mi caso la diferencia es que casi nunca ocultaba lo que dejaba escribir. De hecho, hasta mis padres leían mis cosas retorcidas, pobrecillos! Ha habido algún que otro relato demasiado demasiado bestia (por lo que sea) que he ocultado, pero no era lo habitual. Y mira por dónde, la única vez que escribí algo bastante correcto fue la primera vez que gané algo (bueno, quedé 3ª) y me publicaron en una antología. Y en parte me dio rabia porque sentía todo el rato que ese relato no era muy mío, no era de mi estilo. Al menos me alegro de haber contribuido, en el concurso en el que he colaborado, a que un relato atípico se haga público (más o menos).
Azaria: Pues estoy de acuerdo! Al final crearemos la secta de las escritoras políticamente incorrectas :P
Perdón por el baile de palabras de "casi nunca ocultaba lo que dejaba escribir", se me han cruzado las ideas xD Quería decir que casi nunca ocultaba lo que escribía.
ResponderEliminarESCRITORAS PERDEDORAS DE SM, POLÍTICAMENTE INCORRECTAS.
ResponderEliminar...Y A MUCHA HONRA.
Jajaja... Azaria, no sé cómo tomarme lo de perdedoras, pero lo mejor es siempre hacerlo con una sonrisa.
ResponderEliminarLos chicos se escoden detrás de personalidades que admiran y escriben esas cosas. Yo tego un hijo de 13 años que le preocupan una serie de temas que nos han preocupado a nosotros a su edad. Es como querer poner puertas al campo. A un chico no le puedes decir lo que tiene que pensar ni mucho menos leer. Se leerá lo que recomiendan en clase, y después lo apartará y se olvidará del libro porque en ocasiones no le interesa. Creo que se confunde la enseñanza de valores y la educación con el que un libro sea atractivo.
Saludos desde La ventana de los sueños.
Jajaja, Azaria, ¡cómo te gusta el morbo y lo prohibido! A partir de ahora cuando quiera que la gente se interese por leer lo que escribo diré que no quiero que lo lean porque es demasiado prohibido, privado y tabú para mostrárselo a nadie... Después dejaré el texto discretamente sobre una mesa, y desapareceré, pretextando algo que hacer, para que la curiosidad mate al gato.
ResponderEliminarLo que ocurre es que el problema de crear expectativas es que es fácil decepcionar.
Yo hacía eso con mi diario cuando era pequeña. Lo dejaba tirado así como de casualidad, a ver si alguien lo leía. No había manera, oye.
ResponderEliminarUn día se lo dije a mis hermanos, y mi hermano me dijo, muy serio:
-¿Para qué vamos a leer tu diario?, si ya sabemos de sobra lo que piensas y lo que haces.
Fue entonces cuando me di cuenta de que, o eres misteriosa o nada de nada...
Jajaja, ¡es que dejar a la vista un diario para que lo lean! No es lo mismo que dejar en una mesa tu novela... Pero es gracioso, lo puedes usar en una historia.
ResponderEliminarViolet, con respecto a eso que dices de que te encantaría leer mis obras, decirte que las que son más extrañas y más genuinas son las de adultos. En las infantiles y juveniles sí que me controlo bastante, porque no lo considero muy adecuado... sobre todo a nivel infantil, claro. Tal vez las adultas te gustarían (¡me encantaría que lo hicieran!) pero las otras "pecan" de ser más normalitas... quizá ya no te gustarían tanto :(
Azaria: Yo jamás hubiese querido que leyesen mi diario! Que una cosa es dejar que lean relatos retorcidos, y otra que esas cosas retorcidas sean además vivencias íntimas xD
ResponderEliminarIkima: Yo también estoy más comedida con lo infantil-juvenil, especialmente desde que intento crear obras que se ajusten a lo que se busca en un concurso.
De todos modos, y eso es lo que más me fastidia de lo que escribo, creo que soy especialista en escribir para un público inexistente xD Mi padre me dijo hace poco, en relación a un relato bastante retorcido que escribí, que su contenido es lo suficientemente fuerte como para ser adulto, pero que la temática le parecía juvenil. La verdad es que no coincido, pero para mucha gente el que aparezca algo fantástico (y ese relato tiene un toque fantástico) ya significa que no es una obra para adultos... Ahí ya entramos en otro tema que me indigna y que daría para un post aparte :P Pues a ver si algún día puedo leer algo tuyo de lo más retorcido y genuino, me gustaría :)
Creo que es un error que pienses que lo que escribes no es para ningún tipo de público. A ti te gusta, lo que quiere decir que si lo hubiera escrito otra persona a ti te seguiría gustando. Quiero decir que habrá personas que piensen de forma parecida a ti o que en el tema artístico estén en tu misma línea y les gustará. Lo más difícil es encontrar dónde están esas personas y poder llegar a ellas, pero haberlas las hay, sin duda. ¡Somos tantos en el mundo!
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