jueves, 3 de septiembre de 2009

Educación del Alma Humana

Cuando era pequeña era de esas niñas insoportables que todo lo preguntan. Preguntaba por el color del cielo, por las nubes, por el comportamiento de las personas… en fin, por todas esas cosas que forman parte del MUNDO, y que a veces olvidamos. Preguntar, preguntar, preguntar. No sólo echaba mis interrogantes al aire y punto: también quedaba esperando con muchísima atención la respuesta, y después la rumiaba a la sombra, detenidamente. Esto me otorgó suficiente experiencia como para entender, más temprano que tarde, que las preguntas, muchas veces, molestan. Y no sólo molestan por tener a un pequeño lorito importunando constantemente cuando la película está más interesante, sino porque a las personas les incomoda sentirse ignorantes. No saber la respuesta a la pregunta de un enano de cuatro años pone —y perdonad la expresión— de muy mala leche.

No fue distinto en la etapa escolar. Recuerdo una ocasión, en la guardería (no sé cómo recuerdo eso porque era muy pequeña, pero está grabado ahí, sobre todo la sensación de “noentenderporqué”) en que la cuidadora nos estaba contando el cuento de las judías mágicas. Yo la interrumpí con una pregunta de carácter lógico. Bastante irónico si consideramos que ahora me apasiona la literatura surrelista, pero bueno, así fue. Le pregunté acerca de algo que ocurría en el cuento y carecía de sentido. Su reacción fue muy rara. Me puso de cara a la pared, de rodillas, con los brazos en cruz y con varios libros sobre la palma de cada mano. Ahí me dejó durante un par de horas, mientras continuaba contando cuentos a los niños silenciosos.

Así fui dándome cuenta, con el paso de los cursos, que los profesores no lo sabían todo, y que muchas de mis respuestas estaban —¡gracias!— en los libros. Que los libros no se enfadaban, ni tampoco me hacían llorar ni sentirme pesada, y que tampoco importaba lo que se me ocurriera preguntar: cualquier respuesta podía estar plasmada en ellos, y, si no lo estaba —esto sí que fue una verdadera revelación— me guiaban para elaborar mi propia respuesta. Crecí como persona más en soledad que en compañía.

Porque ahora veo que todo el sistema educativo empieza con el famoso: “¿Qué quieres ser de mayor?” (yo respondía arquitecto) y acaba con: “¿Qué carrera vas a elegir cuando acabes selectividad?” (yo respondí químicas), todo con el fin último de “encontrar un buen trabajo”. Luego acabas toda esa parafernalia, te encuentras en un puesto de trabajo que también tiene un fin último que te toca más bien de lejos, y te sigues preguntando muchas, muchas cosas. Creo que todas las personas se pueden clasificar en dos tipos: las que se hacen preguntas y las que te castigan con los brazos en cruz.

Me enseñaron muchas cosas, pero nadie me enseñó a educarme de verdad, por dentro. A educar mi conciencia y mi espíritu. Sólo los libros ayudaron a ello. Educar el alma humana es un camino verdaderamente solitario.

16 comentarios:

  1. Hola Ikima:¿Qué tal? Espero que bien.
    En cuanto a tu comentario en parte estoy de acuerdo contigo y en parte no. En el colegio al que yo iba los profesores no paraban de decirnos que no dejáramos de preguntar y de hecho la media de preguntas en clase era importante.Ahora bien claro está que existen personas que van de sabias y luego se les cae el mundo al suelo cuando se ven acorralados por una seie de preguntas.Su vía de escape: ignorar al que le ha preguntado o como en tu caso ira y como consecuencia de la misma un castigo si tiene poder( en tu caso no me extraña que te acuerdes todavía del suceso). En fin, que en esta vida te puedes encontrar de todo.
    Saludos,
    Enrique.

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  2. Un camino que en tu caso vas recorriendo con éxito... gracias por ayudarnos a los demás con el nuestro

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  3. Hola, se me acabaron las vacaciones y vuelvo a la rutina.
    La verdad es que siempre han habido malos profesores, y tú no has sido la única que los ha sufrido. Cuando era pequeña una profesora me pegaba en una mano por escribir con la mano izquierda. Así que ahora hago ciertas cosas con la derecha y ciertas con la izquierda. Pero también los hay muy buenos. Profesores que educan también tu alma con paciencia y amor hacia lo que hacen.
    Un niño que pregunta es un niño curioso e inteligente. Siempre que mi hijo nos ha preguntado algo y ha tenido curiosidad por saber algo le hemos respondido sin tapujos, con un lenguaje que pudiera entender. No me gusta hablar a los niños como si fueran de otra galaxia y decir palabras como Guau-guau, en vez de perro.
    Y sí, los libros son esa parte de la vida que te enseña lo que los profesores, padres o amigos no te dicen. Estoy de acuerdo contigo.

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  4. ¿Y ahora con qué mano escribes? Yo por suerte eso no lo sufrí, nunca me dijeron nada por escribir con la izquierda. Es más, mi madre y mi hermano mayor también son zurdos, cosa que hace que mi padre sea "el raro" jeje, y que yo siempre haya estado en mi salsa.

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  5. Hola Ikima, ahora escribo con la derecha porque me da vergüenza hacerlo con la izquierda, y más si hay alguien al lado mirándome. Cuando estoy sola puedo escribir con la izquierda, pero me he hecho a la idea que soy ambidiestra. Algunas cosas no las sé hacer con la derecha por mucho que me esfuerce, como cortar la carne, planchar, fregar, esgrima, abrir las puertas, sostener unas llaves.
    Alguna vez me molesta que el mundo esté hecho para los diestros, porque como sabrás hasta los cuchillos del pescado no sé cómo se cogen, y hasta los dieciséis años no sabía abrir una lata de conservas, y eso me hacía sentir muy mal. Ahora hay tiendas especializadas para nosotros.

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  6. Yo recuerdo que mi profesora de inglés en EGB se enfadaba conmigo porque mi nivel era más alto que el que se impartía (básicamente porque, en 8º, casi toda la música que yo escuchaba era cantada en inglés, y debido a las letras de las canciones iba aprendiendo). Una vez en concreto le dio mucha rabia que escribiese una palabra en un ejercicio que, según ella, no tenía sentido que yo conociese. Como si fuese para tanto!

    Yo de pequeña, y más tarde de adolescente, nunca supe qué contestar a esa pregunta de "qué quieres ser?". De pequeña aún tuve momentos en que tuve clarísimo que quería ser, por ejemplo, veterinaria (eso me dio durante bastante tiempo), pero luego se me pasó y llegué a un punto en el que, realmente, no tenía ni idea de qué quería ser (sobre todo porque, como respuesta, ya de entrada excluía todo lo que tuviese que ver con lo artístico, por considerarlo muy difícil e inalcanzable). Eso llegó a preocuparme bastante. El resultado de todo ello es que ahora mismo me dedico a algo que no es ni mucho menos vocacional, aunque al menos tengo claro que me gusta escribir y que eso sí que es algo con lo que disfruto y para lo que, entre comillas, sirvo. Creo que es muy difícil saber hacia dónde quieres orientar tus pasos cuando eres muy joven, y por desgracia es entonces cuando toca decidir...

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  7. Siempre he pensado eso que expones en la última frase. Parece que las decisiones cruciales de nuestra vida debemos tomarlas precisamente cuando aún no estamos preparados para ello. Y después, toda nuestra vida depende de esas decisiones que pudieron ser erróneas o acertadas casi por puro azar.

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  8. Cuando era pequeña quería escribir, pero me daba tanta vergüenza que siempre me negé esa posibilidad, hasta tal punto que cada vez que tenía que hacer una carta de presentación o un dossier de nuestros espectáculos los hace mi pareja.
    Pero hace tres años me decidí a escribir, y hasta ahora no he encontrado nada que se le parezca, y eso que me adoro mi trabajo. Soy actriz de teatro infantil y cuando veo las caras de los niños me emociono, sin embargo cuando me pongo a escribir se me pasan las horas volando y me gustaría que el día se alargara para escribir mucho más. Así que hago mío aquello de: más vale tarde que nunca. Y si después de intentarlo muchas veces nadie me publica nada, tiraré la toalla, pero no sin haberlo luchado por mi sueño.

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  9. Creo sinceramente que tienes razón en lo que expones pero realmente ¿ nos da tiempo a hacerlo? Si nosotros mismos nos quejamos de que nos falta tiempo para escribir y nos falta el aire por acabar nuestra obra ¿cómo leernos el libro del concurso? En fin, no sé si los ganadores s ededican exclusivamente a escribir pero yo no encuentro tiempo material para hacerlo.Si acaso media hora de las 24 que tiene el día y como comprenderéis eso es una minucia.

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  10. Aunque te has equivocado de post te contesto aquí XD

    Eso es cierto, tenemos poco tiempo (a todos nos ocurre lo mismo) pero yo intento pensar como si el tiempo que le dedico fuese una especie de inversión económica de futuro:

    Si leo otros libros, me ayudarán a mejorar mi expresión escrita y también la forma de estructurar las historias, lo cual repercutirá positivamente en mis libros. Esto sería algo así como contratar a una persona sin experiencia y formarla. Al principio pierdo dinero, pero después lo recupero con creces.

    Por otra parte, si yo dedico mis esfuerzos a perfeccionar y completar un libro que envío a un concurso, y me ocurre lo que me ocurrió con Calvina, ese tiempo lo he tirado a la basura. Podría haberlo invertido en perfeccionar mi libro o perfeccionarme a mí (¡y no me refiero a la cirugía estética!, en escribir otro libro, o en enviarlo éste a otro concurso más viable.

    Puede ser que un día me fastidie tener que leerme algo que no me apetece porque tengo poco tiempo y me gustaría estar escribiendo, pero creo que a largo plazo lo agradeceré. O así es como yo me lo planteo para motivarme.

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  11. Yo no sé si los ganadores se dedican exclusivamente a escribir, pero gracias a mi trabajo puedo dedicar muchas horas a lo que me gusta. Anoche me terminé Se vende mamá, y os puedo asegurar que es de las mejores novelas que me he leído este año. Me ha sorprendido que una novela infantil sea tan emocionante. Desde luego tiene los ingredientes que a mí me gustan. No sé cómo serían las demás novelas que se presentaron, pero esta es estupenda, y ha sido un gran acierto por mi parte haberla leído.

    Enrique, si encuentras media hora para escribir al día, y te dedicas a ello, merece toda mi admiración , porque sé que entonces escribes porque es más que un hobbi. No sé si leí que Ildefonso Falcones dedicaba una hora al día a escribir La catedral del mar, y mira dónde ha llegado.

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  12. De todas formas, aunque los ganadores se dediquen plenamente a ello (que se tienen que dedicar siendo quienes son y con sus respectivas trayectorias) no creo que puedan escribir más de un número de horas determinado al día. La inspiración también se agota, y el cerebro necesita períodos de descanso y horas de sueño para salir de atolladeros que creíamos insalvables. Imagino que escribirán un par de horas y el resto lo dedicarán a leer, corregir otras obras o bien hacer esquemas de las escenas siguientes o a documentarse.

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  13. Yo no sé cómo lo hacen los demás, pero si tengo tiempo, me dedico a escribir toda la tarde, y cuando puedo, le dedico casi siete horas diarias. Y puedo hacerlo porque mi pareja se hace cargo de muchas cosas, y porque mi hijo no requiere mi atención como antes.
    Mi trabajo como actriz me permite tener tiempo para dedicarle a la escritura. Igual estoy ideando una obra para niños, que una idea para una novela. Esa es la parte buena de mi trabajo, porque la parte mala es que no todos los meses cobras, y que hay organismos que tardan en pagar. Sé que hay gente que no podría vivir como mi pareja y yo, pero es cuestión de habituarse de que cuando hay trabajo, hay mucho trabajo, y después estás puedes tirarte como un mes sin hacer nada. Esas son las horas que yo invierto en hacer lo que me gusta.
    Este verano podría haber ido a la playa, pero prefería quedarme en casa escribiendo.
    Veo muy poco la tele, y esas horas las dedico a leer. Siempre estoy con un libro en las manos, y si dispongo de tiempo puedo leer hasta tres novelas a la semana.

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  14. ¿Pero puedes escribir sin parar siete horas seguidas? ¿Cuántas páginas escribes en tanto tiempo?

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  15. Siete horas seguidas no, pero por la mañana puedo tirarme dos y por la tarde unas cinco, con descansos de cinco minutos cada hora.
    Y lo de escribir depende de lo que me traiga entre manos. Esta tarde sólo he escrito tres páginas, pero acabo de empezar una novela infantil y siempre me parece más difícil escribir para niños que para adolescentes. El lenguaje es más preciso y no quiero meter la pata. Continuamente estoy repasando y borrando y poniendo cosas. Además, es la primera que escribo una historia tan larga en primera persona. Espero tenerla lista para el premio SM de este año.
    Cuando estoy en racha puedo escribir unas dos páginas o dos páginas y media, a doble espacio cada hora. Y cuando repaso es cuando acorto o alargo, según me pida la historia.

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  16. Yo si tengo horas por delante también paso mucho tiempo escribiendo. La novela que quiero enviar al premio gran angular la comencé en marzo y la terminé a finales de junio, y prácticamente escribía sólo los fines de semana, porque entre semana me era muy complicado sacar tiempo. Eso sí, cuando me ponía los fines de semana me ponía a saco, e igual pasaba un domingo entero escribiendo, igual 2 ó 3 horas por la mañana y otras 2 ó 3 horas por la tarde. Y al final, como sabía que tenía que terminarla pronto o no me daría tiempo a pedir el informe literario, pasé dos o tres fines de semana sin salir apenas y sólo escribiendo.

    Claro que no siempre se puede escribir a un ritmo frenético, porque como decía Ikima, depende de la inspiración. Hace falta tener la historia muy clara y montada para no tener que hacer grandes pausas. En el caso de otras novelas que tengo terminadas nunca fui tan rápido (de hecho, ésta ha sido mi gran récord!), y con una en particular estuve algo así como año y medio, porque entre medias hubo períodos en los que la inspiración flojeaba y no sabía cómo continuar.

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