martes, 28 de julio de 2009

La Química de la Palabra

Dada mi formación científica —por llamarlo de algún modo—, siempre he tendido a disculparme por hacer intentos de introducirme en el mundo editorial (que no en el literario, pues en ése, ya estoy inmersa) habiéndome licenciado en la rama “contraria”. Además, añado, sin ningún pudor ni vergüenza, que nada me impulsó a elegir esa carrera más que mi propio deseo de estudiarla (el futuro laboral no fue, ni muchos menos, un aliciente, pues aquí tiene salidas casi nulas). ¿Qué tendrán que ver (podéis pensar) los átomos, los enlaces, las moléculas… con las palabras? Pues creo que más de lo que pensamos. De hecho muchas veces lo pienso, y elaboro una especie de teoría al respecto, ya que, a medida que pasan los años, me he dado cuenta de que hay una cantidad de químicos-escritores abrumadora. Desde un profesor mío de Química Inorgánica poeta que tiene gran cantidad de libros publicados hasta aprendices como yo, pasando por algún que otro autor de éxito cuya carrera literaria ha eclipsado su procedencia del “bando enemigo”.

La teoría que os comento es algo así como que los químicos-poetas buscan o investigan la formación de un todo bello y con sentido absoluto.

Un átomo se enlaza con otro átomo y forma una molécula. Se pueden unir miles y miles de átomos con otros átomos y formar moléculas inmensas que encierran un código secreto, que perpetúan y codifican la vida (palabras al oído de quien sepa descifrarlas). Eso, por muchos detractores que tenga, es una forma natural y esencial de la belleza más pura y absoluta.

Una palabra se enlaza con otra palabra y forma, quizás, una frase. Se pueden unir miles y miles de palabras con otras palabras, frases con otras frases, y formar, párrafo tras párrafo y página tras página, una obra completa que tenga vida propia. También se trata de un código, un código lingüístico. Y eso también es una forma humana y esencial de la belleza más pura y absoluta.

¿Acaso es éste el motivo de que circulen por el mundo tantos químicos locos deseosos de expresar sus ideas con palabras? La literatura no es una cuestión de ciencias o letras, ni de bandos, ni de enemigos. Simplemente es una forma, como otra cualquiera, de aproximarse al maravilloso misterio de la vida.

3 comentarios:

  1. Estoy contigo Ikima, la química creo que te acerca a la lituratura porque aprendes a mezclar elementos para luego descubrir que tienen otras propiedades. La literatura es eso, es el arte de mezclar palabras sin que suenen mal, sin que suene a leído. Mi pareja es licenciado en Biología y cada vez que acabo una novela se la doy para que me la corrija. Se me suelen escapar algunas expresiones que él ve enseguida que no están bien escritas. Aún así creo que a escribir se aprende escribiendo, aunque hay gente por ahí que tiene un talento innato (creo que no es el caso).
    Saludos desde La ventana de los sueños.

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  2. Yo creo que eso del talento innato es algo muy relativo. Todos tenemos días en que las palabras fluyen de un modo que nos sorprende a nosotros mismos, y al releerlo pensamos: "¿Esto lo he escrito yo?". Y luego tenemos días en que las palabras no salen ni a la de tres, se encasquillan, y no hay manera... Por mucho que una persona tenga un talento natural para la escritura, creo que también tendrá sus días buenos y sus días malos, y a veces no se sabe por qué o de qué depende. Ojalá se pudiera controlar la inspiración y la fluidez dándole a un botoncito.

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  3. He tenido problemas para comentar, espero que esta entre.
    Cuando me refiero al talento innato, me refiero a que hay gente que tiene facilidad con la palabra, y que hace magia. Lo que eso no quiere decir es las novelas se escriban salas. Conozco a gente con un talento impresionante para el teatro, y sin embargo se estacan y no siguen trabajando porque no les da la gana. Y lo mismo pasa con la literatura. Puedes tener facilidad para una cosa, pero como todo en esta vida, es cuestión de trabajo. Hay días malos para todos y días buenos, y desde luego a mí la inspiración no me viene en el sofá, sino trabajando todos los días. Unos días con mejor resultado, otros con un resultado no como había planeado.

    Ahora, en la medida de lo posible, quiero dedicar de siete a ocho horas a la novela que tengo entre manos. Además, se me ha ocurrido una historia infantil, aunque no sé si la llevaré a cabo para el premio BdV. Será un relato corto. Pero antes de abordar nada tendré que leer literatura infantil porque ese es un tema que controlo menos, a pesar de trabajar con niños y hacer adaptaciones de cuentos tradicionales para después dramatizarlos.

    Saludos desde La ventana de los sueños.

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