Parecía que el día 21 estaba lejísimos y ahora ya está a la vuelta de la esquina. El otoño se presenta extraño y caluroso, como un falso verano que se prolonga en el tiempo, sin hojas que caen ni mangas largas. Pero el ritmo humano de la vida se impone siempre por encima de la naturaleza, porque el hombre ha conseguido alterarlo todo, ponerlo a su merced, hasta que la naturaleza se rebela y lo vuelve a poner todo en su sitio por un breve espacio de tiempo.
Con este bochorno y ya estamos sumidos de nuevo en la vorágine: tráfico, colegios, trabajo, compras, compromisos. Porque sí. Porque estamos en septiembre, y alguien dijo que en septiembre se le daba cuerda a la rueda y se la volvía a poner en funcionamiento, y que todos estamos en ella y hay que rodar o caer. Yo ruedo y ruedo todos los días, y el cerebro me da vueltas en torno al argumento del próximo libro. Septiembre no me ha sentado bien y me siento ofuscada, sin saber por dónde tirar. Se me ocurren mil ideas que no encajan entre sí y no sé cuáles descartar, y como no descarto nada doy una nueva vuelta de tuerca y se me ocurre otra idea irreconciliable más, y así sucesivamente, hasta que siento que la saturación ha llegado a un punto máximo. A ver si llega ya el otoño verdadero y no el del calendario, y las mangas largas, y se me caen de la cabeza las ideas absurdas como las hojas marchitas.
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