El post publicado por Elsa Aguilar a propósito de los temas de los que se puede hablar en LIJ me ha hecho pensar bastante, sobretodo porque ese asunto, el de si existen temas tabú o no en LIJ, es algo que me trae bastante de cabeza desde que decidí ponerme las pilas y escribir, digamos, bien.
Nos comenta que no hay ningún tema que no sea conveniente tocar, y que lo importante es cómo tocarlo, ya que los niños y adolescentes son personas en formación.
Pues bien, tengo mis reservas (y ya sé que el hecho de que yo tenga reservas no va a cambiar los criterios de ninguna editorial, pero quiero ver si surge el debate al menos por aquí :P) sobre el consabido carácter didáctico que debe de tener una obra de LIJ. Sobretodo porque, respecto a lo de personas en formación, no creo que haya que se pueda meter en el mismo saco a un niño de diez años y a un chaval de dieciséis.
Respecto a la categoría infantil, poco puedo decir. Es la categoría que menos he tocado en mis escritos, y, en general, estoy de acuerdo en que hay que tener mucho cuidado con cómo se dicen las cosas. Tal vez tampoco me mojo mucho en ese sentido porque no tengo demasiado trato con niños, y mi conocimiento sobre cómo tratarles y mostrarles determinadas cosas es bastante deficiente. Poseo como referencia lo que leí yo siendo niña, lo que me hizo disfrutar, pero no voy más allá.
Sin embargo, la literatura juvenil se encuentra, al menos ahora, en un punto que no soy capaz de comprender. No puedo evitar tener la sensación de que los libros para adolescentes casi siempre acaban formando parte de dos categorías predominantes: el romance hiperglucémico (y últimamente, además, de vampiros) y las historias que poco o nada tienen que ver con los temas que preocupan realmente a los jóvenes. Hay excepciones, por supuesto, como en todo.
Para empezar, creo que nunca entenderé qué posición ocupan las novelas de temática social en la literatura juvenil. En esto voy a ponerme un poco quisquillosa. Aviso de que ahora toma la voz, oficialmente, esa parte de mí que todavía se encuentra anclada en la adolescencia.
La novela ganadora del Premio Jordi Sierra i Fabra 2010, por ejemplo, narra las condiciones de vida de los niños obligados a trabajar en la pesca. La novela ganadora en la edición del año pasado, si bien no recuerdo exactamente el argumento, también trataba un tema con gran carga social. Y digo yo, ¿es esto lo que quieren leer los jóvenes? Creo que no me arriesgo demasiado si respondo que no. Y que conste que no estoy hablando de la calidad literaria de la novela, que seguramente sea altísima.
A ver, echemos un vistazo a una muestra muy realista de lo que son los jóvenes. Algo así como Generación Ni-Ni. ¿Algun@ de vosotr@s se imagina a uno de esos chavales leyendo sobre las vicisitudes de los niños pescadores de Ghana? Vale, cualquier podría decirme que esos chavales no leerían ese libro ni ningún otro, y que, de hecho, es bastante probable que jamás hayan leído un libro por voluntad propia. Pero es que igual está todo relacionado. Igual (y, ojo, no quiero decir que el modelo de juventud que presenta Generación Ni-Ni me parezca adecuado..., es sólo un ejemplo) los jóvenes leerían más si se tratasen más temas que les toquen de lleno. Al fin y al cabo, sabemos de sobra que cuando algo les llega de verdad, son perfectamente capaces de comprarse sagas enteras y hacer colas interminables para que sus escritores fetiche les firmen los libros. No hay más que fijarse en el éxito de Crepúsculo. Cierto es que Crepúsculo tampoco me parece el mejor ejemplo, pues no me entra en la cabeza que a las quinceañeras de hoy en día les guste leer historias de amor de lo más castas y edulcoradas (en contraste con el hecho de que, por otro lado, cada vez haya más adolescentes embarazadas, por ejemplo). Pero ese tema ya me parece bastante inquietante de por sí, y daría para un post entero. El caso es que no puedo evitar pensar que, en general, la mayor parte de los libros que se publican en materia de literatura juvenil no tratan, ni de lejos, temas de interés para los jóvenes. Como mucho, se convierten en libros de lectura obligada en los colegios, y no es que eso esté mal, sobretodo si los libros en sí enseñan, efectivamente, algo útil. Pero no creo que un adolescente vaya a desarrollar un enorme amor hacia la literatura después de que le obliguen a leer una novela que trata un tema que podrá ser real, desgarrador, terrible, pero que, al menos de momento, le queda fuera de su alcance.
No me creo la única que, con quince o dieciséis años, con lo que más disfrutaba a la hora de leer era con truculentas historias de desdichas adolescentes, llenas de sufrimiento, amores tormentosos, sexo y violencia. De hecho, creo que he empezado a consumir más literatura juvenil ya de adulta, cuando he sentido la necesidad de acercarme a lo que se está publicando para los jóvenes. Cuando he necesitado aprender para saber sobre qué escribir y cómo hacerlo. Pero hace años, siendo realmente una adolescente, la mayor parte de los libros que leía no se encontraban dentro de la categoría juvenil. Y todo ello pese a estar, en muchos casos, protagonizados por adolescentes, y pese a tratar temas que me interesaban muchísimo. (Como una enorme excepción tengo que mencionar la colección Biblioteca Juvenil, de Alfaguara, que leí prácticamente entera de pequeña y adolescente, y que contiene varios títulos que sí tratan sin tapujos los problemas y preocupaciones de los jóvenes, como Chocolate amargo de Mirjam Pressler, Rebelión de verano, de Vera y Bill Cleaver o Una historia familiar de Christine Nöstlinger. De todos modos, estoy segura de que la mayoría de esos libros lo tendrían bastante crudo para ser publicados dentro de lo que entendemos por LIJ hoy en día.)
He releído hace poco El juego del ahorcado, de Imma Turbau, que leí por primera vez hace cosa de un año, y que me encantó. Me reafirmo en la opinión de que es impresionante, escalofriante. Y habla de una historia de amor adolescente. Habla, de hecho, y en palabras de la propia autora, del amor adolescente en general, de lo agreste de esos sentimientos que experimentamos por primera vez, de lo crueles que podemos llegar a ser cuando todavía somos casi unos niños. Sin embargo, no es un libro dirigido a jóvenes. Es un libro dirigido a adultos. Y sé por qué. No es un libro dirigido a jóvenes porque es crudo, salvaje, violento, estremecedor. Pero ninguna de esas características lo aleja de las inquietudes que tiene cualquier adolescente. Narra una historia que se desarrolla durante la infancia y adolescencia de los protagonistas, y en ningún momento se encuentran en una situación que pueda resultar desconocida para los jóvenes . Son cínicos, crueles, se creen que saben demasiado y no saben nada, se hacen daño por la sencilla razón de que aún son demasiado niños para entender realmente cómo funcionan los sentimientos. Y así es como son los jóvenes. ¿Es un problema que eso, lo que son ellos en realidad, se refleje sin tapujos en un libro? Tenemos también, por citar otro ejemplo, Los cien golpes, de Melissa P., que en su día escandalizó a todo el mundo por su explícito contenido sexual. Pero nos olvidamos de que es un libro escrito por una chica de dieciséis años. ¿No sabrá ella mejor que nadie lo que es sentirse como alguien de dieciséis años? ¿No estará ella más cerca de lo que hacen y sienten los jóvenes, aunque no queramos verlo? Lo leí y me encantó, porque al margen de su argumento, me parece que está muy bien escrito. Pero todo el mundo se escandalizó y ningún padre querría ver a sus hijos leyendo algo así.
Me estoy enrollando muchísimo, así que voy a ir abreviando. Supongo que el interrogante que quería transmitir con todo esto es: ¿Es necesario que el contenido de toda obra dirigida a jóvenes sea didáctico? Y, en caso de que sí, ¿sabemos realmente qué es didáctico? ¿Es didáctico obviar o edulcorar un tema por considerarlo inapropiado, a pesar de saber que a los jóvenes les interesa? ¿Hasta qué punto resulta conveniente hacernos los locos respecto a lo que los jóvenes son en realidad? ¿Puede una historia ser didáctica, transmitir valores, y, al mismo tiempo, resultar explícita y salvaje?
Sé que son varios interrogantes, y no sólo uno ;) Ahí lo dejo. ¡Hasta luego!
jueves, 25 de febrero de 2010
martes, 23 de febrero de 2010
Pagar por prestar
Leo en un artículo de José Luis Sampedro (gracias, Míriam) que parece ser que se pretende hacer pagar a las bibliotecas un canon de 20 céntimos por cada libro prestado. Con todo el revuelo que está teniendo esto del canon y de los derechos de autor en temas musicales, parece que ya estaba tardando en llegar al ámbito librero en forma de cruel realidad sangrante de los bolsillos ajenos. No acostumbro a opinar en estos asuntos, pero hoy quería hacer una excepción: me parece fatal. Nosotros deseando ser leídos, llegar al público, y otros primando el beneficio económico por encima de esa llegada a los lectores de todas partes. Yo siempre me he jactado de que la lectura era un bien para todos y prácticamente gratuito: si no lo podías comprar, bastaba (basta, por ahora) ir a una biblioteca y tener multitud de ejemplares para soñar al alcance de nuestra mano. He conocido hijos de familias sin recursos disfrutar de este modo. ¿Se lo vamos a quitar?
Basten los ejemplos que pone Sampedro en su artículo para ilustrar lo bellísimo y casi mágico de la lectura.
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lunes, 22 de febrero de 2010
Cuestión de principios (II)
Cabía una mano en la oscuridad, y esa mano sostenía un puñal cuyo mango era de brillante hueso negro y la hoja, más afilada y precisa que una navaja de afeitar. Si te cortara, lo más probable es que ni te enteraras, o al menos no lo notarías de inmediato.
El puñal prácticamente había terminado lo que debía hacer en aquella casa, y tanto la hoja como el mango estaban empapados.
Antes de poner a qué autor y a qué obra pertenece este principio... ¿Alguien lo sabe?
Edito: Se trata de "El Libro del Cementerio", de Neil Gaiman. Un libro juvenil que por el momento me está gustando bastante, y demuestra que claramente se puede tratar cualquier tema en literatura juvenil (aunque el principio me sigue pareciendo un poco fuerte).
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viernes, 19 de febrero de 2010
Serendipity
Sí, veis bien, Violet escribiendo un post ;)
Bueno, he decidido que ya está bien de vaguear (aunque eso no sea exactamente lo que he estado haciendo todo este tiempo, por supuesto :P) y retirar las telarañas de mi inspiración. Porque, al fin y al cabo, la mejor manera de recuperar la inspiración es haciendo algo.
Y de eso quiero hablar. Estoy aquí para recomendaros un libro que he terminado recientemente y que considero sumamente interesante para todos los que pululamos por este blog, y, de hecho, para cualquiera que tenga un sueño, un objetivo que cumplir.
Ese libro es Serendipity. Mentiría si no reconociese que, entre otras cosas, lo recomiendo porque conozco a su autor desde que tengo uso de razón. Es amigo de mis dos hermanos, ambos varios años mayores que yo, y creo que mi primer recuerdo ligado a él se remonta a cuando, teniendo yo unos cuatro años, me llamaba fresita, debido a un conjunto muy majo de camiseta y pantalón que yo tenía, blanco con dibujitos de fresitas. Pero, después de esta información que no hacía ninguna falta, debo decir también que el hecho de que conozca a su autor es lo de menos, porque el libro me parece una joya y de no ser así no estaría aquí recomendándolo.
Y la cuestión es, ¿qué es serendipity? Como bien explica Guzmán López (psicólogo, escritor, músico, viajero, formador, consultor y no sé cuántas cosas más) en su libro, es una palabra que, aunque aquí conocemos por serendipia, en realidad no figura en nuestro diccionario. Pero bueno, su significado original y el que nos atañe es que serendipity es algo así como encontrar algo por accidente. El libro nos muestra cantidad de historias sobre descubrimientos que se hicieron de formas totalmente casuales (algunas muy surrealistas), como el famoso Post-it, el LSD o las tiritas. Pero, en realidad, lo que trata de mostrarnos es que, aunque muchas veces lo parezca, no somos simplemente víctimas de todas esas casualidades que van flotando en el éter. Se trata de vivir y actuar de forma que la serendipity nos encuentre o, dicho de otra forma, de comportarnos para atraer lo inesperado, que al fin y al cabo es lo que, en la mayor parte de los casos, nos trae las experiencias y descubrimientos más extraños y/o interesantes.
El libro desecha totalmente la idea de que existan personas naturalmente creativas o con una tendencia innata al éxito. Por el contrario, nos da las claves para que todos podamos aprovechar la fuerza de la serendipity para encontrar nuestras propias ideas, nuestro camino. Una de esas claves es, por ejemplo, saber cómo enfocar un fracaso para que éste no suponga lo que todos tendemos a considerar, una derrota, sino una oportunidad para cambiar nuestra dirección o nuestro modo de hacer las cosas y encontrar, así, por el camino, hallazgos que nunca nos hubiésemos imaginado.
Si os paráis a pensar en ello un momento, ¿cuántas cosas importantes en vuestra vida han sucedido de forma accidental, o directamente absurda? A mí se me ocurren unas cuantas, pero tal vez la que me parece más significativa ahora mismo, y la que más interesa al caso, es precisamente el modo en el que terminé formando parte de Literatura a la Parrilla. Supuestamente, acababa de enfrentarme a un fracaso, pues me había presentado al premio BdV y no obtuve ningún éxito. Sin embargo, gracias a la hirviente actividad del blog de Reporteros 2.0, acabamos poniendo en marcha este blog. Gracias a él, hemos tenido la oportunidad de compartir experiencias e información relativa a la literatura de la que antes no disponíamos. Hemos dado (y, aunque digo hemos, debo decir que el mayor mérito lo tiene Ikima!) con mucha información interesante para ir mejorando cada vez más nuestra forma de escribir, y, de hecho, creo que, hoy por hoy, no me encontraría tan satisfecha con mi última novela de no ser por todo lo que he aprendido durante este último año. Tal vez no se trate de un acontecimiento que me haya acercado al éxito, pues en ello estoy aún, luchando, presentando mi novela a certámenes para ver si algún día suena la flauta, pero en todo caso, ahora, después de haber fracasado en la anterior convocatoria, me noto mucho más centrada y, paradójicamente, cerca de mi objetivo, de lo que estaba antes. De igual modo, puedo decir que la idea que aún estoy desarrollando para mi próxima novela infantil (la famosa historia sobre cucarachas) surgió de la manera más absurda: durante una cena con mi novio y mi hermana, después de bebernos una botella de vino, y mientras desvariávamos terriblemente sobre el asco que dan las cucarachas. Y, sin embargo, ahora todo mi entorno me anima a continuar escribiéndola porque le ven mucho potencial. Eso no significa, tampoco, que disponga ya del éxito al alcance de la mano. Eso no lo puede garantizar nada; tampoco la famosa serendipity. Pero, al menos, deja bien claro que muchas veces las ideas más brillantes nos sobrevienen cuando menos las buscamos. Y de eso, resumiendo, trata el libro: de saber estar con los ojos bien abiertos para que esos momentos brillantes en los que lo absurdo se pone de nuestra parte no nos pasen de largo.
En definitiva, os lo recomiendo. Además de todo lo útil que pueda enseñarnos, es un libro realmente divertido y ameno.
Y por hoy, dejo de daros la brasa. Intentaré que no pasen mil años antes de volver a escribir un post. Saludos!
Bueno, he decidido que ya está bien de vaguear (aunque eso no sea exactamente lo que he estado haciendo todo este tiempo, por supuesto :P) y retirar las telarañas de mi inspiración. Porque, al fin y al cabo, la mejor manera de recuperar la inspiración es haciendo algo.
Y de eso quiero hablar. Estoy aquí para recomendaros un libro que he terminado recientemente y que considero sumamente interesante para todos los que pululamos por este blog, y, de hecho, para cualquiera que tenga un sueño, un objetivo que cumplir.
Ese libro es Serendipity. Mentiría si no reconociese que, entre otras cosas, lo recomiendo porque conozco a su autor desde que tengo uso de razón. Es amigo de mis dos hermanos, ambos varios años mayores que yo, y creo que mi primer recuerdo ligado a él se remonta a cuando, teniendo yo unos cuatro años, me llamaba fresita, debido a un conjunto muy majo de camiseta y pantalón que yo tenía, blanco con dibujitos de fresitas. Pero, después de esta información que no hacía ninguna falta, debo decir también que el hecho de que conozca a su autor es lo de menos, porque el libro me parece una joya y de no ser así no estaría aquí recomendándolo.
Y la cuestión es, ¿qué es serendipity? Como bien explica Guzmán López (psicólogo, escritor, músico, viajero, formador, consultor y no sé cuántas cosas más) en su libro, es una palabra que, aunque aquí conocemos por serendipia, en realidad no figura en nuestro diccionario. Pero bueno, su significado original y el que nos atañe es que serendipity es algo así como encontrar algo por accidente. El libro nos muestra cantidad de historias sobre descubrimientos que se hicieron de formas totalmente casuales (algunas muy surrealistas), como el famoso Post-it, el LSD o las tiritas. Pero, en realidad, lo que trata de mostrarnos es que, aunque muchas veces lo parezca, no somos simplemente víctimas de todas esas casualidades que van flotando en el éter. Se trata de vivir y actuar de forma que la serendipity nos encuentre o, dicho de otra forma, de comportarnos para atraer lo inesperado, que al fin y al cabo es lo que, en la mayor parte de los casos, nos trae las experiencias y descubrimientos más extraños y/o interesantes.
El libro desecha totalmente la idea de que existan personas naturalmente creativas o con una tendencia innata al éxito. Por el contrario, nos da las claves para que todos podamos aprovechar la fuerza de la serendipity para encontrar nuestras propias ideas, nuestro camino. Una de esas claves es, por ejemplo, saber cómo enfocar un fracaso para que éste no suponga lo que todos tendemos a considerar, una derrota, sino una oportunidad para cambiar nuestra dirección o nuestro modo de hacer las cosas y encontrar, así, por el camino, hallazgos que nunca nos hubiésemos imaginado.
Si os paráis a pensar en ello un momento, ¿cuántas cosas importantes en vuestra vida han sucedido de forma accidental, o directamente absurda? A mí se me ocurren unas cuantas, pero tal vez la que me parece más significativa ahora mismo, y la que más interesa al caso, es precisamente el modo en el que terminé formando parte de Literatura a la Parrilla. Supuestamente, acababa de enfrentarme a un fracaso, pues me había presentado al premio BdV y no obtuve ningún éxito. Sin embargo, gracias a la hirviente actividad del blog de Reporteros 2.0, acabamos poniendo en marcha este blog. Gracias a él, hemos tenido la oportunidad de compartir experiencias e información relativa a la literatura de la que antes no disponíamos. Hemos dado (y, aunque digo hemos, debo decir que el mayor mérito lo tiene Ikima!) con mucha información interesante para ir mejorando cada vez más nuestra forma de escribir, y, de hecho, creo que, hoy por hoy, no me encontraría tan satisfecha con mi última novela de no ser por todo lo que he aprendido durante este último año. Tal vez no se trate de un acontecimiento que me haya acercado al éxito, pues en ello estoy aún, luchando, presentando mi novela a certámenes para ver si algún día suena la flauta, pero en todo caso, ahora, después de haber fracasado en la anterior convocatoria, me noto mucho más centrada y, paradójicamente, cerca de mi objetivo, de lo que estaba antes. De igual modo, puedo decir que la idea que aún estoy desarrollando para mi próxima novela infantil (la famosa historia sobre cucarachas) surgió de la manera más absurda: durante una cena con mi novio y mi hermana, después de bebernos una botella de vino, y mientras desvariávamos terriblemente sobre el asco que dan las cucarachas. Y, sin embargo, ahora todo mi entorno me anima a continuar escribiéndola porque le ven mucho potencial. Eso no significa, tampoco, que disponga ya del éxito al alcance de la mano. Eso no lo puede garantizar nada; tampoco la famosa serendipity. Pero, al menos, deja bien claro que muchas veces las ideas más brillantes nos sobrevienen cuando menos las buscamos. Y de eso, resumiendo, trata el libro: de saber estar con los ojos bien abiertos para que esos momentos brillantes en los que lo absurdo se pone de nuestra parte no nos pasen de largo.
En definitiva, os lo recomiendo. Además de todo lo útil que pueda enseñarnos, es un libro realmente divertido y ameno.
Y por hoy, dejo de daros la brasa. Intentaré que no pasen mil años antes de volver a escribir un post. Saludos!
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Lucy
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jueves, 18 de febrero de 2010
Premio As de Picas 2010
Imagino que muchos de vosotros ya conocéis este premio, pero navegando un poco por la red en busca de novedades y curiosidades (lo cual hago mucho últimamente, será el tiempo libre...) lo he encontrado. Yo no lo conocía (o no lo recordaba) de modo que quiero compartirlo:
Premio As de Picas. Editorial Vicerversa.
Se trata del Premio de literatura Juvenil As de Picas, al que deben presentarse novelas con una extensión mínima de 150 páginas. Está muy bien dotado: 30.000 euros. Tanto como el Premio Edebé Juvenil. Así que ya sabéis, si no tenéis suerte con vuestras novelas juveniles enviadas al Gran Angular, podéis probar suerte aquí. El plazo de presentación de originales acaba en mayo.
Premio As de Picas. Editorial Vicerversa.
Se trata del Premio de literatura Juvenil As de Picas, al que deben presentarse novelas con una extensión mínima de 150 páginas. Está muy bien dotado: 30.000 euros. Tanto como el Premio Edebé Juvenil. Así que ya sabéis, si no tenéis suerte con vuestras novelas juveniles enviadas al Gran Angular, podéis probar suerte aquí. El plazo de presentación de originales acaba en mayo.
martes, 16 de febrero de 2010
Finalistas Premios SM
Bueno, tal y como han posteado en el blog de microrrelatos sms, el jurado ya tiene en sus manos los finalistas de la segunda criba de los premios SM.
El Jurado de los premios El Barco de Vapor y Gran Angular ya tiene en sus manos las obras finalistas
Después, de estos finalistas que han llegado a manos del jurado se eligen los finalistas definitivos. Yo he preguntado que cuántos originales suelen pasar las primer criba y cuántos suelen pasar la segunda, para hacernos una idea. Os mantengo informados de lo que me respondando, aunque muchos de vosotros imagino que soléis entrar en la página.
¡Suerte a todos los participantes! (Violet, estarás atacada).
Un saludo
lunes, 15 de febrero de 2010
Cuestión de principios (I)
Bueno, hoy se inaugura una especie de sección. Pensando en uno de los consejos para escribir una buena novela, el de tener un buen principio que enganche, prometa algo... se me ha ocurrido que qué mejor forma de ilustrar esto que seleccionar el principio de diferentes obras e irlos poniendo por aquí, para ver de qué múltiples maneras se puede comenzar un libro. Yo pondré los principios de algunas obras que tengo por casa o que me gustan particularmente, pero sería muy enriquecedor que entre todos hiciésemos acopio de una gran cantidad de inicios para poder aprender de ellos.
Aquí van dos:
"Los hijos del Conde Olar heredaron la extraordinaria fuerza física, los ojos grises, el áspero cabello rojinegro y la humillante cortedad de piernas de su padre."
Olvidado Rey Gudú
Ana María Matute
"Estuve a punto de nacer Feliz"
Notas para un violonchelo
Ándrómeda Romano-Lax
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domingo, 14 de febrero de 2010
Amor por los libros
Permitidme una cursilería: feliz San Valentín librero a todos los que amáis la literatura. ¡Pasadlo rodeados de libros!
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Palabras sabias (II)
La literatura caballeresca que hace perder los sesos al Quijote [...] no es "realista", porque las delirantes proezas de sus paladines no reflejan una realidad vivida. Pero ella es una respuesta genuina, fantasiosa, cargada de ilusiones y anhelos y, sobre todo, de rechazo, a un mundo muy real en el que ocurría exactamente lo opuesto a ese quehacer ceremonioso y elegante, a esa representación en la que siempre triunfaba la justicia, y el delito y el mal merecían castigo y sanciones, en el que vivían, sumidos en la zozobra y la desesperación, quienes leían [...] ávidamente las novelas de caballerías.
Mario Vargas Llosa
De Una novela para el siglo XXI
Prólogo de la edición conmemorativa del quinto centenario de Don Quijote de la Mancha (Alfaguara)
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Vargas Llosa
viernes, 12 de febrero de 2010
Supervivencia
Los animales se aferran a la vida con uñas y dientes por puro instinto: hay que sacar adelante la especie. En la naturaleza no priman los individuos, sino la colectividad. Perpetuarse, seguir, siempre adelante, siempre avanzando. Cuando un animal muere pero deja descendencia, es una forma, en parte, de continuar vivo, porque su huella genética sigue en el mundo. Pensadlo un instante: ¿Cuántas personas han contribuido a lo largo de la historia a dejar impresa en vosotros su herencia? Generación tras generación, todos se van perpetuando en nosotros, y nosotros nos perpetuaremos en los siguientes.
Pero el ser humano -dicen- ha perdido el instinto animal. ¿Seguro? ¿No será la escritura una clase de instinto evolucionado que responde al mandato natural de perpetuarse? Reflexiono sobre ello a raíz de las palabras de Borges que añadí, concretamente de esta frase: "Ha creado el libro, que es una extensión de su imaginación y de su memoria." (Y también, y sobre todo, a raíz de un suceso trágico que ha ocurrido en mi entorno esta semana, aunque no venga al caso). ¿No perdura Borges, acaso?
Hasta donde yo sé, los genes no pueden retener la memoria de su portador y, por tanto y lamentablemente, no podemos transmitir a nuestros hijos ni nuestras vivencias ni nuestros conocimientos -tal vez no sería soportable, lo admito, llevar a cuestas el bagaje de todas las generaciones anteriores- de modo que de alguna forma hemos de lograr que eso no se pierda para no morir del todo a nivel mental o emocional. Es cierto que perduraremos en el amor y el recuerdo de quien nos quiere, las fotografías, los objetos personales, pero... ¿cuánto dura eso? ¿Dos generaciones? ¿Tres?
Entendedme, no es soberbia. No hablo de obras maestras, ni de convertirse en Borges, por supuesto, sino de algo mucho más íntimo. Por ejemplo, un diario personal. ¿Imagináis la sensación que tendrían al leerlo vuestros nietos, bisnietos, tataranietos, una vez que ya no estéis? Yo siempre suelo echar la vista atrás. Me pregunto de quién provengo, qué sentían, qué pensaban... ¡Sería tan bonito disponer de sus impresiones! ¡Descubrir que me parezco a alguno de ellos! ¿Qué opináis sobre dejar un legado de palabras? ¿Creéis que esa fue en parte la motivación de algunos escritores, o que escribir responde únicamente a la satisfacción de un deseo momentáneo?
Pero el ser humano -dicen- ha perdido el instinto animal. ¿Seguro? ¿No será la escritura una clase de instinto evolucionado que responde al mandato natural de perpetuarse? Reflexiono sobre ello a raíz de las palabras de Borges que añadí, concretamente de esta frase: "Ha creado el libro, que es una extensión de su imaginación y de su memoria." (Y también, y sobre todo, a raíz de un suceso trágico que ha ocurrido en mi entorno esta semana, aunque no venga al caso). ¿No perdura Borges, acaso?
Hasta donde yo sé, los genes no pueden retener la memoria de su portador y, por tanto y lamentablemente, no podemos transmitir a nuestros hijos ni nuestras vivencias ni nuestros conocimientos -tal vez no sería soportable, lo admito, llevar a cuestas el bagaje de todas las generaciones anteriores- de modo que de alguna forma hemos de lograr que eso no se pierda para no morir del todo a nivel mental o emocional. Es cierto que perduraremos en el amor y el recuerdo de quien nos quiere, las fotografías, los objetos personales, pero... ¿cuánto dura eso? ¿Dos generaciones? ¿Tres?
Entendedme, no es soberbia. No hablo de obras maestras, ni de convertirse en Borges, por supuesto, sino de algo mucho más íntimo. Por ejemplo, un diario personal. ¿Imagináis la sensación que tendrían al leerlo vuestros nietos, bisnietos, tataranietos, una vez que ya no estéis? Yo siempre suelo echar la vista atrás. Me pregunto de quién provengo, qué sentían, qué pensaban... ¡Sería tan bonito disponer de sus impresiones! ¡Descubrir que me parezco a alguno de ellos! ¿Qué opináis sobre dejar un legado de palabras? ¿Creéis que esa fue en parte la motivación de algunos escritores, o que escribir responde únicamente a la satisfacción de un deseo momentáneo?
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jueves, 11 de febrero de 2010
Gradientes
Los escritores somos vanidosos.
Sólo quien tenga múltiples personalidades, y una de ellas adopte la actitud de lector que admira y otra la de autor admirado, podrá sentirse satisfecho con una escritura absolutamente solitaria, acotada a la autocontemplación. Pero eso, al fin y al cabo, también es vanidad.
Un autor escribe para ser leído, para un lector futuro e hipotético, cuyo mundo, cuyas circunstancias, pueden ser radicalmente distintas y hasta contrarias del mundo presente del escritor. Y sin embargo se encuentran, se interconectan, se solapan. Tal vez, como la materia y la antimateria, al chocar se aniquilen el uno al otro. Pero eso son cosas del futuro. En el presente de la obra, mientras la escribe, el escritor visualiza, o simplemente presiente, a otro lector. Éste es como una especie de bruma, una nube borrosa, nada que ver con el real, de carne y hueso, que en un futuro acabe pululando por nuestra obra. Cuando alguien toma un libro para su lectura, tiene ciertas expectativas, y el autor puede defraudarlas. Desde el lado contrario, el escritor también tiene ciertas "expectativas de lector" (su bruma, su hipótesis, no más que un cúmulo de números y de conjeturas)que puede cumplirse o ser decepcionada.
Porque la lectura y la escritura son dos actividades solitarias sólo si nos movemos contando con la dimensión temporal. Si la anulamos, esos dos hechos se superponen el uno al otro y se convierten en el enigma de la gallina y el huevo, ¿quién fue primero?
El lector es algo más que aquel que toma un libro para leer sus palabras. Es un concepto. La fuerza impulsora de toda literatura, el gradiente, y por tanto una figura presente en la génesis de toda obra. La Creación empieza cuando al escritor se le nubla la vista y divisa una bruma blanquinosa en el horizonte. "Ahí viene mi lector", y empieza su andadura.
Creo que la experiencia que vayamos adquiriendo con los años dará forma a nuestro lector impulsor, dejará de ser etéreo para ser corpóreo, casi tangible, de modo que cuando nuestro mundo presente y su mundo futuro se unan en un mismo plano no se aniquilen, sino que se alimenten, crezcan, y ocurra el fenómeno que nuestra vanidad y su curiosidad esperan: el placer de la lectura.
Escrito por
Ikima
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miércoles, 10 de febrero de 2010
Palabras sabias (I)
A lo largo de la historia el hombre ha soñado y forjado un sinfín de instrumentos. Ha creado la llave, una barrita de metal que permite que alguien penetre en un vasto palacio. Ha creado la espada y el arado, prolongaciones del brazo del hombre que los usa. Ha creado el libro, que es una extensión de su imaginación y de su memoria.
J.L. Borges
lunes, 8 de febrero de 2010
Realidad y ficción
Sostiene Aristóteles que la base de la Poesía (aproximadamente sinónimo de lo que hoy entendemos por Literatura) es la imitación. El poeta imita la vida, las cosas, el mundo, y lo convierte en una obra de arte. El escritor debe posar sus ojos en la realidad, y construir una imitación lo más bella posible, siendo preferible, según el pensador, que imite lo verosímil imposible a lo posible inverosímil. Es decir, no importa que contemos algo que ha ocurrido en realidad si en el papel da la impresión de ser una farsa. Tampoco importa que contemos algo que no es más que una invención si el lector se deja embaucar, llevar a ese mundo imaginario, incluirse en él.
¿Acaso cuando presenciamos la actuación de un mago dejamos de sorprendernos sólo porque hay truco? No nos importa que lo haya, prácticamente lo obviamos. Lo que nos importa es que hemos presenciado algo sorprendente, increíble -aunque nos lo hemos creído, ¡lo hemos visto con nuestros propios ojos!-, y eso nos satisface... al menos si el mago es bueno, y no se le escapa la paloma antes de tiempo, o vemos cómo esconde los pañuelos burdamente en una funda con forma de dedo pulgar. Por tanto, para crear una buena ficción, embaucadora y creíble, el escritor debe ser un buen prestidigitador. Hacer juegos de manos, palabras aquí y palabras allá hasta que... ¡Oh! ¡Una paloma!
Pero... ¿Cómo podemos hacer de nuestra obra un buen truco? ¿Cómo podemos hacer de un buen truco un truco extraordinario? Tal vez esto suene un poco a libro de autoayuda, pero es así: nos lo tenemos que creer nosotros mismos. Si nosotros no estamos convencidos de lo que contamos, será como si cogemos una patata, le pintamos ojos y boca y decimos que es un ser humano. No sólo no nos creerán, sino que pensarán: "¿Me ha tomado por tonto? ¡Si es una patata!". Uno de los peores errores en que puede incurrir un escritor -y lo digo como lectora- es hacer sentir tonto a su público.
En mi caso, antes de empezar a escribir una escena, hago un planteamiento exhaustivo de la misma, especialmente si a mí misma aún no acaba de convencerme. Me meto en la mente de todos los personajes que van a intervenir, me pongo en su piel, escribo lo que sentiría yo en su situación o pienso cómo reaccionaría alguien con el carácter que les he asignado en unas circunstancias semejantes. Después pienso cada detalle físico: olores, sabores, luz, ambiente... Por último intento ponerme a mí misma en antecedentes: ¿Qué sabe cada personaje de la trama? ¿Qué ha ocurrido en capítulos o escenas anteriores que condicione esta nueva escena? ¿Tiene sentido en el argumento o es prescindible? Llegado este punto suelo visualizarla con tal detalle que es imposible no creérselo: ¿cómo no voy a creérmela si la he visto con mis propios ojos? Y las palomas vuelan, los pañuelos aparecen y desaparecen, y el seis de corazones está dentro de una naranja.
Si queréis escribir, engañaos, contaos historias, convertíos en lectores de vosotros mismos y convivid con vuestros personajes codo con codo antes de empezar. Cuando como lectores un escritor os embauque, no os sintáis mal. Primero ha tenido que embaucarse a sí mismo. Forma parte del juego.
Escrito por
Ikima
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escribir
sábado, 6 de febrero de 2010
Consejos del otro lado
Leyendo uno de los post del nuevo blog que SM ha puesto en marcha a través del I Concurso de Microrrelatos, entré en la página de Care Santos, ganadora de la pasada edición de BdV con Se vende mamá, y autora de gran cantidad de libros (estuve mirando la página por encima, y me parece que es una de las escritoras más prolíficas que he conocido).
El caso es que Care nos da un enlace al blog personal de una editora de literatura infantil y juvenil (Elsa Aguiar) que, aunque no he tenido tiempo de leer con detalle, parece que promete muchísimo. La editora nos aconseja en un último post qué hacer para que un libro que presentamos a un concurso no sea de los que apetece descartar a la primera y muchas cosas más. Vamos, que tenemos que leerlo sin falta, sí o sí, porque nos puede servir de verdad, ya que son consejos desde dentro, desde la organización. Y de ahí el título del post, un poco en plan "encuentro en la tecera fase" :).
La propia Care Santos (la parafraseo) afirma que si cuando todavía no había logrado publicar -sí, sí, una escritora como ella alguna vez fue como nosotros, una aficionada que anhelaba algo que no tenía...- hubiera tenido consejos como éstos, le habrían hecho mucho bien.
Así pues, ahí os pongo los enlaces:
Página de Care Santos:
http://www.caresantos.com/
Blog de Care Santos:
http://silencioeslodemas.blogspot.com/
Blog de Elsa Aguiar, editora de literatura infantil y juvenil:
http://editarenvozalta.wordpress.com/
¡Que lo disfrutéis!
El caso es que Care nos da un enlace al blog personal de una editora de literatura infantil y juvenil (Elsa Aguiar) que, aunque no he tenido tiempo de leer con detalle, parece que promete muchísimo. La editora nos aconseja en un último post qué hacer para que un libro que presentamos a un concurso no sea de los que apetece descartar a la primera y muchas cosas más. Vamos, que tenemos que leerlo sin falta, sí o sí, porque nos puede servir de verdad, ya que son consejos desde dentro, desde la organización. Y de ahí el título del post, un poco en plan "encuentro en la tecera fase" :).
La propia Care Santos (la parafraseo) afirma que si cuando todavía no había logrado publicar -sí, sí, una escritora como ella alguna vez fue como nosotros, una aficionada que anhelaba algo que no tenía...- hubiera tenido consejos como éstos, le habrían hecho mucho bien.
Así pues, ahí os pongo los enlaces:
Página de Care Santos:
http://www.caresantos.com/
Blog de Care Santos:
http://silencioeslodemas.blogspot.com/
Blog de Elsa Aguiar, editora de literatura infantil y juvenil:
http://editarenvozalta.wordpress.com/
¡Que lo disfrutéis!
lunes, 1 de febrero de 2010
Lo prometido es deuda... y en deuda estoy
Bueno, por aquí andamos otra vez después de un mes de parón en las entradas del blog (algo no sucedido desde que se puso en marcha, de modo que lo siento), empezando no sólo un nuevo año sino también un nuevo mes. Espero que mi cabeza me dé una tregua para volver con asiduidad.
Como ya indica el título, estoy en deuda con vosotros. Prometí un cambio en la apariencia del blog y una mudanza a otra dirección con más funcionalidades, pero todavía no se ha producido y creo que tardará en producirse, de modo que es mejor seguir escribiendo por aquí en lugar de dejarlo parado.
Poco más tengo que añadir por hoy, salvo un "estoy aquí" flojito, en un susurro casi, desde lo hondo de mi pozo privado.
Como ya indica el título, estoy en deuda con vosotros. Prometí un cambio en la apariencia del blog y una mudanza a otra dirección con más funcionalidades, pero todavía no se ha producido y creo que tardará en producirse, de modo que es mejor seguir escribiendo por aquí en lugar de dejarlo parado.
Poco más tengo que añadir por hoy, salvo un "estoy aquí" flojito, en un susurro casi, desde lo hondo de mi pozo privado.
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Ikima
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