viernes, 14 de enero de 2011

Influencias peligrosas

Sé que un libro me ha marcado de por vida cuando, después de leerlo, paso semanas librando una lucha a muerte contra el demonio de la imitación. Una cosa es aprender con la lectura de un libro y otra muy distinta tratar de clonarlo. Pero cuando una obra me impacta, me llena, me hierve en la sangre, es como si embruteciera mi faceta de escritora. Tardo cierto tiempo en recuperar mi propia voz narrativa y siento palpitando en mis sienes una impotencia terrible: la de saber que yo jamás seré capaz de escribir algo así. Algo que te marca una letra a fuego como a una res de su propiedad y que te atrapa y te posee más allá del momento mismo de la lectura.

Lucho como puedo contra esa vocecita que habla en mi mente de una forma tan semejante al libro recién leído. Pero no tengo éxito. Llevo unos días en que todas las frases que me salen son en presente, en primera persona y están manchadas de sangre. De modo que he tenido que darle un respiro al libro que estoy escribiendo ahora mismo, dejarlo enfriar antes de que se contagie de las ideas de otro. Lo continuaré cuando hable yo y no la burda imitadora.

Porque –y los que la hayáis leído probablemente ya sepáis a qué me refiero– la obra que está escrita en primera persona y en presente es la trilogía de Los Juegos del Hambre, de Suzanne Collins.

Desde entonces sigo dentro de la arena y todavía no he conseguido salir. Jamás había leído un libro con semejante voracidad. Sabía que me dejaba llevar por una obsesión que rozaba lo insano, pero no deseaba ponerle freno. La historia es brutal en todos los sentidos de la palabra (aunque también hay amor, ternura, lucha, rebeldía…). Pero, sobretodo, es INTENSA. Asusta un poco el poder que puede alcanzar la literatura, lo hondo que puede llegar… Hasta puede trastocar nuestros puntos de vista.

Se habla con frecuencia de cuáles son los temas adecuados en literatura juvenil. Se menciona la sangre, y la muerte, y la violencia, y se debate durante líneas y líneas sobre si es o no es adecuado, y se habla de valores, y de protagonistas de buen corazón que lo dan todo por los demás y nunca se comportan de forma inadecuada, y más sangre, y más violencia… que si sí, que si no… La monserga de siempre, hasta que llega un libro brutal y violento que acierta de lleno en la diana del instinto y nos cierra la boca a todos. Ahí va un consejo influenciado por el demonio del que antes hablaba: olvidad por completo lo políticamente correcto. El ser humano no es más que un animal y elegirá al que necesite para sobrevivir.

3 comentarios:

  1. Nuevo post! Antes que nada, me alegro :). Que sepas que aunque llevo siglos sin escribir, me paso muy a menudo. Pero, aunque dije que me reincorporaría en cuanto pudiese, tengo que decir también que los estudios me están absorbiendo muchísimo más de lo que pensaba, y que ahora no tengo tiempo, literalmente, para nada más :/

    Sobre el post en sí: no conozco la trilogía, pero me han entrado muchísimas ganas de leerla!. Creo que con tu última declaracón me has ganado totalmente: ya sabes lo que opino sobre cegarse demasiado con ser correcto, tanto en el contenido como en las formas. Y sí, un libro intenso puede llegar a obsesionar y a alterar nuestros puntos de vista, y tienes razón en que a veces hay que tomar distancia para no escribir con la voz de otra persona. Ahora me sucede menos que hace unos años, pero mis primeros cuentos y novelas están tan, pero tan rebosantes de influencias y voces ajenas que a veces me da casi vergüenza.

    Bueno, seguiré por aquí, demasiado ocupada en la faceta no-creativa (o no tanto) del mundo editorial como para salir demasiado de las sombras. Creo que no volveré a tener tiempo para escribir hasta algo así como el verano, pero bueno... Todo llegará.

    Abrazote :)

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  2. Ser a la sombra de otro, o su continuación, o su réplica... Conozco la sensación.
    ¿Todos somos capaces de escribir El Quijote? ¿o sólo uno?.
    Y que todos somos distintos, pero en el fondo iguales, y más abajo, más adentro, de nuevo distintos.
    El escritor, el que aspiramos a ser, vende identidad, personalidad... y al mismo tiempo vende identificación, reflejo.
    Lo peor es cuando no escribes, pero sigues pensando, y descartas más rápido de lo que escribes, o lo dejas en la cabeza porque allí no lo destroza el mundo (tú mismo al escribir peor de lo que piensas lo que piensas).
    Y sobre la violencia para jóvenes, es cuestión de elección, porque no se cuenta todo y porque dejar esa parte de la realidad a la vista?
    Un beso gordo. Te leo (que es verte por dentro, o casi).

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  3. ¡Hola Violet! ¡Qué ilusión leerte! :) Me alegro de que los estudios te estén absorbiendo, porque eso sólo puede significar cosas buenas. Yo recuerdo ahora con nostalgia los tiempos en que los estudios ocupaban prácticamente todo mi espacio porque eran muy buenos tiempos... De hecho has dicho "absorber" y no "agobiar", así que supongo que es positivo.

    Yo ya estoy retomando otra vez mi libro... veremos si he logrado borrar la huella o dentro de unos meses tengo que tirarlo a la basura.

    Besos.

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