No fue premeditado que este blog empezara el 23 de abril de 2009. De hecho, no me di cuenta hasta pasado un tiempo y me pareció una de esas casualidades del destino que te hacen sonreír. “Vaya –pensé-. Escribir un blog dedicado a la literatura y empezarlo el Día del Libro”. Me gusta pensar que se trata de algún tipo de señal. Prueba de ello es que seguimos aquí un año después, y que, poco a poco, hemos crecido mucho. Os animo a echar la vista atrás y leer los primeros posts, los primeros comentarios, nuestras tomas de contacto… Por mi parte puedo decir que está siendo un camino agradable en el que estoy aprendiendo mucho. Aún somos un bebé de tan sólo un añito (la incoherencia gramatical es intencionada), pero ahora es cuando se empieza a caminar. Feliz cumpleaños a todos y feliz día del libro. Sólo os puedo desear que, en un día como hoy, rellenéis los huecos de vuestras estanterías.
viernes, 23 de abril de 2010
sábado, 17 de abril de 2010
Longitudes
Últimamente leo bastantes libros de literatura infantil. Al fin y al cabo, a escribir se aprende leyendo. No pretendo buscar recetas ni seguir un guión. Eso sería replicar lo existente y, por tanto, poco interés podría tener para cualquier lector potencial.
Sin embargo, sí que he detectado algo común a la mayor parte de estos libros: capítulos cortos. Puesto que soy una persona un tanto caótica y desordenada nunca, hasta ahora, me había planteado la división por capítulos a priori. Yo escribía la totalidad del texto y después ponía divisiones artificiales.
Pero viendo esta característica común de los libros infantiles creo que, para el lector, tiene algunas ventajas: más facilidad para leer y bloques argumentales definidos. La construcción de la trama es paulatina, no se entremezcla y, por tanto, se hace más amena su lectura. Esto es algo de lo que mis textos carecen y, si la mayoría de obras infantiles publicadas son así, debe de ser por algo.
A mí me ha parecido que los capítulos cortos permiten una lectura más emocionante, con más sobresaltos, pues piden a gritos ser concluidos con una frase intrigante, que abra nuevas dudas y nuevos misterios de cara al próximo capítulo, y así sucesivamente. De hecho, creo que el nivel de tensión puede aumentar mucho si se trata cada capítulo como una especie de relato corto, que siempre suele dejar marcada huella en el lector.
¿Qué opináis vosotros? ¿Puede jugar la longitud de los capítulos un papel fundamental en la construcción de la trama del libro o, por el contrario, os parece indiferente?
viernes, 2 de abril de 2010
Día de la literatura infantil y juvenil
Tal día como hoy hace 205 años, nació un niño, de nombre Hans Cristian y de apellido Andersen. Nació en el seno de una familia tan pobre que llegó a saber lo que era el hambre y la mendicidad. Con 11 años, tras la muerte de su padre, aquel niño dejó de asistir a la escuela y empezó a devorar libros por su cuenta cuando los podía conseguir. Con algo tenía que alimentar su gran imaginación. A partir de ahí su vida fue un ir y venir de extravagancias, fracasos y algún que otro éxito, la vida bohemia y difícil -también incomprendida- que a veces se le presume a todo escritor, hasta que en 1838 ya era un escritor conocido. Escribió cuentos míticos, como son El patito feo, El traje nuevo del emperador, El soldadito de plomo, La sirenita, La princesa y el guisante...
La repercusión de su obra llevó a que el día 2 de abril, aniversario de su nacimiento, se instaurara el Día de la literatura infantil y juvenil y, también, a que el premio internacional que lleva su nombre, el Hans Cristian Andersen por toda una trayectoria, sea considerado el "Nobel infantil".
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