Los salmones tienen que atravesar aguas infestadas de tiburones para llegar a los fiordos a desovar.
Para evitar ser devorados, la naturaleza les ha programado genéticamente y les ha dicho: debéis saltar. Saltar. Eso es lo único que pueden hacer para intentar sobrevivir. Pero esto no es lo curioso. Lo curioso es que los salmones, por lo que parece, practican antes de llegar al dominio tiburón. Cogen una zona tranquila, y saltan, saltan, vuelven a saltar, una y otra vez… Lo de la práctica es una hipótesis que se baraja, no confirmada, pero parece ser que los científicos no logran hallar otra posibilidad que explique tal gasto de energía innecesario. Y ya sabemos que la naturaleza tiende a la mínima energía, y si puede gastar X no gastará X + 1.
Hasta aquí podemos hallar grandes paralelismos con la vida humana. Practicar antes de llegar al peligro; ponerlo en práctica una vez ante el peligro. Pero… ¿puede acaso el salmón buscar otro modo de enfrentarse a los tiburones? ¿Puede plantearse la búsqueda una ruta alternativa para esquivarlos, o inocularles un veneno que los extermine (o cuanto menos los desoriente y los haga menos certeros)? Simplemente, no puede. Viene programado de fábrica.
Y hasta aquí llega el paralelismo con el ser humano. Porque nosotros SÍ podemos cambiar la estrategia. Incluso, podemos elegir no atravesar esas aguas infestadas de tiburones, aunque en ese caso no alcanzaremos los fiordos, y no perpetuaremos la especie.
Supongamos ahora que la especie que pretendemos perpetuar es la LITERATURA. Y que cada uno de nosotros desea alcanzar los fiordos a toda costa, tal vez como único y claro objetivo en la vida (como un salmón). No nos queda otra: tiburones. Tiburones.
Tiburones.
Pero antes de exponernos a ser devorados (por estadística a alguno de nosotros se lo comerán) siempre podemos practicar y, sobretodo, buscar rutas alternativas, que para algo los seres humanos no venimos programados de serie.
¿Es quizá la autoedición la única ruta que nos protege del peligroso camino de los escuálidos editores? ¿O es otro camino de tiburones más, pero de distinta raza? Y sobretodo… ¿qué es eso tan especial que cada salmón debe tener para que un tiburón le deje alcanzar su meta?
Para evitar ser devorados, la naturaleza les ha programado genéticamente y les ha dicho: debéis saltar. Saltar. Eso es lo único que pueden hacer para intentar sobrevivir. Pero esto no es lo curioso. Lo curioso es que los salmones, por lo que parece, practican antes de llegar al dominio tiburón. Cogen una zona tranquila, y saltan, saltan, vuelven a saltar, una y otra vez… Lo de la práctica es una hipótesis que se baraja, no confirmada, pero parece ser que los científicos no logran hallar otra posibilidad que explique tal gasto de energía innecesario. Y ya sabemos que la naturaleza tiende a la mínima energía, y si puede gastar X no gastará X + 1.
Hasta aquí podemos hallar grandes paralelismos con la vida humana. Practicar antes de llegar al peligro; ponerlo en práctica una vez ante el peligro. Pero… ¿puede acaso el salmón buscar otro modo de enfrentarse a los tiburones? ¿Puede plantearse la búsqueda una ruta alternativa para esquivarlos, o inocularles un veneno que los extermine (o cuanto menos los desoriente y los haga menos certeros)? Simplemente, no puede. Viene programado de fábrica.
Y hasta aquí llega el paralelismo con el ser humano. Porque nosotros SÍ podemos cambiar la estrategia. Incluso, podemos elegir no atravesar esas aguas infestadas de tiburones, aunque en ese caso no alcanzaremos los fiordos, y no perpetuaremos la especie.
Supongamos ahora que la especie que pretendemos perpetuar es la LITERATURA. Y que cada uno de nosotros desea alcanzar los fiordos a toda costa, tal vez como único y claro objetivo en la vida (como un salmón). No nos queda otra: tiburones. Tiburones.
Tiburones.
Pero antes de exponernos a ser devorados (por estadística a alguno de nosotros se lo comerán) siempre podemos practicar y, sobretodo, buscar rutas alternativas, que para algo los seres humanos no venimos programados de serie.
¿Es quizá la autoedición la única ruta que nos protege del peligroso camino de los escuálidos editores? ¿O es otro camino de tiburones más, pero de distinta raza? Y sobretodo… ¿qué es eso tan especial que cada salmón debe tener para que un tiburón le deje alcanzar su meta?
Disculpad este período de tan baja actividad en el blog. El verano todo lo vuelve lento y me da la sensación de estar viviendo permanentemente dentro del mar... Espero, por otra parte, que la inactividad de todos vosotros se deba a que estáis enfrascados con vuestras obras para enviar a los Premios SM o a cualquier otro premio de vuestro interés. Por mi parte, no me presento. Un saludo a todos.
ResponderEliminarHola Ikima,
ResponderEliminar¡Qué alegría leerte de nuevo! Me tenía preocupada la inactividad del blog, aunque supongo que el verano nos tiene a todos atrapados. En mi caso, aun no me han llegado las vacaciones, pero tengo más cosas que hacer y muchas más complicaciones en el trabajo, y poco tiempo libre porque mis hijos están de vacaciones y se aburren, así que reclaman más atención. Lo del mar, me ha dado una envidia tremenda, yo tengo la sensación de estar cociéndome en un horno de asfalto.
Por mi parte procuro conectarme al blog con cierta frecuencia. Creo que me relaja y me recuerda que quiero y que tengo que escribir. La verdad es que me está costando bastante, estoy en una etapa muy improductiva, y supongo que tiene que ver con el hecho de que mi rutina ‘marcial’ se ha roto durante junio y julio.
Es un alivio que hubiese decidido hace tiempo no presentarme al concurso de SM, porque ante este panorama estaría totalmente atacada. A los que os vais a presentar, buena suerte, y a por ello.
Respecto a lo que comentas en tu blog, creo que el ‘ensayo’ previo a enfrentarnos a una situación real es realmente útil. Ayuda a detectar imprevistos, a descubrir y corregir errores y a prepararnos adecuadamente para esa situación. Pero en el caso de la autoedición, he de reconocer que tengo mis dudas, y no sé si a mi me generaría más frustración que satisfacción. Porque si publicas un libro, lo tienes que distribuir, pues el objetivo último que todos tenemos es el de trasmitir nuestro mensaje, que nos lean. Y paradójicamente no me da ninguna vergüenza mandar mi libro a las editoriales, y aunque no lo he hecho, tampoco me la daría llamar a algún editor o agente, etc.; pero distribuir mi libro en mi círculo íntimo, o darle ejemplares a mi madre para que se los dé a sus amigas, o regalárselo a los compañeros de mis hijos….¡ni os lo imagináis! Supongo que es un poco ridículo, no tener reparos en saltar entre tiburones pero sí en hacerlo entre salmones… pero en mi caso es así.
Además creo que me dejaría cierto regusto a derrota. Puedo asumir que nadie me quiera publicar, en cierto modo me he mentalizado para ello aunque quiera intentarlo. Si mando mis originales a las editoriales y nadie contesta, es lo esperado. Pero tener mi libro encuadernado entre las manos, verle la cara, me haría ilusión. Y entonces, si lo ‘distribuyera’ en mi entorno y la gente me dijera que les ha gustado, es posible que pensara que los tiburones habían cometido una gran injusticia conmigo, y probablemente me sintiera mal. Por ello creo que depende nuestro punto de vista personal, y habrá personas a las que les merezca la pena y otras a las que no.
Respecto a tu última pregunta, a qué es lo que tiene que hacer el salmón para que el tiburón le deje llegar al fiordo, no lo sé. Creo que esto es como todo en la vida. Cuestión de buen trabajo, pero también de suerte. Creo que nuestros libros tienen que estar bien escritos, ser interesantes, y en el caso del concurso de SM, además, ser muy originales. Aunque ya os digo que me sorprende muchísimo el poco apoyo que le está dando este año a sus obras ganadoras en el punto de venta, es como si hubiese decidido apostar por otras…
Lo de tener suerte, lo creo porque aunque hayas hecho un trabajo magnífico, de nada sirve si no estás en el lugar preciso, en el momento preciso.
Pero si os paráis a pensar, nuestra vida está repleta de golpes de suerte como ese, empezando por el mismo hecho de estar en este mundo. Y eso demuestra que en el fondo no es tan difícil que ocurra, sólo es cuestión de perseverar... y tal vez cruzar los dedos.
En fin, saludos a todos que esto se me está llenando de niños y ya no sé si lo que escribo tiene lógica. ¿Qué tendrán los niños para buscar siempre la compañía física de un adulto? ¡Seguro que podríais hacer un mini relato magnífico a partir de esa pregunta! ;)
Un beso a todos,
María
Hola, yo comento más que nada para decir que siento también mi ausencia en el blog, llevo unas semanas estresada y jodidilla de salud (nada grave, pero un poco incapacitante), y por eso no estoy para mucho. Además los ratos libres que tengo los intento aprovechar para corregir mi novela, que ya he terminado y quiero mandar para que me hagan el informe cuanto antes. Pero aquí sigo, leyéndoos, y en cuanto disponga de más tiempo y fuerzas escribiré :) Besillos a todos!
ResponderEliminarViolet, ánimo! ¿Piensas presentarte al Barco de Vapor o al GA cuando tengas tu novela corregida (no sé si es infantil o juvenil)? ¡Suerte!
ResponderEliminarHola de nuevo. He estado unos días de vacaciones, y cuando he vuelto he estado un poco aturdida. Yo, particularmente, no creo que la autopublicación sea una derrota, porque la cosa en España está muy mal. Se tiende a publicar lo que viene de fuera que a dar opotunidades a los de aquí.
ResponderEliminarY con respecto al apoyo de las obras ganadoras, tendrán los libros vendidos cuando empiecen las clases en el instituto. Todos los años suele ser así (o por lo menos es lo que me dijo un profesor de instituto). Yo sí que me he leído El salvaje, pero hasta que mi pareja no se lo lea no quiero hacer una reseña. No es un libro que no me ha desagradado, y he de decir que está bien escrito. Debo una disculpa porque pensaba que era para niño más pequeños, sin embargo conforme lo lees te das cuenta de que es mucho más complejo de lo que pude leer en un primer momento. Y habiendo leído los dos últimos premios me doy cuenta de que mi novela no encaja dentro de la colección de GA. No es cuestión de que esté mejor o peor escrito, sino de que GA publica obras con un trasfondo muy particular y con un mensaje muy claro. LLegados a este punto ninguna de mis novelas tiene ese mensaje social que pretende esta colección, y por tanto no me siento preparada para presentar una novela.
El tema de los editores ya no sé cómo tratarlos ni qué quieren. Dicen que buscan novedades, obras originales, y sin embargo casi todas las editoriales se apuntan a la moda de los vampiros, y cuando tú le presentas una novela sobre ángeles, ya no es tan original. Estoy un poco cansada de luchar contra cosas que no conozco. Y si las editoriales no me aceptan mi novela igual me la autopublico. Y que sea lo que sea. Si hay alguien que me la quiere publicar, pues adelante, y sino, seguiré luchando hasta que alguna de mis historias interese a algún editor. Los concursos grandes son más difíciles de ganar, aunque no imposible. Si hay alguien que se presenta, ánimo y mucha suerte.
Saludos desde La ventana de los sueños.
Por cierto, al final no opiné sobre todo esto de los salmones y los tiburones :P
ResponderEliminarPara mí, lo de la autoedición sería la última, ultimísima elección. No sé si comenté que un propio editor de autoedición, de mi ciudad, me aconsejó con estas mismas palabras: Cuando lleves siglos intentándolo y no obtengas resultado, entonces sí, recurre a esto e invierte en ello. Pero no sin haberlo intentado. Y creo que tiene razón. Ganar un concurso grande es muy difícil, y todos lo sabemos, pero también sabemos que, si se logra, es el modo más eficaz de darnos a conocer. Por desgracia, sé lo que es ser publicada en una tirada muy muy pequeña y con distribución nula (un concurso en el que quedé tercera, para una antología), y el resultado final fue casi inexistente: repartí unos cuantos ejemplares entre mis amigos y familiares, y nada más, porque en las tiendas no vi ni uno. Y eso podría haberlo hecho yo misma sin ayuda de nadie!
No sé, yo desde luego pienso pasar una laaarga temporada intentándolo del modo tradicional, sobretodo con concursos, y si son importantes mejor. Imagino que, cuando lleve mucho tiempo así sin comerme una rosca, cambiaré de idea xD Pero ahora mismo todavía no estoy muy desanimada (tal vez porque el concurso BdV del año pasado fue tan sólo el 2º importante al que me he presentado hasta ahora...).
Por cierto, voy a probar suerte con el premio Leer es Vivir de este año, con la misma novela que presenté al BdV, al ser tan cortita me encaja. El plazo se ha cerrado ya y el premio se falla en noviembre. A ver si hay suerte!
Saludos!