Los dos últimos posts de Elsa Aguiar, editora de SM, versan sobre la publicación. El primero, “Publicar sin que te publiquen”, del 9 de mayo, sobre la autopublicación y otras maldades de la red. El segundo, “Prefiero que me publiquen”, de 16 de mayo, sobre la publicación más tradicional, es decir, con editor de por medio y en formato papel.
Y meditando sobre estos asuntos me he dado cuenta de que la publicación, aunque sea a través de una editorial, incluso a través de ganar un concurso prestigioso, no es suficiente. Hay una evaluación posterior al proceso de escribir la obra, de corregirla, de enviarla, de ser considerada por un jurado, de ser declarada ganadora o apta para su publicación. Ahí ya no está tan sólo nuestra obra en juego, sino nuestro nombre como escritores. Sé que puede sonar tópico todo esto, pero lo ilustraré con ejemplos. Recientemente he adquirido dos obras que han sido galardonadas con el Premio Barco de Vapor:
- “Sombra”, de Pilar Bordons, Premio Barco de Vapor 2004
- “El Secreto de If”, de Ana Alonso y Javier Pelegrín, Premio Barco de Vapor 2007
Ambas han ganado el mismo premio y además de forma reciente, con pocos años de diferencia entre ellas. Y, sin embargo, son muy distintas…
Mi impresión como lectora es que cuando se presentó “Sombra”, difícilmente se pudo haber presentado al concurso una obra mejor. No he leído ningún otro original de los participantes en esa convocatoria, pero desde luego lo tuvieron muy difícil. Ni que decir tiene que me ha encantado y que la creo, incluso sin la relatividad que me aportaría poder compararla con sus competidoras, absolutamente merecedora del premio.
En cuanto a “El Secreto de If”, la impresión que me queda es muy distinta… Sin ser una obra mala en absoluto, no acaba de tomar esa forma esférica que adopta en mi mente un libro que me engancha. Está bien, pero… Tiene un pero y no puedo determinar cuál con exactitud. Creo que le falta pasión. Te apetece seguir leyendo, saber lo que sucede, pero los personajes no acaban de enganchar. De modo que me pregunto, inevitablemente, si fue la mejor obra que se presentó en 2007. Si los jurados se ven obligados a elegir un año entre varias obras estupendas y, al siguiente, o al otro, entre otras obras que, simplemente, “están bien”.
En fin. Hay un proceso de post edición mucho más importante que la edición en sí. Cuando te enfrentas cara a cara al lector, todavía habrá un motivo que nos quitará el sueño más que ahora el hecho de publicar.
¡Qué vida más estresante esta de escritor!
Y meditando sobre estos asuntos me he dado cuenta de que la publicación, aunque sea a través de una editorial, incluso a través de ganar un concurso prestigioso, no es suficiente. Hay una evaluación posterior al proceso de escribir la obra, de corregirla, de enviarla, de ser considerada por un jurado, de ser declarada ganadora o apta para su publicación. Ahí ya no está tan sólo nuestra obra en juego, sino nuestro nombre como escritores. Sé que puede sonar tópico todo esto, pero lo ilustraré con ejemplos. Recientemente he adquirido dos obras que han sido galardonadas con el Premio Barco de Vapor:
- “Sombra”, de Pilar Bordons, Premio Barco de Vapor 2004
- “El Secreto de If”, de Ana Alonso y Javier Pelegrín, Premio Barco de Vapor 2007
Ambas han ganado el mismo premio y además de forma reciente, con pocos años de diferencia entre ellas. Y, sin embargo, son muy distintas…
Mi impresión como lectora es que cuando se presentó “Sombra”, difícilmente se pudo haber presentado al concurso una obra mejor. No he leído ningún otro original de los participantes en esa convocatoria, pero desde luego lo tuvieron muy difícil. Ni que decir tiene que me ha encantado y que la creo, incluso sin la relatividad que me aportaría poder compararla con sus competidoras, absolutamente merecedora del premio.
En cuanto a “El Secreto de If”, la impresión que me queda es muy distinta… Sin ser una obra mala en absoluto, no acaba de tomar esa forma esférica que adopta en mi mente un libro que me engancha. Está bien, pero… Tiene un pero y no puedo determinar cuál con exactitud. Creo que le falta pasión. Te apetece seguir leyendo, saber lo que sucede, pero los personajes no acaban de enganchar. De modo que me pregunto, inevitablemente, si fue la mejor obra que se presentó en 2007. Si los jurados se ven obligados a elegir un año entre varias obras estupendas y, al siguiente, o al otro, entre otras obras que, simplemente, “están bien”.
En fin. Hay un proceso de post edición mucho más importante que la edición en sí. Cuando te enfrentas cara a cara al lector, todavía habrá un motivo que nos quitará el sueño más que ahora el hecho de publicar.
¡Qué vida más estresante esta de escritor!